lunes, 21 de julio de 2008

Emiliano de Boer: El corazón dilatado y el lobo seccionado


El corazón dilatado



El profundo corazón dilatado en promesas, augura la natalidad de una lastimada caja de langostas. Herbívoras estas, empañan sus armónicos y juveniles platos de carne. Quien las habita en sí mismas son solo ellas, o quien sabe…los insectos.



Despedazado, intensamente, el corazón reivindica su nostalgia amorosa; observa teñir a su querida abuela los plumones bufónicos donde desde niño acomodaba su cuerpo, aún insensato y vertido sobre paños.

Casi de manera sobrenatural, incrédulo de lastimar, se dirige alicaído hacia los cuerpos materiales.

Novelas y cuentos diferentes entablan conversaciones con él; distinguiendo ligaduras estrictas, envases corporales; hablan y no retrucan verbos, solo dispersan y ordenan, vacilan y derraman lágrimas lentas.



La desdentada mandíbula adquiere sus relatos y sale disparada, ahuyentada por los milagros, desprendiendo hongos de los árboles a su paso. Quejosa, maloliente, pero realmente viva, más allá de las apariencias, cerciora la concreta fase de los menores hechos ocurridos.

Aunque despidan atentamente, las hormigas se enfurecen y revocan sus memorias con veneno.



Cuando se hace de noche la luna advierte la presencia babeante del Cuadro; metáforas sin calzar, represas al compañero de bebidas, hacen verter el contenido fuera de sitio, y dentro de alguien misterioso: el lobo seccionado.

El Cuadro enmarca clones, el lobo practica ornamentos básicos, la luna muere de pie y restringe su dolor al ver como son digeridas crudas, las langostas, por un hachero descuidado.



El lobo seccionado



Atribuye la orquesta mediante filamentos hacia los desprotegidos, palpa sentado sobre la fosa marginal y estrecha la mano del Hombre Secundario. Alarmante, de veras alarmante es la prisa con quien convive; está desecha, inutilizada por medidas externas…fenómeno extraño. Él nunca separará hilo, de cordura; tejido de vientres mundanos, de pensamientos necesarios. Sobre el lobo callan poblaciones, con respeto y mérito desgarrador señalan su cuerpo, pintándolo de palabras y mensajes verdaderos. Ni sueños vigilados, ni gastos aparentes. Solo el remedio concluye su triste mirada, nostágica, y eterno cielo que permuta vida.


Emiliano de Boer
halodelemi@yahoo.com.ar

4 comentarios:

Marta Raquel Zabaleta dijo...

Querido Emi:

Me ha emocionado mucho encontrarte aquí; he gozado también mucho leyendo tu escritura, que es a mi juicio, buenísima.

Dos grandes sorpresas ambas, para mí, que se agigantan al provenir de un viejo amigo.

Miles de abrazos

Marta

claudia huergo dijo...

su escritura muestra el ruido de ese bicherío quebrándose, y reproduciéndose...siempre me dieron miedo las langostas, pero ahora que ud las muestra así, no tanto.
besos.

Avesdelcielo dijo...

Dos textos donde se fusionan la naturaleza y lo mítico para develar y revelar esencias humanas.
Los leí varias veces. Muy buen lenguaje. Felicitaciones al autor.
MARITA RAGOZZA

Anónimo dijo...

Un manejo escritural que lleva al lector al deleite de su lectura. Cordialmente,

Silvia Loustau

www.silvialoustau.blogspot.com