sábado, 25 de agosto de 2007

Virginia Edit Perrone: Ahora, Perú

Ahora por Perú,
hoy, desgarrados de tierra.


Joder con esta
Tierra
bendita e
indecisa
que no encuentra
su paz
ni su silencio,
y con todos nuestros
ruidos
que no nos
dejan
escucharla,
escucharlos.

El precio de
las profundidades.


Agosto de 2007.
Perú luchando con la Tierra.
Terremoto de Pisco.

Lic. Virginia Edit Perrone.
perronev@infovia.com.ar
http://virginiaperrone.blogspot.com


Alejandra Dening: Lo que aparece

Enamórame

Enamórame hasta el punto
en que quiera algo de vos en mi vientre
hasta que no piense en lo absurdo de esta especie
hasta que crea que el mundo debe ser visto por alguien más.



Decisión

Hoy,
petrifico mi inconsciente
para poder andar por la vida.


Esperanza

Esperanza,
inocencia desesperada
frente al preludio de lo imposible.



Marginados

La tinta de la topadora
escribe su historia
dejando un margen
demasiado grande.

Nota: aquí en Argentina, se suele llamar "marginados" a las personas que,
debido al sistema capitalista imperante, están bajo la línea de la pobreza.

Alejandra Dening
aledening@gmail.com
http://www.loqueaparece.blogspot.com/

Gabriela Delgado: Pasajeros del penúltimo tren

Rieles de niebla

Al borde del desierto
hay un margen de azules hierbas
por donde circulan trenes inalcanzables.
Sin inmutarse
pasan frente a mis sueños.
Rieles de niebla. Destinos ajenos.
La boca del viento
sopla colores de insomnio
sobre mis hojas en blanco.
Un viaje al pasado
deletrea
el deseo
de migrar.





Incertidumbre

Espero en un viejo andén.
El viento promete regreso.
Se visten de tiempo y paciencia mis ojos.
Llueve cielo de tormenta
desde las ramas de un jacarandá.
Las rosas callan su perfume.
Entre bambalinas,
el destierro confabula con la herrumbre
de un rito funerario
que no pudo vencer al tiempo.




Deshabitada

Imagino que la casa ya no será la misma.
Este verano los damascos sembrarán
el patio sin una mano que los cobije
y la parra, sin su poda de otoño,
entregará vides vacías.
Los cristales empañados de grises
ya no reflejan verdes en la cocina
El fogón aromado de pan recién hecho
sólo esparce cenizas.
En el desván, olvidada, una caja de fotos
se abraza a un pasado de rieles.
El espejo ha de haber perdido la sonrisa
frente a la sombra.
Una húmeda fatiga se niega
a ser exorcizada con sándalo.
La casa está vacía.
Dos manos y un vaso de vino
deshojan el eco de la risa.
La casa está sola.
Quien la habita eligió el destierro.
El reloj marca un tiempo sin pasos.


Gabriela Delgado
agualunagd@yahoo.com.ar
Del libro "Pasajeros del penúltimo tren"
Publicado en INVENTREN
Viaje por vías y estaciones abandonadas de Argentina.
Para viajar gratuitamente enviar un mail en blanco a:
inventren-subscribe@gruposyahoo.com.ar
inventivasocial@yahoo.com.ar
http://inventivasocial.blogspot.com/

Silsh: SINO

Será que el tiempo nos sorprende un día
ordenando espacios.
Que vamos descolgando las razones
al postergar la oscura resistencia.

Será que los recuerdos se destiñen
que pierden los contornos
como el ojo que ahora me traiciona.

No lo sé
estoy aprendiendo a no olvidarme
de cada ceremonia con la vida.

Afuera están los ruidos de la casa
la proyección de todos los posibles
la rueda que no cesa con su rito

y este retrato de mí
viendo pasar
el carro de los sueños.

Será que no hay almohada sin limosna
o la necesidad que anda al galope
nos prepara a un viaje fronterizo.

Que la belleza se hace honda
en esa instancia poderosa del destierro.

No lo sé
será que estoy amaneciendo tarde
frente a este crucigrama
que me delata el cuerpo.


© Silsh
(Silvia Spinazzola)
-Argentina -
silsh@silsh.com.ar
www.silsh.com.ar

María Eugenia Caseiro: 2 Poemas Breves

Evaporaciones

Lo acosó la idea de la suerte
pero se esfumó en la solera
de las yeguas cojas
derramando su especie mineral
en el acantilado de la ausencia.

Lo asustó el bosquejo del capitel campestre
sus bueyes macilentos apareados
sus gárgolas de pájaros
de gallos y gallinas con crestas de caliza
abandonando el rojo
en las evaporaciones del crepúsculo
y una manada de abejas
anaranjando el aire.

La fuga de la luz
lo empedraba de retiros.
Nada habitaba aquel sueño amarillo
con rayos de dolor.

Más cerca tal vez
pero con vuelo
el calor de otro color
poseyéndolo le mordisqueaba.


Contravuelta


Sus ojos vertebrándose de espinas
exhumaron del vientre;
el animal que inventó un canto lluvioso
de extraña partitura.

Su sombra aplazó el hilo del que penden
matronas de cristal con filamentos
para mecer la luz y desatar el juego
de la mancha que azota la noche y su pared
encestando la huída en una antífona del sueño.


María Eugenia Caseiro
buhowriter@hotmail.com

Cristina Villanueva: Un verano con Cristina

Cuando el otoño
se acerca (lo veo en ese vestido violeta tan suave que atrapa miradas)
era de media estación
La muchacha hacía la cola del Lorraine

Seguro que con un joven pero no lo recuerda

La Fuente siempre a punto de aparecer y quedaban doncellas


No se había muerto nadie ,ni siquiera los abuelos,
Aunque había oído de ella la muerte no le constaba

Ahora no está el cine, no hay doncellas, las estaciones
cambian día a día, el muchacho se acomoda en el olvido

La muerte la ha tocado a la muchacha tanto


Ella prefería el tacto casi terciopelo del vestido aquel o los ojos que se tiraban
por su cuerpo como por un tobogán

Es lo que hay se dice y recuerda tantas religiones inventadas sólo para pensar
que algo quedara después, una almita o una reencarnación o que se yo


Para mi, lo único que explica la muerte es la falta de espacio

Imagínense chocando con Ema cuando baja del carruaje

Elegí mal, ella no era de verdad, pero quien lo dice


Todo eso porque murió el director de la película que está por empezar
Y la muchacha con su enorme cartera colgada y su libro se siente aún. a salvo


Cristina Villanueva
pluma@velocom.com.ar

Leonor Silvestri: BBBBBBBBBBBBBBBBBuuuuuuuu

Indicaciones para organizar un evento de poesía: Advertencias y consejos. A Propósito de con B de Bobos

arreglar bien el espacio donde se desarrollara el evento
conseguir sonido.
Atender a lxs invitadxs.
Invitar a gente que efectivamente se dedique a la literatura con algún tipo de compromiso.
no toda persona que tenga una “patología mental” es Artaud.
Artaud escribía cuando no estaba brotado, si estas brotado es mejor quedarse en casa.
No cualquier persona que finge tener una patología produce el mismo efecto que la película Los Idiotas de Lars Von Triers.
Toda persona que se apersona a un evento de literatura se merece ser respetada minimamente.
Se puede hacer literatura con cualquier cosa, pero no cualquier cosa es literatura y/o arte, o si quiera un experimento.
Hay que tratar de acortar la brecha entre lo que te crees que sos y lo que realmente sos.
Si la poesía no entra en la academia y eso es tu preocupación, habría que pensar que estas haciendo para que eso sea así. Los payasos viven en el Circo y/o en el Congreso. La universidad es cualquier cosa, pero no es la carpa del Circo Rodas.
Si fumar porro te pega mal y te impide leer claramente, es mejor no drogarse.
La droga no es para todo el mundo
No todo boludo que se droga se convierte en Jim Morrison y Rimbaud
No todo bigotudo es Dali, no todo bigotudo que lee rápido logra ser entendido con la dicción de leo Masliah.
El flequillo no le queda bien a todas las chicas
Lxs poetas merecemos ser respetados al menos por otrxs poetas.
El público en general merece ser respetado especialmente por poetas y organizadores.
Lxs curiosxs y advenedizxs que confundidxs se acerca a un evento de poesía para ver “que onda” se merecen ser respetados
No siempre que dos pavotes se fuman un porrito y se toman una caña se convierten en Luca Prodan.
Maldita Ginebra ya existe, cumple una función y nada les da miedo. Las imitaciones pequeño burguesas son sólo eso.
No todo lo que incomoda desestabiliza el status quo. El ridículo lisa y llanamente existe.
Del ridículo no se sale ni se vuelve.
No toda aquella expresión humana que te da ganas de abandonar un espacio e irte a tu casa es un hecho revolucionario o revulsivo, la “vergüenza ajena” existe y es un sentimiento muy válido.
Hay que tratar de no producir vergüenza ajena en el público ni piedad.
Si vas a leer, aunque sea una mierda, que se te entienda.
Si tenes la suerte de que Bignozzi este entre el publico, trata de lucirte.
Lxs no docentes de la facultad no te respetan porque sos un boludo/a pequebu haciendo forradas con la literatura, y ellxs podrán no tener estudios cursados pero no son pelotudxs
Si vas a bardear, bardea enserio no grites mariconamente “tengo ganas de debatir pero no se sobre que”. Te recomiendo vayas a Maldita Ginebra, ellxs si saben como hacer sentir mal a la gente como ser políticamente incorrectos y vivir en el extremo.
Tu profesor de taller debería tener la obligación moral de decirte “vieja, dedicate a otra cosa, lo tuyo no es ni la literatura ni la organización de eventos”.
No tenemos porqué sentirnos que somos nosotrxs los imbéciles porque nos gusta lo que hacemos y creemos que es noble y digno y lo tomamos seriamente, aunque a veces nos riamos.
entre la provocación que conmueve y desestabiliza y cambia algo y el simple ser una cucarachita tarada que hace un acto vergonzante hay una diferencia. Es bueno estar lo suficientemente lucido de la cabeza como para darse cuenta.
La enfermedad mental es una tragedia, quien la padeció o cerca tuvo a quien la padeció lo sabe, no debería ser fingida en vano.
no toda persona que estudio con un gran poeta se convierte en gran poeta, o simplemente en poeta o escribiente.


Lo bueno es que después nos fuimos a comer las personas que realmente o nos gusta escribir y nos agrada compartirlo y nos conocimos mas, y nos reímos mucho criticándolos a todxs “cuanto más podrán aguantar sus ganas de creerse geniales?”

Debo reconocer que Jota tenía razón y bueno a veces hay que dedicarse al oficio fliar de vender alfombras o no separarse de la novia loca que uno tenia hace unos años, o simplemente drogarse con ketamina que adormece.
Perdón a todxs mis amigxs que vinieron ayer, a Susana Cella y Juanita Bignozzi, Yuderkys y Cristina, Laurita y Dee Dee mis fotógrafos favoritos, Iñaki, Virginia, Pablo ecocidio, las sigamos enamoradas que hicieron bien en irse, Rick Piña, Nico Cambón que fue una suerte que te fueras, Gloria, Flor y CIA, Laura Contreras, Martin Riva, y seguro que de alguien mas me olvido y perdón por eso...

Leonor Silvestri
http://leomiau76.blogspot.com/search/label/Buenos%20Aires%20me%20mata
www.leonorsilvestri.com

Miriam Cairo: Oda a la bajada Sargento Cabral

El joven mozo de aquel bar tomó por el empinado pasaje de adoquines regados con viejo sudor de presidiarios. Las mujeres jóvenes que pasaban a su lado eran tan bellas como las viejas que, al mirarlo, gemían como un suspiro en flor. Los hombres, censurados por su propia masculinidad, tragaban saliva y constreñían el ano. Él los miraba a todos. Los deseaba a todos. La hermosura lo movía a la generosidad.

Era la hora en que la luna se pegaba, gelatinosa, sobre el empedrado y empezaba, otra vez a confundirse, con aquel antiguo dilema acerca de quiénes gozan más con el placer sexual: si las mujeres o los hombres.

De pronto una de las mujeres que bajaban por la calle Urquiza, la quitó de sus lucubraciones porque resueltamente llegó hasta el joven mozo: "Te estaba buscando", dijo y dio una voltereta empujada por el viento que en esa esquina se ensaña con las mujeres que usan pollera. Él la tomó por la cintura y ella, dando saltitos de calandria, se soltó y se entregó a la pendiente que la arrastraba. Con qué facilidad caía. Qué manera de rodar. Él la seguía a cierta distancia para verla derrumbarse, en toda su plenitud, por el vasto callejón.

El sargento se azoraba al sentir sobre el lomo adoquinado tan lúbrico rodar. Con picardía, la luna le mascullaba en el oído que si no hubiera quedado debajo del caballo en aquel combate en que salvó la vida del general de la santa espada, el destino le habría negado la posibilidad de convertirse en calleja corta, anchísima, y por lo mismo, de sentir sobre su espalda el taco aguja de las que repiquetean graciosamente en sus ceremonias previas al fugaz apareamiento vial.

La mujer rodaba, maltrecha y excitada. De vez en cuando giraba para verle los ojos al joven mozo que en el bar servía café cortado con esperma, medialunas rellenas de calostro, tostadas untadas de saliva, té de menta con cucharitas revueltas en el orinal.

Al llegar a la fuente ella se sorprendió: "Qué raro, ya no hay piso donde apoyar los pies". Entonces él volvió a sostenerla por la cintura para que ningún abismo imaginario se la tragara. Diciendo las palabras apropiadas, las palabras que todo mozo de un bar domina, como una bandeja cargada de delicias, la sentó sobre la fuente que salva al sargento de la sed eterna.

A los pocos minutos, el joven mozo de aquel bar ya le abría las piernas, estiraba el pelaje, soplaba y engullía. Los labios de esa mujer, tan cárdenos, tan propensos, abrían las puertas de un pasaje oscuro, ulterior, ante el cual, el sargento Cabral se sentía disminuido.

El joven mozo, ávido, en el borde de la inmensidad, quiso entrar. Despacio, hizo pie con una pierna, guiado por los serpenteos consentidores de ella, que se abandonaba al deleitoso acto de sentirse expuesta. Las paredes granulosas le ceñían el tobillo, la pantorrilla, la rótula. Mientras el joven empujaba y la mujer pedía, la luna decidió no moverse un céntimo, para no perder detalle de cópula tan serpentina.

Intrigado por hurgar, el joven mozo sacó la pierna e introdujo el puño hasta la muñeca. Hasta el codo. Hasta la axila. Abrió la mano adentro de esa granada laberíntica y viscosa. Revolvió allí a mano suelta. Palpó altares, estambres, fantasmas, azucenas. Deseoso de ver, sacó la mano e introdujo la cabeza. Lentamente el joven mozo de aquel bar penetró la cavidad erótica y materna. La mujer se lo comía desde abajo. Con sofocadas contracciones, con dolor voluptuoso se lo tragaba como una serpiente sensitiva.

Él le tocó los senos desde adentro. Desde adentro nombró la flor carnívora que se retorcía como una mujer, como una madre inversa que en vez de parir, tragaba, en vez de educar, corrompía. El joven mozo, presa de la devoración, retozaba en un océano de glóbulos rutilantes. Con frenesí sacudió su sobre de azúcar adentro del tazón de carne. Con las dos manos frotó el azucarero de plata, leche y oro hasta derramar la más dulce nata.

De pronto ella hizo un giro y a la vez, se dio vuelta el mundo. Lo que era noche se hizo más oscuridad. La que era luna se rehizo en desemejanzas y quien fuera calle de piedras pudo tocar la trompeta de un ángel hecho de algodones. Boca abajo, la mujer fue pariendo al joven mozo que renacía aceitado y jadeante como dios de la obscenidad.

Una vez más el sargento dio gracias a su historia. A la posible metáfora de su heroicidad. Si en vez de quedar debajo del caballo hubiera cruzado cordilleras y libertado pueblos, hoy tendría el atiborrado nombre de una peatonal llena de ofertas, de carteles fluorescentes, de guardia urbana y promotoras de Kenzo, religiones, loterías y préstamos a sola firma: compre ya.

Satisfecho con su destino, el sargento una vez más hubo de abandonarse a las interminables lucubraciones de la luna, quien con más dudas que nunca volvía a preguntarse: entre hombre y mujer ¿acaso haya uno que más disfrute?

Miriam Cairo
cairo367@hotmail.com
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-9852-2007-08-16.html

Mónica Russomanno: Primer último tren. El tren.

El tren no se detiene jamás, por el fuera las cosas carecen de realidad. Sólo hay aquí el ritmo de los sacudones constantes que ya no se sienten, el ruido que forma un continuo, el olor de los vagones y la gente sentada eternamente, comiendo de envoltorios que terminan arrugados en los pasillos.
Yo camino buscando ese cine móvil, que se mueve porque el tren se mueve y se mueve porque sorprendentemente aparece a diferentes distancias de la locomotora, que, como el vagón de cola, son los hitos inmóviles que a la vez se desplazan.
Encuentro la puerta que comunica con la oscuridad. La película de ahora es japonesa. Ya ha comenzado, jamás logro ver los títulos de inicio, siempre los finales.
Hay gente en un enorme edificio rodeado por el otoño. Los jardines son memorables, tienen esa sutileza oriental en el dibujo de las ramas tenues sobre cielos blancos.
Las personas, lo adivino después, están muertas. Han llegado a un lugar de tránsito donde deben escoger un instante, el instante más feliz que hayan vivido, para pasar en él la eternidad. Tienen un tiempo para hacerlo.
Los vemos recordar, buscar, debatirse entre instantes afortunados. Hay quien fue un mujeriego desapegado, pero decide que la eternidad será un momento con su familia. Hay el joven desdichado que no puede recordar un solo momento de felicidad plena, pero descubre que puede pasar la eternidad en el recuerdo dichoso de otra persona, esa otra afortunada persona que fue feliz gracias a él. Y hay una ancianita.
Hay una ancianita, una viejita que no escucha lo que le dicen, que no responde, que en un momento hace callar a su instructor para poder oír el bello canto de un pájaro que llega por la ventana. Ancianita japonesa, minúscula viejita de manos de niña, levanta el dedito y señala la ventana, para que el joven calle y se dibuje en amarillo el trino que llega de afuera. Recoge piedritas en el jardín, y las coloca sobre el escritorio notando la belleza de esas simples piedras tan poco valiosas para la mirada del hombre que la estudia con aire preocupado.
Y el hombre estudia a la ancianita, a la minúscula viejita de rostro de muñeca cuarteada, hasta que descubre lo evidente. Dice que pensó que sería la más difícil, y es, en cambio, la más simple. Ella ya ha escogido en qué lugar pasar la eternidad. Lo ha escogido desde antes de morir. Como casi todos, se ha vuelto a la infancia, donde la absoluta y plena felicidad es posible.
Y dónde, me pregunto, adónde elegiría, yo, detener el tiempo para siempre. En qué lugar, me pregunto, pasaría yo la eternidad. Cuándo fue el momento de felicidad que desearía proyectar en el presente absoluto, futuro y pasado fundidos en un único instante continuo.
El tren se aleja, o se acerca. El tren sigue su marcha traqueteante por la llanura mientras pienso esto, sentada yo en una butaca de un vagón en penumbras.
Me sobresalta la carcajada de Oliver Reed, que ha muerto; la sonora carcajada de Oliver Reed que ha vuelto hacia atrás la cabeza, me mira con fijeza y súbitamente, bruscamente, brinda por mí bebiendo del pico de su eterna botella siempre llena.


Mónica Russomanno
russomannomonica@hotmail.com

Marta Zabaleta: Borrachera de hastio

Quisiera
esa mansedumbre brutal de los vacíos que se entremezclan: me liberan.
Libo el vino y canto a la salud del patronímico que enrostra en su garganta frío y caliente, gargantúa de Oriente, un orgasmo de libélulas y grillos, valga en tu estertor la primavera. Baile de los encajes azules, de las medias mustias, de la madre adolorida, de la nana sin llagas, valga.


Tu hombría.
La heterosexualidad debida a las manzanas. Cuerpo y figura, hasta la sepultura, me basta
una naranja. Bien pelada, azuzada de escombros y consonantes, prima luna de verano, verde rota
de primavera.

Hay tres o cuatro ranúnculos, pero pueden ser, sin embargo, pleragaragious, sin que medie
ningún responso.
Por un canal temprano de la tarde de Wimbledon y
tus luciérnagas: el cristal, la esmeralda, la rosas del desierto, sea Khalo o cualquier otra, tuya es la comunera. Tú figuras.


Lejos estás del momio: desdeño esas figuras, te respeto… con tozudez, hermano, tu ritmo acompasado: y

el rey
la niña
yo
tonta.
El amo, tú amas, él no me ama.
Escucha tus libélulas: ellas sí son rosas. Simientes,
sin agujas, puro senos y vientre.


No soy ni un pétalo. Soy tu sirvienta, tu ídolo incaliente, o tu espejo pantalla. Espantapájaros yo, avispa. Triste es adormecerte, pleno mío: CELAS
Sobre la nieve cojeo, como pellejo de serpiente atrás, veo el río. Y mas atrás, vos, tu cara y tu recuerdo. Bravo mío.


Tú el sirviente, yo el ama, y quinientos duendecillos en la simiente.
Renaceremos en Varsovia
aun en la muerte
juntos, trébol y alta la luna, reflejados
en el Vístula, adolescentes, amándonos, en una sola vez, mas para siempre...


Marta Zabaleta(c)2 de julio 2007, Reino Unido.
martitacriolla@yahoo.com.ar
http://www.martazabaleta.com
http://boards3.melodysoft.com/app?ID=Shaharazad
http://martazabaleta.blogspot.com/
http://artsandscience.concordia.ca/cmll/spanish/ACH/Registro/Marta_Zabaleta

Rolando Revagliatti: Le mort en direct

"LE MORT EN DIRECT"



Estoy listo
aunque borroso en las panorámicas
para los acercamientos, para la vigilia

Estoy listo
para tanto como hay en esa mujer
en los parques, en el cementerio

Lloro, pestañeo
pero sigo listo
aunque me resienta en la oscuridad

Tomas largas
para llevarla al mar
en mi cámara

Estoy listo
para interceptar
la trasmisión

Estoy ciego.



======================================



"LE MORT EN DIRECT"



Estou pronto
ainda que embaçado nas panorâmicas
para as aproximações, para a vigília

Estou pronto
para tudo o que existe nessa mulher
nos parques, no cemitério

Choro, pestanejo
mas continuo pronto
ainda que eu sofra na escuridão

Tomadas amplas
para levá-la ao mar
em minha câmara

Estou pronto
para interceptar
a transmissão

Estou cego.



Rolando Revagliatti
revadans@yahoo.com.ar
Traducción al portugués: Olga Valeska
http://alenar.wordpress.com
http://www.artecomunicarte.com
http://artespoeticas.librodenotas.com
http://www.revagliatti.com.ar

Miguel Sánchez: Desde Barcelona

mensaje nuevo

entonces la próxima semana
junto a la farola
se va a producir el reconocimiento
de la cara que vi.

siete días antes su perfil inquieto
auguraba ya la nueva esquina
y el tiempo era un ovillo
incubando la punta del hilo

Miguel Sánchez
miguelsq@gmail.com

Miguel Ángel de Boer: La flaquita

“Esperame en el cielo corazón

si es que te vas primero”




El 3 de Agosto, se cumplió un nuevo aniversario de la muerte, en Buenos Aires, de María Haydée Rabuñal, la Flaquita (o Mary), que ocurrió el mismo día en que yo estaba rindiendo Infecciosas en el Hospital Rawson de Córdoba.

Si bien por la mañana había visto un titular en La Voz (“Caen abatidos en un enfrentamiento” o algo por estilo),el cual no me detuve a leer por el apuro, fue recién por la noche y de una manera fortuita que me enteré de lo acaecido, desgarrándome un pedazo del corazón para siempre.



Recuerdo que la vi por última vez en la estación de trenes de Puente Saavedra.

Recuerdo que nos abrazamos con todo amor.

Recuerdo que sus últimas palabras fueron: “Cuidate Bichito. ¡Vos sí tenés que seguir vivo!”

Recuerdo que le dije: “¿Cómo de me decis eso Flaquita?...Vos también tenés que vivir...!”

Recuerdo que nos volvimos a abrazar y ella subió al tren saludándome a lo lejos.

Recuerdo que sentí que ya nunca mas la volvería a ver.



Tiempo después supe las circunstancias en que se habían producido los hechos.



“Si tu mueres primero yo te prometo

que escribire la historia de nuestro amor”



Pero quisiera compartir ahora lo que fue su vida, o parte de ella, mas que hablar de su muerte.

En homenaje a su existencia que valió, y mucho.



Nació en Córdoba donde transcurrió su infancia, para luego trasladarse, con su familia, a la hermosa ciudad de Paraná, de donde regresó a su ciudad natal para estudiar medicina luego de recibirse de maestra.

Nos conocimos siendo compañeros de la facultad y fuimos creciendo juntos a la par de los acontecimientos de aquella época: la dictadura de Onganía, la intervención a la Universidad, la represión al movimiento obrero, la muerte del Che, de Papillón, de Cabral, de Bello, de Hilda de Molina, el Cordobazo, la llegada del hombre a la luna, el Viborazo; la lucha obrero estudiantil, las tomas del barrio Clínicas, las asambleas, las idas a las fábricas, los actos relámpagos, los grupos de estudio; pero también junto al hippismo, los Beatles, el rock nacional, Hortensia, los Panteras Negras, al Mayo Francés, la guerra en Vietnam, en el Congo, y el surgimiento de la lucha armada revolucionaria.

Militábamos como delegados independientes en medicina y trabajabamos en dispensarios barriales o compartiendo experiencias como la del cura Vaudagna (Erio) en barrio Los Plátanos. Allí fue donde se hizo un famoso pesebre que incluía, ademas de Jesús, al Che, a Camilo y a Ho Chi Minh y al Gringo Tosco, entre otros.



“Tanto tiempo disfrutamos de este amor,

nuestras almas se acercaron tanto asi”



También trabajamos varios años como practicantes en el Hospital de Niños (ella en Hemoterapia y yo en anestesiología) y en la Maternidad Provincial, lugares donde tambien militábamos en las comisiones y agrupaciones de lucha.



Pero con la Flaqui además estudiábamos juntos (jamás la bocharon en una materia), poníamos inyecciones, tomábamos la presión arterial, conseguíamos muestras médicas (es decir, atendíamos pacientes) en todos los barrios que vivimos. Disfrutábamos intesamente del cine, de la música, de ir al río, de andar en moto, de encontrarnos con amigos. Tocábamos la guitarra y cantábamos cada vez que podíamos. Ella tenía una hermosa voz de la que muchos aún se acordarán y aún perduran en mi pecho los acordes de “Nostalgia mia”, entre tantos temas que hacíamos (“Me gusta caminar por esas calles/ cuando la lluvia cae sobre las casas/Entonces recordar tu tibia boca/ y el profundo marrón de tu mirada.....”)

Eramos lo que se dice: compañeros. Con todo el significado, profundidad y dulzura que tenía entonces esa palabra.

Por eso también discutíamos, puteábamos (mucho mas yo que ella, es cierto), llorábamos o nos cagábamos de risa. Con la misma pasión con que hacíamos el amor donde nos venía en gana. Otra que el Kama Sutra! Nunca olvidaré que la primera vez que hicimos el amor fue después de haber visto Morir en Madrid en el cine Sombras.

Rebozábamos de juventud y de pasión. De fé y de ilusiones.

La vida nos brotaba por los poros “como un torrente de trigo y luz”.



“imborrables momentos que siempre

guarda el corazón”



La Flaqui, Mary, mi “Pichona”, era increiblemente optimista, llena de esperanza y convicción.

Con una voluntad y un compromiso admirables en todo lo que hacía.

Seductora. Muy seductora. De eso se acordarán muchos también. Y yo, para que contarles los dolores de cabeza que me produjo.

Es que era difícil no quererla. No enamorarse de ella.

Con sus ojos siempre relucientes, su sonrisa nacarada y su cuerpito que parecía frágil pero no lo era. Pero por sobre todo con esa disposición siempre presente para la mas espontánea solidaridad, sin ningún tipo de especulación o interés. Fuera lo que fuera y con quien lo necesitara. Y no es una metáfora. Es que la generosidad, la honestidad, el altruismo eran para todos nosotros valores fundamentales para nuestra condición de humanos y mucho mas: de revolucionarios. Pero en Mary era una actitud casi natural, justo es decirlo.



Y pensándolo ahora, no sé como hacíamos con el tiempo. Y eso por no contar todo lo que hacíamos pues sería de nunca acabar.

Tal la intensidad con que vivíamos, siempre en ebullición, sintiendo que construíamos un mundo nuevo y que éramos protagonistas de cambios imprescindibles. Por eso mismo aún en los peores momentos nuestro aliento no decaía.

Era tan linda la vida, entonces. Tenía tanto sentido, que no importaba nada sino vivirla plenamente. La felicidad no era concebible en términos individuales, sino para y con los demás. Lo cual no excluía nuestra afirmación en nosotros mismos, pues creo que pocas veces en la historia los jóvenes tuvieron tal oportunidad de sentir que podían ser ellos mismos.

Y la Flaquita nunca cejó de reafirmar esa búsqueda.

Es mas, creo que la muerte la sorprendió en ese camino.



“Nosotros

que fuimos tan sinceros”



Porque aún estaba llena de amor y de vida (aún tengo presente el inmenso cariño que tenía por su familia, sus padres, sus queridos – para ella únicos – hermanos) de sueños y proyectos.

Porque tenía mucha vida por delante y lo sabía.

Porque creo que ella, como tantos, se arriesgaron a moir no por desprecio a la existencia, sino por la indignación y el dolor de vivir en en una sociedad de injusticia y privilegios, de explotación y desigualdades.

Porque le dolía la pobreza de los demás como si fuera de ella.

Porque sentía que mientras hubiera hambre y miseria era inmoral no hacer nada para modificarlo.

Porque amaba a nuestro pueblo. A nuestros semejantes.





Confieso que aún siento la impotencia de no haberla convencido de desistir de una lucha que para mi ya era infructuosa, aunque lejos estaba de saber la siniestra pesadilla que se nos venía encima.

Pero creo, además, que no tuvo tiempo.

Pasa que para mí, que no la volvi a ver desde aquella despedida, sigue en mi recuerdo como en ese momento, como en aquellos años.

Es más, no logro concebirme a mi mismo en esos recuerdos sino como éramos entonces: jóvenes, y por que no decirlo: bellos.



Y asi seguirá la Flaquita. Eternamente joven. Hermosa.



Y nosotros, los que tuvimos el privilegio de conocerla, también.





“¿porque no me enseñaste

como se vive sin ti?”



Miguel Angel de Boer
Comodoro Rivadavia, Agosto 3, 2007
sigmundm@uolsinectis.com.ar

Mirta Liliana Urdiroz: 4 Poemas

Amo



al otoño


con su lluvia


cuando


Insolente


golpea en mi ventana


para dejarse mirar


Y se arrastra


esfumado caracol


por el cristal



Su sonido


me enseña a cantar


y más



******************************





Decir poesía


es


trazar el verso


sacudiendo el corazón


dormido y quieto


es


escuchar la música


de nuestra sangre


delineando emociones


es


al rojo remontar


pálidas ausencias


y apenas


felicidad





******************************





Del bosque de bambúes


asoma la luna llena



No me atrevo a mirarla




*******************************




Dime que sí sólo una vez



y podré enseñarte mi mundo de acuarelas



revelarte mis estaciones



y mirándote



mostrarte el color de mi alma



sin más





Si así decides quedarte



Si así decides partir



Sabré...



Mirta Liliana Urdiroz
Todos los derechos reservados
mirtaurdiroz@yahoo.com.ar

Cristina Villanueva: Desde el jardín de invierno

LOS DOS SOLES

En el Sahara los hombres azules aceitan con risas el interior de sus
túnicas.
Los camellos beben te de menta ,mientras juegan al dominó.
En Bs As el sol negro, mordió la piel de la Plaza

y solamente fotocopias de caballos.



Apalabrada

Una niña perdida en el jardín de signos,
se abraza a las palabras y resiste
en el centro de lo que no se dice.

Piel

Frontera, textura, aduana, trama
Estrella de los órganos.
Guante, medias caladas por el desamparo.
Lujo, tacto, llamado.
Mórbida flor que se abre en labios que hablan y que no.
El frío, los colores, la lluvia se desmenuzan en los poros.
Busca suaves pelos, ásperas hojas, palabras.
Desmesura que avasalla lo inerte con su selva de imágenes.
En la cintura de la piel se doblan las estatuas.



AUSENCIA


Abrazo de voz
en tu pecho sonido
agua de luz la piel.
En el vértigo del origen,
Proa.


Después vino la mancha del dolor
ausente de testigo se quedó la memoria
el misterio del nunca, la tenaz lejanía.
¿eso será el exilio?


Y tanta lucha,
llamarada, furia
se perdió en la distancia crecida de la muerte.



No te guíes por lo obvio

Una chanchita linda coqueta y rosada deshojaba la margarita para saber si su cerdito la amaba. Contenta porque el resultado del horóscopo floral fue ”te quiere mucho”, pero enojada debido al dicho popular que le hacía tan engorroso encontrar margaritas.


Cristina Villanueva
pluma@velocom.com.ar

Andrea Fabiana Marqués Vilardo: Breves con MAYÚSCULAS

MENTIRA

INEXISTENTE CÁMARA DE GAS
QUE DEAMBULA EN EL OXÍGENO FICTICIO
DE UNA SOCIEDAD MATERIAL.







CUSTUDIOS DE ALTARES,

LIMITAN EL DERECHO NATURAL,

CANJEANDO PERDON, A CAMBIO DE LIMOSNAS,

DE HOMBRES, INMERSOS EN TINIEBLAS,

MENDIGOS DE UN DIOS, QUE CASTIGA LA ELECCIÓN









IMPERIO DEL HAMBRE



AQUELLO QUE MANTIENE LOS BOLSILLOS DE UN IMPERIO,



ENTIERRA EL PUÑAL DEL HAMBRE,



SOFOCANDO EL ESTÓMAGO DE ESTA HUMANIDAD.





Andrea Fabiana Marqués Vilardo
ipocampus_@hotmail.com
http://samadhi20.spaces.live.com/

Rubén Patrizi: Sabrina, la sonrisa de letras

En el vaivén del columpio entre las risas de niños y una suave
brisa que acaricia las tiernas cabelleras y a las hojas de los
árboles dándoles un murmullo de olas de mar, se encuentra Sabrina
con una sonrisa de A, mostrando dos dientecitos, se agarra con
fuerza a las cadenas del columpio, mira el azul cielo y al verde
césped en cada vaivén, en cada pendular


Unas risas como florecitas del campo que brotan en los caminos, se
oyen por doquier, hay fiesta y algarabía en el parque, hoy los niños
vinieron a jugar, inundándolo de alegría.

A veces vienen todas las tardes a gastar sus energías, a brincar y
saltar en los aparatos disponibles, la rueda, el columpio, el
tobogán y correr a través del césped mullido entre las flores de
cayena y árboles que dan sombra al parque infantil.

Vienen con sus globos de colores, con sus ayas y sus madres, con
sus golosinas, con sus juegos y llantos.

Sabrina ora lleva una sonrisa de U toma la mano de su madre y la
lleva a un recodo del camino cerca del jardín, y allí agachándose le
muestra un caracol, que va en su eterno andar, con su casa a
cuestas, llenando de curiosidad a todos los niños.

Ora lleva una sonrisa de A, de A muy grande, va con los brazos
abiertos donde la madre la espera para abrazarla y besarla, para
apretarla en su pecho, estrujándole su amor.

A veces lleva una sonrisa de E, cuando da una sorpresa a su madre
tratando de asustarla, es un juego, o cuando le abraza las piernas
en un acto de amor

Tiene una sonrisa de O cuando ve una ranita, y la sorpresa no le
da tiempo de reaccionar, la quiere asir y la ranita se le escapa,
dando un salto, dando otro, y desapareciendo entre el verdor de las
plantas,mimetizándose, desapareciendo como un mago en plena
actuación.

Ora lleva una sonrisa de I, se acerca a su hermano que trata de
pintar estrellas, que pinta el sol y las nubes de rosa, que hace
atardeceres con colores de iris, él muy serio juega a pintar, el
todo circunspecto no le hace caso sigue ensimismado en su labor,
rayas acá, rayas allá, dibuja dragones en las ramas de lo árboles y
pinta castillos sobre montañas sagradas y ríos lejanos que van al
mar, un mar de sueños y gnomos, de ondinas y hadas, un mar verde,
que la fantasía llena de barcos, de islas, de ilusiones.

Sabrina le habla, le toca, le llama, el muy serio no responde esta
ocupado en su crear

Ella con su sonrisa de guión _ se retira viendo a su madre y con
los ojos tristes se va a corretear al gato que esta debajo de la
banca cambia su sonrisa a una U, y tremenda se le acerca queriéndolo
tocar, el gato arisco se escapa, ora, se le transforma la sonrisa en
otro guión_, la sorpresa del gato en su brinco tan alto y sus ojos
redondos se llenan de luz. Allí hay una sonrisa de U invertida, una
mueca de dolor, tiene una espinita en el dedo, corre donde la madre
que la sana rápidamente, y olvidando los percances sufridos, corre
por el parque, cantando, riendo, brincando, con sus cambiantes
sonrisas

Una A, muy grande, a veces mostrando dos dientecillos
Otra A, esta de amor
Una O de sorpresa, y sálvese quien pueda .Y canta el borriquito
mostrando sus dientes con sonrisa de letras

De la A, a la E.

De la I a la O

Y de la O, a la U

Cantando que el borriquito sabe más que tú.

Y continúa cantando y se ríe……………….


Rubén D. Patrizi M.
patrizi.ruben@gmail.com
www.vocesysusurros.3a2.com

Mariano Meiraldi: El ritmo del vientre

“Me gustan las mujeres viles, las perras borrachas, con las medias caídas y arrugadas y las caras pringosas de maquillaje barato. Me gustan más los pervertidos que los santos”.

Charles Bukowski



Sorbió un trago de whisky, y pitó un 43/70. Luego apretó play en el grabador y se puso a bailar un tema de Los Iracundos; con el vaso en la mano y el pucho entre los labios recordó momentos de su juventud, imágenes del pasado, historias lejanas que la conmovían.

Para salir había elegido ropa interior de encaje rojo, y una fragancia dulce, como a jazmín. - ¿Quién sabe? Quizás hoy tengo suerte – pensó mientras se vestía con un jean extremadamente holgado y un sweter blanco que le dibujaba bien los senos.

No era la misma que a los veinte años, pero con cincuenta, y bien llevados, aún estremecía a los pendejos calentones que revoloteaban a su alrededor. – La experiencia cuenta – se repetía una y otra vez mientras luchaba contra el cierre del pantalón que no se dejaba abrochar.

Bajó las escaleras del departamento y atravesó un estrecho pasillo. El barrio estaba frío y oscuro; la soledad invernal de las calles inquietaba. No tenía una figura esbelta, pero tampoco era un matambre enfajado.

El bar estaba vacío y silencioso. Se sentó en la mesa, pidió una medida de Criadores y un poco de música que la relaje. – Los pibes de ahora no son como los de antes. En mi época si les bailabas te aplaudían, te tocaban, se tocaban, y te decían piropos. Ahora son fríos, cagones. Te miran sin decir nada y después se pajean en sus casas. Son medios maricones. Virgos asexuados que se franeléan entre ellos – meditaba con un flujo de resentimiento mientras la cantina se poblaba.

De a poco empezaron a circular jóvenes de diferentes edades, mozalbetes trajeados que desfilaban con tragos en sus manos. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro, y dejó al descubierto la falta de un diente en su dentadura. La sangre le hervía, temblaba. Un jadeo profundo e inaudible la agitaba; el whisky se evaporaba.

La voluptuosidad de su abdomen inició la danza del vientre al ritmo de Los Redonditos de Ricota. Como una experta cazadora largó el señuelo. Movimientos pélvicos convulsivos y rostro enloquecido de placer eran su mejor cebo.

Recorrió el bar con la vista en busca de la presa que mordería el anzuelo. Meneando la cola y humectándose los labios con la lengua se dirigió hacia un grupo de chicos que sonreían y aplaudían los movimientos de ella.

Danzó un ritmo excitante y rozó con las manos sus pezones erectos, invitando a que la toquen. Indefensos, los niños la miraban temerosos y sin saber que hacer; la situación los sobrepasaba.

Con el torso al aire, y desprovista de todo prejuicio empezó a ordeñarse los senos sin obtener ninguna leche. De inmediato tomó la mano de uno de los chicos y la sumergió dentro de su sexo. Chorreaba, y la cara se le desencajaba. Aullaba e invocaba al demonio, dios de los placeres y protector de la lujuria.

El cierre de su pantalón se abrió, y de a poco lo bajó hasta descubrir su adiposa cadera. Los niños corrieron desesperados para todos lados. Uno de ellos fue la víctima; quedó atrapado entre los cantos de la mujer, que en cuestión de segundos dilató su ano a tamaños inimaginables y lo devoró. Del niño no quedó más rastros que un par de zapatos náuticos imposibles de digerir.

Mariano Meiraldi
kira_baleno@yahoo.com.ar


Sergio Borao Llop: Artume

Intuir su presencia en una esquina,
percibir la cadencia de su paso,
caminar a su lado sin sorpresa,
reanudar conversaciones inconclusas
y despedirse luego en un semáforo
o junto al cauce virgen de un torrente
o en el andén de una estación sin nadie.

Escuchar, sin comprender, su vuelo leve,
acostumbrarse al blues de sus pisadas,
someterse al dictado de su verbo,
aclimatarse al frío de su risa.

Una noche vendrá; lo ha prometido.
No sé si a liberarme de este yugo
o a imponerme otro yugo diferente,
pero ¿acaso importan ya
las condiciones?


Sergio Borao Llop
sergiobllop@yahoo.es
http://al-andar.blogspot.com/
http://sbllop.blogia.com/
http://www.aragonesasi.com/sergio

Carlos Carbone: Una mañana de octubre

Una mañana de octubre
bebí el sol
también comí un maduro fruto
al pie del árbol
y por si fuera poco
aprendí una oración extraña
a mi llano lenguaje.
Entonces
como si el agua del mar
se convirtiera en azufre
con lentitud de siglos
desnude mi cabeza
de toda tentación
toda
y conté sobre mis quemaduras
a mis sencillos hermanos
que con el hielo al cuello
aún
esperaban una limosna.
Una mañana de octubre
en aquel pobre barrio del
Oeste
se produjo una pequeña venganza.


Carlos Carbone

ccarbone71@hotmail.com



Rolando Revagliatti: 2 textos


Novios
Temblequean las sillas, roñosísimos y quemados los mantelitos, las
paredes, rugosas y coherentemente húmedas, así como el techo, con ondas.
El olor ambiente casi se oye. Sobre el mostrador campean sándwiches de
pan francés envueltos en un plástico transparente, aunque no lo
bastante, y en otro envoltorio de idéntico material e inconfundible aspecto,
se exhiben facturas apelmazadas. En la mesita aquella, fumando, mientras
aguarda el comienzo del show, mi novio lee el capítulo onceavo de “Las
Alas de la Paloma”. Soy una de las potras en bikini maquillándose en
un cuartucho con insignificantes pretensiones de camarín.


Artista

Al principio del proceso de gestación, le ocasionaba inconvenientes diversos a su mamá, tenues y vulgares. El parto fue normal, y en la cama matrimonial de sus papis: borroso don Lacio, ya un provecto, y Catalina. A Andresito lo antecedieron Gustavito, luego el robusto adolescente Gustavo, y Luisita, recibida precozmente de ingeniera civil y con promedio distinguido. Andresito y Gustavito eran rudos entre sí, en tanto con Luisita se mostraban considerados. Andresito era el más serio de los tres. Y el segundo más serio de los cinco. La fiesta acontecida a raíz del vigésimo cumpleaños de Gustavo, se malogró por el síncope que demoliera a don Lacio, más lacio que nunca yaciendo sobre el sofá del living, rodeado por la muchachada. Catalina no tardó en volver a casarse. Y Andresito contrajo hepatitis, en represalia, a modo de amonestación por ese enlace con un anciano entero y pintón. A él no le resultaba sencillo entregarse y disfrutar. Y se martirizaba por nimiedades y
desacuerdos con circunstanciales novias o amigas. ¿Avatares?: un par de blenorragias, o bien, borracheras con vino del zorro, o amontillado, o vodka, después de cortes bruscos.
Quiso el destino que a su medio siglo se encamotara nada menos que con una mendiga con parada en Retiro. Y que la sustrajera y la hiciera bañar, y curar de esos estigmas ulcerosos en las piernas. Y la extirpara de las calles ubicándola en un piso donde la ama con fervor encomiable. Y la vista en Gina Buti y la peine en Miguelito Romano. Y la declare su musa redimida, ya que inusitadamente estimulado, escribe y pinta ahora, y la menta y la plasma desde la pluma y el pincel. Es en la Galería de Arte y Poemas Ilustrados Delacroix donde expondrá desde el próximo primero de marzo, fecha de la vernissage con celebridades invitadas, y ágape y prensa, hasta el diecinueve de ese mismo mes.


Rolando Revagliatti
revadans@yahoo.com.ar
http://www.revagliatti.com.ar

Mary Acosta: 3 poemas


ACROBACIA SALMICA

Atardece en mi,

ante el desnudo audaz de los espejos.

Desgrano la penumbra hambrienta

vistiendo un traje de epílogo,

sobre la fina piel gastada,

que expulsada en siete gritos

desarma cóncavos domingos de abril.

Detrás del músculo agotado,

la acróbata libélula

confabula el vuelo,

en mitad del geodésico instante,

inventando el hálito de Dios resucitado.





A BOCA CERRADA


A boca cerrada tensa su armadura

sobre la máquina del miedo.

Sus ovaladas neuronas

acunan naufragios y grávidas ausencias.

Sobre musgosas rocas,

cuelga su alquitranada infancia.

Las esquinas calladas retenidas en sus tímpanos,

pierden su metamorfosis prometida.

Invitado al convite turbio de sus muertos,

coexiste entre los puentes calcados del ahora.

Envoltura de corto viaje disfrazada y a boca cerrada,

memoriza la existencia entre un yo injertado

y la presencia subversiva, de la última palabra.






PARTICULAS VERTICALES


Tú no eres tú,

tampoco eres dueño de tu nombre.



Eres solo una arruga

atrapada en la tierra.

Eres una bofetada de partículas nacientes

desfilando verticalmente.

Eres la herencia de las horas perpetuas

y el eco sinfónico de una esencia gemidora.

Eres un estimulante motivo de nostalgia

perfumando el sendero del espíritu.



Y eres la viudez de tus cenizas

arrinconadas ciegamente,

sobre una recta sinfín

y un nombre encima.


Mary Acosta
poemasdemary@hotmail.com
poetamaryacosta@yahoo.com.ar

Mónica Russomanno: Estarse en tiempo quieto

Hace siempre calor en este vestíbulo y esta gran sala. Los viejos están sentados en sus sillas, sillones o sillas de ruedas, alguno leyendo el diario con la lupa, otro con los brazos colgando inertes, la cabeza buscando el suelo.Hay dos que pasean del brazo, la más anciana recta, enhiesta como una flecha, y perdida detrás de los ojos. Alguna vez suplicará confusamente algo ininteligible sin modificar la expresión vacía. Mirando como si mirase más atrás o a otro interlocutor, quizás hablando con alguien que estuvo en otro lugar y otro tiempo, muy lejos, muy atrás. La otra saludará alegremente “hola, María”, y se extenderá en un discurso minimalista con una sola palabra, que es la que le quedó o la que le dejó la vida “la catarata, catarata, la catarata… ¿no?” Si, si, claro, adiós. Y seguirá caminando, sonriente, con el pantalón grande para la silueta que se ha reducido a las líneas de una delgadez tan lejana de los delgados cuerpos jóvenes. Las espaldas se encorvan aquí, desaparecen las cinturas, el cabello ralea y la tintura deja senderos blancos en las cabezas de coronillas calvas.Una anciana sentada espera el desayuno. Está de perfil, atenta al ruido de la cocina. La luz le dibuja el grosor de los párpados, los iris lechosos se hacen transparentes al trasluz, es muy bella así, las arrugas replegando en oleadas las facciones dulces.Un hombre de sombrero y saco negro pasa lentamente. Tiene cien años. Es hombre, y tiene cien años. Todavía las viejitas se tienen que cuidar de sus manos ávidas. Cuidado, cuidado que pasa.
En su mesa está la Leo. “Yo soy la Leo” aclara con una voz fuerte, la única voz alegre y estentórea. Se ríe la Leo, Leonor, se ríe excepto cuando recuerda a la mamá que estaba internada con ella y murió el año pasado, con el siglo recién cumplido. Ahora está solita, y entonces hace puchero y acerca la cabeza rizada a mi hombro y pide mimos. Pero generalmente es feliz. Tiene sus bolsas con lápices de colores y lapiceras negras, sus cuadernos, y algún cuentito o algún periódico para copiar palabras. Copia una palabra cien veces y pinta los renglones de colores. Trabaja la Leo. Se ceba mate y dice que está trabajando, cebar mate es toda una tarea y en esos ratos cierra el escritorio y no atiende a las visitas. Camina con pasitos bamboleantes, arrastrando las piernas hinchadas. Viene con cara picaresca y las manos escondidas. Se queda un rato disfrutando su broma, inmóvil, y luego hace aparecer alguna hojita garabateada para mi renovado asombro. “No se entienden estas palabras, Leo, están todas tachadas”. No, les hizo punto cruz, claro, lo dice y se ríe y cloquea y los ojitos pequeños y juntos se le achican más.
Una mujer se percata de que le presto atención, y aprovecha para contarme las mismas cosas que me contó ayer, y antes de ayer, y mañana. El tiempo está tan presente aquí, y sin embargo no existe. Su vida se ha reducido a algunas narraciones: cuarenta operaciones, la hija que se divorció pero nunca tuvo otro hombre, la delicadeza de su estómago. Otra viejita me mira y dice “mentiras, todas mentiras”.
La Tita es tan pequeñita que se diría que duerme en una caja de fósforos. Ella está aquí porque la sobrina tiene miedo de que si se queda sola le pase algo, pero explica que no pertenece a este lugar. Ella está bien. Supongo que todos piensan lo mismo. Ninguno pertenece a este lugar, están en tránsito, los otros son los que sí, los otros sí, tienen que estar en este lugar.No se prestan atención los viejos. Pocos hablan entre ellos, no se miran. Se desprecian con la misma intensidad con que los jóvenes los ignoran. Basta que alguien joven entre para que las miradas lo devoren. El hijo de la dueña jugaba con su autito en el suelo. Una viejita con alzheimer, atada a su sillón para que no se caiga, se dice a sí misma con alegría “un muchachito”.Las bocas desdentadas, las manos reumáticas, las mucamas cambiando las sábanas, los calefactores encendidos, las cucharas en las tazas donde se remojan los panes, los chales chalinas y gorritos de lana, el estarse, ese estar sin estar, el simple estarse ahí sentado sin esperar nada. La vida que se inclina y se va afinando y se pierde en una pared verde clarito, con flores alrededor de un reloj que funciona para nadie.

Mónica Russomanno
rusomannomonica@hotmail.com

Rubén Vedovaldi: Monografía sobre elefantes

Naciones Unidas convocó a equipos de estudiantes universitarios de todos los países para que cada equipo presente una monografía sobre el elefante.Se realizaron tres reuniones generales explicativas y, cuando no hubo más dudas, los equipos tuvieron siete días para presentar su trabajo.
Lo que las Naciones Unidas buscaba - y lo logró - es que cada uno lo hiciera de acuerdo a su particular idiosincrasia:
- Los norteamericanos presentaron un pequeño librito o manual, encuadernado en rústica que se titulaba: 'All about the elephant'.

Los alemanes presentaron sesenta y ocho tomos encuadernados en cuero, el primero se titulaba: 'Un brevísimo y somerísimo estudio sobre el elefante, primer tomo, la oreja izquierda'.
Los rusos presentaron el video de un Circo con elefantes compitiendo a ver quién tomaba más vodka y hacía mejores acrobacias.
Los franceses presentaron un libro titulado: 'L'amour et l'elephant'- Los japoneses presentaron dos libros: 'Como copiar elefantes' y 'El elefante transistorizado'.
Los holandeses presentaron: 'Variaciones sobre quesos a base de leche de elefanta'.
Los ingleses presentaron: 'God save the elephant'.
Los portugueses presentaron un ensayo llamado: 'Os elefantes mais poderosos do mundo son os elefantes lusitanos de Angola y Mozambique'.
Los brasileros presentaron un trabajo titulado: "Os elefantes brasileiros e os penes más grandes do universo."
Los españoles presentaron dos libros: 'Esencia, presencia y constancia del elefante' y 'El elefante católico a la luz de las doctrinas de Santo Tomás de Aquino y San Francisco Javier'
Y cuando le preguntaron a los argentinos por su trabajo sobre el elefante, contestaron:
- '¡La puta que lo parió! ¿Era para hoy?...

Rubén Vedovaldi
vedonet@netcoop.com.ar

Julio Luis Acosta Toledo: Momentos y otros poemas

MOMENTOS

Largos momentos tengo en la vida,
momentos, como el estar frente a mí padre,
mirando su puerta de mármol,
adornada de frescas flores,
que el viento mece, dejando caer sus pétalos.
Pensé en la vida, como en la muerte,
caminando entre las pétreas mansiones,
que se erguían como cirios,
hacia un lugar desconocido,
donde mi alma buscaba ubicación.
Parado estuve en la tierra muerta,
llorando de tristeza.
Mis lágrimas eran una cascada,
de dolor, al fijar mis ojos,
en tu nombre, y la fecha de tu partida.
Clavado en el pecho,
como una daga, la pena, me estremeció,
sintiendo el gélido paso de la muerte.
Estuve con el Cristo de bondad,
que acoge tu alma,
señalando mi tristeza,
como un cariño,
a través del mármol, que nos separa.
Este encuentro, fue el mejor momento,
al saber, que Dios está contigo.


A TU DESPEDIDA TEMPORAL

Si acaso fue un adiós, a través de lo imaginable, lejos, puede ser, un vivir en tu partida.
Es menester agitar el pañuelo, como nubes, viajando por la vida.
Eres, la dueña de todo,
al punto, de tener tus labios, latiendo en los mios.
Bajo la luna, llorada en el silencio,
de los gritos del corazón, tu despedida temporal, es un negado adiós.


ESCRITOR

Aunándome al festivo día,
elevo una oración.
Para no caer en tentación,
escribo,
escribo,
de noche, de día.
Sueño en almohada de oro,
bajo un charco de letras,
mirando como se empoza mi alma,
en la pupila de un escritor,
que lleva la pluma del amor.

Julio Luis Acosta Toledo

julioacostafap@yahoo.com

Graciela Wencelblat: Necesario desorden/ Te lo dije/ Hago puchero

NECESARIO DESORDEN

Ella borra hechuras del pasado
aquel vestido esa blusa
zapatos desteñidos
los detonantes de una mirada.

Borda en sus trenzas
algo de amor.
Sacude polvo de sus estepas
aterciopela sus ojos
para mirar
el necesario desorden de las cosas.

TE LO DIJE

Que por eso se secan
sentimientos
te lo dije
se acercaron demasiado

solo pudieron contemplar
la terca humanidad contenida

¿de piedra nos volvimos?


de cara a la pared
lluvia de llanto


HAGO PUCHERO


Mañana hago puchero
le pondré de todo
que sea magnífico
como el mejor libro
la música entrañable
el ramo de violetas
la piel del bebé
la mejor noche de amor.

Mañana lo haré
no por que es invierno
y hace tanto frío.

Es por la tristeza que inunda algunos días
las calles , mi cuerpo, la glorieta abandonada
las dudas que mantienen en vilo la ciudad.


desde graciela
Graciela Wencelblat
grawen@fibertel.com.ar