domingo, 16 de noviembre de 2008

Libros: "Filos de lata", de Mercedes Sáenz

Mercedes Sáenz

-I-
Filos de lata, de la escritora argentina Mercedes Sáenz, es una colección de cuentos breves y algunos no tan cortos de un decir singular donde la primera frase de los más poéticos cuentos presenta una técnica absolutamente nueva dentro del ámbito de la narrativa latinoamericana, y es que acto seguido se acompaña de la conjunción "y" sin que ello constituya una frase nueva o un periodo, sino a la manera con que un poeta hilvana las estrofas de un poema absoluto; igual cuando la primera frase sigue en punto y seguido; luego, en el segundo o tercer párrafo, por demás de una ternura inusitada, se produce el giro circular con la frase que inicia el cuento y así la narración del hecho que tiene indudable importancia va alargando y alzando vuelo como una cometa según la intensidad del viento y el entusiasmo de la mano que domina el escenario más con la emoción pura de una niña que interroga el mundo con sus ojos inocentes, aunque ya es una mujer muy adulta y razonadora, dueña de un hogar ejemplar con un buen esposo y tres excelentes hijos.

Los cuentos breves y algunos no tan cortos contenidos en Filos de lata nos dan la sensación incontestable de una verdad sentida con dulzura y, a veces, con una fina ironía frente a lo que pudo haber sido lágrimas negras, mientas leemos los breves cuentos de un mundo donde las personas saben perder sus nombres para entrar en escena como símbolo de un pueblo, aunque los nombres de lugares, calles y cosas son auténticos dentro del entorno geográfico en que se desarrollan; es como las ondas maravillosas de un río de oro que pasan bajo el puente de antaño, convirtiendo a Mercedes Sáenz en una de las mejores narradoras latinoamericanas que de estos tiempos he leído, tanto en portales digitales como en libros impresos.

No se podía caminar sobre los rieles de la infancia si no se estaba vacunado contra el tétano, pero en los rieles interiores de Filos de lata podemos transitar sin necesidad de vacuna, porque aquí estos filos no están hechos del metal mohoso del hierro con tornillos por donde pasa el tren, sino con la amorosa pureza de una niña que expresa la poesía que la sorprende a cada instante, y aquellos hechos que ella narra son filos estos latas que ella eterniza, y ahora vuelven a la vida de todos, como era justo que sucediese; pues, en Filos de lata hay muchas voces y cantan a la vida, en pequeños relatos que, aunque independientes en su factura creativa unos de otros, puede decirse que Filos de lata puede leerse como novela, pues hay un hilo conductor que los interconecta. También son poemas en prosa, no poemas en prosa al estilo modernista como siempre sucede en muchos escritores latinoamericanos, sino poemas en prosa totalmente vanguardistas, salvados por el automatismo psíquico que los domina y que los hace muy del siglo XXI; surrealistas por antonomasia; porque son el producto de una hermosa regresión a la infancia con imágenes nuevas, sin la contaminación que la conciencia adulta pudiera imprimirle, no obstante la excelente razonabilidad que los domina en términos lógicos.

Filos de lata es el título general del libro de cuentos; es un libro hermoso, muy bien escrito y las situaciones que presenta son absolutamente significativas y esencialmente muy humanas, aunque sin el dramatismo fatal de los pueblos tropicales; parecería que los primeros dos cuentos se abren sueltos, pues a partir de la página 20, está subtitulado de la siguiente manera: No potrillo pampa, desde la pagina 22 a la 44, contiene los siguientes títulos: Te cambio la figura, ¿querés?, con tres capítulos y es en si una noveleta, (p. 23-31); No potrillo pampa (p. 32-34); La silla (p. 35-36); La dignidad de las colinas (p. 37-38); Si viera Usté… (p. 39-40); Arcabuceros (p. 4), Pequeños escapularios (p. 43-44).
Las señales de la memoria van de la pagina 45 a la 60, y contiene los siguientes cuentos: Las señales de la memoria (p. 47-48); Catalogo (p.49-50); Mensajes de madera (51-52); El que juntaba vidrios (53-54); Como por agua (p. 55-56); El puente (p. 57); El periscopio (p. 58-59); Es la hora (60).
Sigue Siete ojos en su luna en la pagina 61, con los siguientes títulos de cuentos bien logrados: Siete ojos en su luna (p. 63-64); Los ojos que tiene Diana (p. 65-66); Café con leche (67-68); Lágrimas negras (p. 69).
Esa mujer no, página 71, nos trae los siguientes cuentos: No Paulina (p. 73-74; Miércoles a qué la tarde (p. 75-78); Ella creía que había sido (79-80); Clarisa (81-83); Adoquines (p. 84-85), El Barón y la manzana (86-91); Tararira (p. 92-93); Nadie hasta mañana (p. 94-96); La tortuga escocesa (p. 97-99).
En Ese chabón escupiendo conejitos, apartado que va de la pagina 101 a la 119, leemos los cuentos que siguen: Cascarrabias (p. 103-104); Ese chabón escupiendo conejitos (p. 105-106); Decir, decir (p. 107); Frágil (p. 108-109); Luces (p. 111); El señor de las nueve (p. 113)115); Dos por dos, uno más uno (p 116-117); Un día por casa (p. 118-119).
En fin, el último manojo se encuentra desde la página 121 hasta 143, luego el Índice de la 145-146, aparece bajo el título Calles de cuadros y leemos los siguientes cuentos: Calles de cuadros (p. 131-132); Tabique (p. 133-135); Silbido (p. 136-137); Silencio absoluto (p. 138-139); Masi (p. 140-141), y Decir cómo, decir qué (p.142-143).
Sin embargo, todo ello es desde la página 22 a la 143, pues aunque de la 13 a la 19 el primer apartado tiene dos cuentos, el primero titulado Carta de una mujer imaginera a un amigo imaginario (p. 13-18), y De todas las del mundo (A Papá, p. 19); hemos podido constatar que Filos de lata, que da al libro el bien logrado título, aparece más adelante, por lo que asumo que el primer apartado es realmente Filos de lata, por lo que termino este ensayo analizando estos dos últimos textos que son, por ciertos, lo que más me han impactado al encararme a este libro de por sí maravilla a quienes hemos tenido la dicha de leerlos a tiempo completo.
Filos de lata es un libro de cuentos breves que son, a su vez, poemas en prosa dignos de la pluma de Juan Ramón Jiménez, en Platero y Yo, o de Azorín, en Nubes blancas, pero, con la salvedad de que estos Filos de lata, no son sólo bordes de la inocencia pura y encantadora sino los filos de hechos de una adolescente y de todo lo que reencarnan la herida, levantan postillas del corazón sangrante, con una delicadeza tal que el dolor encanta por igual, pétalos sobre la herida, son yonyones que nacen sobre las raíces de los árboles muertos, para ser luego degustados en un exquisito plato de moro de arroz en la mesa común de las añoranzas de tantos humanos corazones de nubes. Merci Sáenz es la rosa blanca de flores enormes que lo perfuma todo con su voz que es toda poesía y eternidad, inclinada sobre el largo tallo de su grata existencia, a un costado de un puente de aguas secas donde vuelve a pasar el gran río heraclitano, y sobrevive en su memoria con todo su antiguo esplendor, y ahora pasa torrencialmente como enantes sobre los campos de su esperanza, sin temor a que la nueva estación amenace con volver todo secadales de nieves unas horas después, pues su voz de mujer heroica y rebelde ya no calla nada y arde como llama inagotable, y es sol que ilumina y derrite al mismo tiempo.

-II-
De todas las del mundo, el relato breve del libro Filos de lata, de Merci Sáenz, está dedicado "A Papá", es decir, a Dalmiro Sáenz, dedicatoria esta coincidente con el Dalmiro "hecho por la mujer de papá, Laura Elizalde", y que le pidió prestado no sólo porque le "encanta y en cada línea dice más de lo que yo puedo haber sabido en mucho tiempo", evidenciando la sabiduría intuitiva que la posee desde niña, donde la expresión inefable dice un mundo en un puñado de monosílabos: "en cada línea dice más de lo que yo puedo haber sabido en mucho tiempo", como si los cuentos dibujados del hombre por su esposa, hasta el fondo del alma que es todo asombro, le revelaran la metafísica que de niña sólo pudo intuir de su progenitor.
De todas las del mundo, no dice menos que el Dalmiro dibujado por Laura Elizalde, y como es muy breve, lo copio todo a continuación:
"Quise buscar una voz y ganó la tuya.
Se vino deslizando por los caminos del cuerpo y se quedó justo ahí, depositada en el limite del obstáculo. Confusión peridural que anula los sentidos.
La oigo desde que el mundo entró en mi y sabía que, ronca, acabaría por confundir la claridad de otras que hablaban del día claro y de los peces, del aroma de vainilla, del ruido de la canela. Que el mundo sería un vértice de la punta de la espada. Que amas tanto que confundes ser pasto, pájaro, hija, revolución, mujer.
Tu voz tenía la disidencia y la protesta, brutal engaño de la inteligencia.
Tu voz tenía un sostenido pedido de amor a gritos, silencios, pisadas de un felino con mascara de dientes.
Tu voz tiene todavía el eje cambiado del centro de la tierra. Tu risa ha sido un tanto como el mundo y su curiosidad.
Se fueron las voces y estaba la tuya" (De todas las del mundo).
En cambio, el primer cuento del texto Filos de lata, de Merci, titulado Carta de una mujer imaginera a un amigo imaginario, es una carta sin fecha escrita por una hija poeta (imaginera) a un padre (amigo) que desvive separado de su primera esposa, es decir, de la madre de la amiga imaginera, y el primer reto, como en Bécquer, es la forma nueva que debe darle a su obra y escribe "con doble "a", que suena a "rima" que "es letra que acompaña", y no puede ser otra, porque intuye que así "se ayuda al sonido y la memoria se va viniendo solita".
Tenemos entonces que Carta de una mujer imaginera a un amigo imaginario es, antes que todo, una obra autobiografía que termina resumida en un hermoso poema en prosa, donde la experiencia surge circular y la verdad viene cayendo a cuenta gota.
Algo que quedó siempre pendiente, fue la inocencia de la madre, en cuanto a la separación. Como ha afirmado en De todas las del mundo, el hombre "tenía la disidencia y la protesta", "un sostenido pedido de amor a gritos", y todavía tiene cambiado "el eje" "del centro de la tierra", mientras su "risa ha sido un tanto como el mundo y su curiosidad", y de todas las voces que se oyeron entonces, únicamente quedó la del hombre, porque escribe "con doble "a" y "la memoria" retrotrae el cálido abrazo de los adorables concursos a lo interno de la familia, envuelta entre las brumas del recuerdo también adorable.

Algo quedó pendiente. Aquella abnegada ama de casa, que dio a luz por segunda vez con el invierno sobre la ciudad de Buenos Aires, en un hospital británico, cuando sólo estaba permitido que la madre viera la criatura recién nacida por media hora, salva los ojos de la niña, pues, los médicos no pudieron advertir que tenía las pestañas al revés. Desde entonces "La niña iba a convertirse en una mujer imaginera", porque aquel prodigio únicamente se explicaba porque había nacido poeta. Fue una niña sin ambiciones mayores, quería ser como la india de al lado, y querría ser dueña de un perro o de un caballo, y segura de adorar a un padre que desvivía en la propia ilusión futura que alentaba su espíritu, con un carácter austero que lo hacía de un amor invisible, aunque de palpable y delicado trato.

A los trece años, cuando su padre se separa de la familia, los amores no sustituyeron el genio de aquella niña imaginera; no; aquella madre que la declaraba ganadora de los concursos de belleza que lleno de humor celebraba el padre en familia, y como no había ojos feos en casa, ni de varones ni de mujeres, la madre la declaraba ganadora porque intuía que aquella infante poeta tenía un reclamo profundo en el alma que no se llenaba con cualquier cosa, y los amores no sirvieron para ocupar ese vació hasta que es ella quien se enamora y escoge al hombre de su vida y traen al mundo tres varones que, por cierto, nacen perfectos, sin los problemas primeros de la niña imaginera, por ella es única e irrepetible, nacida poeta para perpetuar las lágrimas negras del invierno en lontananza.

Poeta precoz, escribe su primer cuento a los ocho años. Pero a los diez, tiene ya sentido del tiempo y es sabía. Una gran depresión la arropa a los trece, con la separación de sus padres, soñando quizás que los ve junto y felices como siempre, en familia. Entonces, en su sentido del presente, valora cada minuto y decide qué clase de mujer va a ser. Va a ser una mujer a contracorriente, tranquila, al lado de la responsabilidad de la madre, será madre también de sus propios hermanos, porque el primero nació varón y ella era la segunda de nueve hermanos.
En fin, una segunda jugada del destino, no sólo hace que sea la abnegada madre quien la descubre enferma, sino que termina triunfadora sobre la encefalitis. Días duras, mente lúcida y perfecta, a pesar de la imposibilidad de movimientos. Dios la cuida y ella habla con Dios. Es alegre, y esta ventura la hace triunfadora sobre aquellos difíciles momentos. Se sabe para algo más trascendente y sobrevive.

Vida tranquila y responsable. Descubre que ese es el secreto divino. Con su alma gemela, vive encantada, en las palmas, y las mujeres le aburren. Dice que el amor tiene mil caras, que el hombre que vive con ella, del cual se enamoró una vez y para siempre, no aprendió a contarla, porque, precisamente, pienso yo ahora, en su vida responsable y tranquila, únicamente pone la luna de perfil su delicada flor de lis, y la sinceridad profunda y recta, es la directriz de esta mujer poeta que nos sublimiza con su verbo de diosa de las colinas.
Afrontó la vida con coraje, poniendo mala cara con lo que le desagrada, lo que la hace una mujer gestual que se ahorra palabras y pleitos, porque es virtuosa y prudente, y así expande su fe de mujer muy del siglo veintiuno, como fue su madre a destiempo.

Finalmente, estamos hablando de Filos de lata, la obra narrativa de Merci Sáenz, quien ya no es una niña, sino toda una mujer autorrealizada, por eso nos dice que "es la mujer la que habla", y que "cuando esa mujer muera, sólo a Dios va a entregarla", pues tiene un corazón que domina su cabeza y "puede soltarlo a volar", que no es cosa fácil, si analizamos el sentido profundo de esta metafísica del decir en doble "a".
Me hubiera gustado hacer referencia o citar las opiniones críticas y aplausos que muchos escritores y escritoras de Artesanías literarias y colaboradores ocasionales como el suscrito, han escrito sobre la labor narrativa y poética de Mercedes Sáenz, pero creo que con estas humildes líneas, bastan por ahora.

Únicamente sería harto importante terminar diciendo que en las páginas 42, 62, 77, 111, 113 y 125 aparecen unas hermosas fotografías de Isabel Capdevila, y que el propio papá de la escritora, Dalmiro Sáenz, en la contra portada de la obra Filos de lata, escribe lo siguiente sobre la misma: "Muchas veces en la historia de los hombres los hijos engendraron padre. Mercedes me engendró con esa mala fe de mina divina hace varios años. El primer asombro que me provocó fue el de nacer y el último éste libro. Éste libro es"; y es que el amor es el secreto de Dios y una hija, como tengo yo una de dieciocho, adora a su padre, con un amor trascendente que la iguala a lo divino, como en Dios el amor es su secreto, tal como acontece en estos Filos de lata, de Merci Sáenz.


Abraham Méndez Vargas, narrador y poeta dominicana, fundador del Movimiento de la Poesía Informalista.
De: Ruben Gomez velaalviento@gmail.com
Asunto: [velaalviento] Tras las huellas del Rocinante de oro de Merci Sáenz (ensayo)
Para: velaalviento@gruposyahoo.com.ar
Fecha: miércoles, 22 de octubre de 2008, 11:50 am

Mercedes Sáenz
http://www.mercedessaenz.blogspot.com/

1 comentario:

Anónimo dijo...

Quisiera conocer este libro. Semejante ensayo lo amerita. Vengo siguiendo algunas cosas de Mercedes Sáenz y creo que para sacar una conclusión pediré uno a la editorial.Felicitaciones a su autor por el cuidado del detalle y las opiniones vertidas. María José