Revista Crisis (1973-1976)
María Sonderéguer
Universidad Nacional de Quilmes
Si para escribir una historia de la cultura de una época dada es necesario poner en relación los cambios de hábito, de escritura y de preocupaciones de los intelectuales con las vicisitudes de la política, las transformaciones de la mentalidad, los cambios en la moda artística y el gusto, la relectura de la revista Crisis, que transitó diversos dominios, nos ofrece una perspectiva ejemplar.
Fechada en mayo de 1973 y editada en Buenos Aires, Crisis apareció todos los meses durante cuarenta números, entre aquel año y 1976. Además de la revista publicó una serie de Cuadernos -llegó a editar veintinueve- y encaró un proyecto editorial: las Ediciones Crisis, que abarcaba distintas colecciones. Ernesto Sábato, Abel Posse, Ernesto Epstein, Jorge Romero Brest, Roger Plá, Víctor Massuh, Ricardo Molinari y Julia Constenla integraban el núcleo inicial de la propuesta que se discutió largamente durante el verano de 1972 y que debía denoinarse Krisis. Pero el proyecto llegó a concretarse sólo cuando Federico Vogelius le propuso la dirección a Eduardo galeano.
La revista no fue un espacio homogéneo. No estuvo estructurada en secciones fijas ni presentó un manifiesto inaugural. Sin embargo, un programa estético, político y cultural se diseña tanto en el recorrido de sus adhesiones, rechazos y controversias como también en significaciones difusas tales como el estilo, losrecortes temáticos, el tono. Sí, por un aparte, responde a las necesidades de un público que ya había incorporado nuevos hábitos de lectura, por otra, en el espacio de una disputa que se encarna en discursos militantes, la revista funda su legitimidad cultural sobre un reenvío al pasado que confiere sentido a las pugnas del presente. Al relacionar el presente con el pasado, pretende así instalarse en una tradición que garantiza, además, su valor hacia el futuro. Crisis ofrece dos entradas privilegiadas de análisis: por un lado, aspira a presentar "uan dimensión democrática de la cultura"; por otro, propone una narrativa acerca de la nación que se expresa en la revisión cultural e historiográfica.
Articulada por crónicas que remiten a la actualidad del momento y artículos de fondo junto a textos de mayor permanenecia, la publicación traza en sus páginas rasgos de la realidad social y de la creación estética.
Es testigo, pero también actor y crítico de esos años. El sumario de la revista, construído de a pedazos como un mosaico, diseña y revela el "espíritu de la época". A través de sus páginas podemos distinguir entre acontecimientos y episodios y por ende medir y comprender las tendencias que tramaron ese momento de la historia. Anudado en el movimiento de ideas de la revista, el de su staff y colaboradores, se expresa el movimiento de ideas de su tiempo.
En el horizonte de la década de 1970, la revista ejecuta una suerte de operatoria distributiva. Si en su número 1, interrogado a propósito de la aparición de "El Libro de Manuel" de Julio Cortázar, Osvaldo bayer afirma que " la solución es la rebeldía (después vendrá la codificaciónde esa rebeldía)", Crisis parece condensar y realizar esa codificación: concede lugares, autoriza voces, otorga sentidos, inscripta en esa voluntad de politización de la práctica cultural que dio su signo al período, propone un repertorio de significados y asigna así criterios de legitimidad. Y puesto que la radicalización política de los intelectuales implicó la determinación de los valores políticos sobre los culturales, revisión y revolución será la doble impronta que organice el programa estético ideológico de la revista y sostenga su intervención político-moral.
De este modo, en su primer aniversario, escribirá al lector: "Si algún cambio hicimos, lo hicimos al andar, sin anunciar el paso con estridentes manifiestos ni declaraciones de principios. La revista es lo que su contenido dice que es: un vehículo de difusión y conquista de una identidad nacional y latinoamericana que quiere ser útil en el marco mayor de las luchas de liberación". En una época que la revista califica como de crisis -su subtítulo indica: ideas, letras, artes en la crisis-, Crisis se propone a sí misma como instrumento de un proyecto: es difusión pero también conquiesta.
Asismismo, en su editorial de cierre, en el número 40, de agosto de 1976, se define como "un intento de hacer un aporte a la cultura nacional desde una perspectiva renovada y totalizadora". Da así una evaluación de la estrategia planteada: la revista pretendió una colocación en el campo de la cultura -al que recortaba como nacional y latinoamericano- que se presentaba cmo operativa en tanto ofrecía una perspectiva novedosa. Crisis señala un "nosotros" -un espacio articulador de discursos políticos culturales y acerca de la política y la cultura- que define tanto el lugar que pretendió ocupar como su toma de distancia respecto de otras posiciones.
La autora.
María Sonderéguer, licenciada en letras por la UBA, profesora e investigadora de la Universidad de Quilmes, propone una relectura admirable de una revista que signó el panorama cultural y político de la primera mitad de los años 70. Crisis formó parte de la historia y la hizo al mismo tiempo. Hay una anécdota fantástica sobreel poder que ejercía esa revista enla sociedad rioplatense. Muchos grupos de uruguayos cruzaban el charco, compraban un ejemplar de la revista, se sentaban en un café y la leían en voz alta para que todos discutieran las notas y se regodearan con los autores. Cuando la terminaban, la dejaban arriba de la mesa y volvían al barquito de regreso a Montevideo. La dictadura, en Uruguay, impedía la llegada de Crisis, pero los civiles rioplatenses pudieron, como siempre, más que las bestias militares.
Fuente: Revista * asterisco, Nº 70, Julio de 2008
asterisco.a@gmail.com
María Sonderéguer
Universidad Nacional de Quilmes
Si para escribir una historia de la cultura de una época dada es necesario poner en relación los cambios de hábito, de escritura y de preocupaciones de los intelectuales con las vicisitudes de la política, las transformaciones de la mentalidad, los cambios en la moda artística y el gusto, la relectura de la revista Crisis, que transitó diversos dominios, nos ofrece una perspectiva ejemplar.
Fechada en mayo de 1973 y editada en Buenos Aires, Crisis apareció todos los meses durante cuarenta números, entre aquel año y 1976. Además de la revista publicó una serie de Cuadernos -llegó a editar veintinueve- y encaró un proyecto editorial: las Ediciones Crisis, que abarcaba distintas colecciones. Ernesto Sábato, Abel Posse, Ernesto Epstein, Jorge Romero Brest, Roger Plá, Víctor Massuh, Ricardo Molinari y Julia Constenla integraban el núcleo inicial de la propuesta que se discutió largamente durante el verano de 1972 y que debía denoinarse Krisis. Pero el proyecto llegó a concretarse sólo cuando Federico Vogelius le propuso la dirección a Eduardo galeano.
La revista no fue un espacio homogéneo. No estuvo estructurada en secciones fijas ni presentó un manifiesto inaugural. Sin embargo, un programa estético, político y cultural se diseña tanto en el recorrido de sus adhesiones, rechazos y controversias como también en significaciones difusas tales como el estilo, losrecortes temáticos, el tono. Sí, por un aparte, responde a las necesidades de un público que ya había incorporado nuevos hábitos de lectura, por otra, en el espacio de una disputa que se encarna en discursos militantes, la revista funda su legitimidad cultural sobre un reenvío al pasado que confiere sentido a las pugnas del presente. Al relacionar el presente con el pasado, pretende así instalarse en una tradición que garantiza, además, su valor hacia el futuro. Crisis ofrece dos entradas privilegiadas de análisis: por un lado, aspira a presentar "uan dimensión democrática de la cultura"; por otro, propone una narrativa acerca de la nación que se expresa en la revisión cultural e historiográfica.
Articulada por crónicas que remiten a la actualidad del momento y artículos de fondo junto a textos de mayor permanenecia, la publicación traza en sus páginas rasgos de la realidad social y de la creación estética.
Es testigo, pero también actor y crítico de esos años. El sumario de la revista, construído de a pedazos como un mosaico, diseña y revela el "espíritu de la época". A través de sus páginas podemos distinguir entre acontecimientos y episodios y por ende medir y comprender las tendencias que tramaron ese momento de la historia. Anudado en el movimiento de ideas de la revista, el de su staff y colaboradores, se expresa el movimiento de ideas de su tiempo.
En el horizonte de la década de 1970, la revista ejecuta una suerte de operatoria distributiva. Si en su número 1, interrogado a propósito de la aparición de "El Libro de Manuel" de Julio Cortázar, Osvaldo bayer afirma que " la solución es la rebeldía (después vendrá la codificaciónde esa rebeldía)", Crisis parece condensar y realizar esa codificación: concede lugares, autoriza voces, otorga sentidos, inscripta en esa voluntad de politización de la práctica cultural que dio su signo al período, propone un repertorio de significados y asigna así criterios de legitimidad. Y puesto que la radicalización política de los intelectuales implicó la determinación de los valores políticos sobre los culturales, revisión y revolución será la doble impronta que organice el programa estético ideológico de la revista y sostenga su intervención político-moral.
De este modo, en su primer aniversario, escribirá al lector: "Si algún cambio hicimos, lo hicimos al andar, sin anunciar el paso con estridentes manifiestos ni declaraciones de principios. La revista es lo que su contenido dice que es: un vehículo de difusión y conquista de una identidad nacional y latinoamericana que quiere ser útil en el marco mayor de las luchas de liberación". En una época que la revista califica como de crisis -su subtítulo indica: ideas, letras, artes en la crisis-, Crisis se propone a sí misma como instrumento de un proyecto: es difusión pero también conquiesta.
Asismismo, en su editorial de cierre, en el número 40, de agosto de 1976, se define como "un intento de hacer un aporte a la cultura nacional desde una perspectiva renovada y totalizadora". Da así una evaluación de la estrategia planteada: la revista pretendió una colocación en el campo de la cultura -al que recortaba como nacional y latinoamericano- que se presentaba cmo operativa en tanto ofrecía una perspectiva novedosa. Crisis señala un "nosotros" -un espacio articulador de discursos políticos culturales y acerca de la política y la cultura- que define tanto el lugar que pretendió ocupar como su toma de distancia respecto de otras posiciones.
La autora.
María Sonderéguer, licenciada en letras por la UBA, profesora e investigadora de la Universidad de Quilmes, propone una relectura admirable de una revista que signó el panorama cultural y político de la primera mitad de los años 70. Crisis formó parte de la historia y la hizo al mismo tiempo. Hay una anécdota fantástica sobreel poder que ejercía esa revista enla sociedad rioplatense. Muchos grupos de uruguayos cruzaban el charco, compraban un ejemplar de la revista, se sentaban en un café y la leían en voz alta para que todos discutieran las notas y se regodearan con los autores. Cuando la terminaban, la dejaban arriba de la mesa y volvían al barquito de regreso a Montevideo. La dictadura, en Uruguay, impedía la llegada de Crisis, pero los civiles rioplatenses pudieron, como siempre, más que las bestias militares.
Fuente: Revista * asterisco, Nº 70, Julio de 2008
asterisco.a@gmail.com
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