domingo, 10 de agosto de 2008

Cristina Villanueva: Una casa que habla


La muñeca de Chiapas, recuesta su desamparo descalzo y seco, en la seda de un títere de la costa Caribe. Se oye el silencio de los indios, años de piedra, ojos duros devuelven la imagen en sombras. De pronto la casa se levanta en voces. Hay una reverberación de idiomas que crecen, una revolución casi. Títeres y pasamontañas, México y Colombia, Leggere que nos cuenta acerca de la lectura, en italiano. Un gallo portugués, cantan los pájaros del árbol de la vida de Guatemala en maya. Calvino, su jardín bifurcado, de raíces Borgianas. Cuba, sus banderas todavía sin amos. Mundos en el espacio, todo en un punto ¿Aleph, reunión de amigos, diarios de viajes a través objetos, caos de un diccionario de derroches visuales? Tranvía de San Francisco, París,translucida de jardines impresionistas, caballeros medievales sicilianos. Un rey de Austria con su manto de terciopelo rojo, el títere checo llamando a la invencible magia blanca de Praga. Los caballeros con yelmos, corazones de metal que protegen a la muñeca húngara de la sencilla belleza de sus bordados. Key west tan cerca y lejos de Cuba y la inocencia De Bahía con sus mujeres de Blanco, desbordantes de mares y caderas. Una pareja de novios entre las flores ingenuas de un país que ya no existe. Mezcla de alegría y sueños, alegría de lo real maravilloso. Qué es verdad o ficción sobre la alfombra frente al fuego. La imaginaria vida de maracas, ángeles, muñecas rusas, camioncitos de América llenos de gente y de animales, la mariposa ángel de Portocarrero, Diego Rivera rompiendo en arte piñatas y sentidos, queriendo hospedar a la revolución que cae desde el cielo tomado por asalto. Tu voz leyéndome en ese abrazo que parecía indestructible y las lámparas de Aladino amarillosas a las que les pido que junto a las flores del mantel me salven, por un rato al menos, con su lenguaje de papel maché, semillas y madera del desnudo despejado orden de la muerte.


Cristina Villanueva
libera@arnet.com.ar

1 comentario:

mercedes saenz dijo...

Cristina me he quedado muda. Todo el texto tiene un significado fuertísimo pero la prosa, la prosa me dejó feliz de poder encontrar tanta fuerza en esa belleza. Un abrazo. Mercedes Sáenz