domingo, 23 de noviembre de 2008

Miriam Cairo: La orquídea y la abeja



La vida, atrapada en el viejo recurso literario del origen y el fin hace todo lo posible por existir derribadamente.
Aquella noche se mezclaba con pizza y cerveza, sándwich de jamón y fernet con cola. Todo se sacudía en los estómagos femeninos por el reaggetón que indicaba si los curvilíneos cuerpos debían ir pa'delante o pa'trá, llamándolas a las festejantes con un "mami" cargado de una alevosía sexual que las ponía jocosas y las animaba a la exhibición de sus libertades eróticas.
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Cuando la abeja liba, la ofrenda estalla. La flor se hace abeja en el libar.
Todas bailaban en círculo, alrededor de la futura esposa vestida de novia hot y con un pene forrado con media de nylon, relleno de bolitas de telgopor, incrustado en el medio de dos crisantemos que conformaban el ramo. Cada tanto había una rueda de fotos en la que una a una lamían el pistilo con sobreactuación melosa, dejando una huella húmeda en el camuflaje que por momentos revivía.
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La orquídea trata de dar cuenta de su acontecer y es frágil a pesar de su hermosura.
Allá por las tres de la mañana todo indicaba que la literatura realista no había sido invitada a la despedida de soltera. Sin embargo, la muy fascista, siempre tiene una informante infiltrada. Toda paz comienza con una paz sombría.
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La orquídea arrastra la desnudez de sus secretos y la abeja se hace flor mientras la flor se hace abeja.
Con las piernas temblorosas por ir obedientemente pa' delante y pa' trá, y por bailar agachadita, agachadita, agachadita, cada una de las festejantes se reunió a la mesa con el grupo correspondiente.
Mientras la novia en minifalda colocaba el pene huérfano en el trasero de la suegra para documentar el tono del festejo, todas aplaudían encantadas por tanta libertad sexual.
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La abeja, apenas se acuerda de su ausencia inagotable. La orquídea cede, morada de sombra, a la fuente sombría.
La irrupción traicionera ocurrió justo en la mesa más menos pensada, y a escasos minutos de que los stripers llegaran para mostrarles a las libertinas el culito redondo y la esperanza carnal. Disimulada en la única bebedora de Famoso Rincón, inesperadamente, la literatura realista vino a corromper el apogeo.
Por boca de la encubierta lacaya, la reina de los manuales, la elegida del marketing, la que se agota en su evidencia superficial, dijo que todas las profesoras de literatura son frígidas, para atacar a las de la otra mesa, que apenas fruncían el piquito cuando la futura esposa las llamaba para chupar la manualidad erótica y salir en la foto con aires de Luciana Salazar.
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Al confiar su aliento, la abeja ignora si pierde el río o pierde el viento, si ella es la única que muere, si la orquídea es un acto de su visión.
Hasta allí, el encasillamiento en áreas disciplinares podía ser considerado como un débil esbozo del canon oficial. Que todas las profesoras de literatura son frígidas no es ninguna novedad, pero ya sabemos que la literatura realista no se caracteriza por sus buenas nuevas sino que repite lo mismo que todo el mundo dice, describe lo que todo el mundo ve, descubre lo que ya se sabe. Sin embargo, su vasalla dio un paso más allá: "Es cierto, boluda, todas están separadas".
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Abeja y orquídea retienen la existencia unánime de los nombres. Toma el lenguaje la medida de su imperio.
Fue entonces cuando la literatura no oficial comprendió que la noche era mancillada por los clichés propios de la convencional. Estuvo a punto de repreguntar, de disentir, de vomitar, pero guardó un piadoso silencio. Habría sido una crueldad que la literatura maldita se hubiera puesto a desenmascarar la resignación de las nobles esposas, justo en la noche ritual en que la noviecita hot se despedía de la soltería con la esperanza de abrazar un orgasmo para toda la eternidad.
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La orquídea en su boca guarda una opacidad vehemente para oponerse a la literatura que pretende hacer libros como las gatas hacen nacer a sus hijos.

Miriam Cairo
cairo367@hotmail.com
Fuente: contratapa 22 noviembre rosario/12
http://www.pagina12.com.ar/



1 comentario:

silvia dijo...

Excelente texto. Mis felicitaciones.


Silvia Loustau