domingo, 13 de julio de 2008

Sergio Simpson: Invitación al retiro feraz

Imagen: Río Bocay, Nicaragua

No hablemos de conceptos y valores que pululan destrozados, es rumiar el cerebro. Alejémonos de la miasma e irgamos solitarios el placer de nuestros seres, contemplando airosos las bellezas del contorno. Hay que desechar las directrices que suenan a bofetón y disfrutar de las campanas que redimen a los incautos, y el mugido de la vaca que amamanta al lechero. Aplaude al bullanguero gallo que pica con aplomo y a las gallinas que se sacuden alborozadas.

Intercambiemos sensaciones y escuchemos correr la lluvia tras los gritos del firmamento. Sintamos la sangre reptar por nuestros cuerpos. Recordemos el olor a orgasmo en una tarde calurosa, y el brillo de tus ojos observando caer las gotas salobres de mi pecho. Grabemos las blasfemias de los gatos durante apareamiento alumbrado y el llanto de los grillos en una noche acongojada. Rodéame con tus piernas la cintura y viajemos por la pista del encanto. Alabemos la mesura de quien se comporta elegante pintando los conciertos de un centzontle; el rostro ansioso de una niña que merece caricias en su atrayente cabellera; los pasos del bailarín que contorsiona lagrimeando la espalda y su pareja que clama seguridad en las caderas. Aviva tu fuego bajo mi peso y eleva tu figura por encima de mi ardor. Entendamos el alba que se mueve esperanzada ahuyentado el rumor de cambio en el destino. Acudamos al sol que alumbra las desgracias de esta vida y remocemos su cara que se mofa de la sórdida existencia. Canta a mis labios que besan tu humedad y estira las puntillas al lado de mi obsesión. Inhala el crepúsculo frío, que se acerca cortejado por golondrinas. Fíjate en el desesperado lactante que busca las mamas para saciar su hambre. Destierra de tu mente la envidia y basura que merodea tu camino. Sonríe a los peces que desovan cautivos y a la mujer ceniza que vende dulzura. Redúcete a la par de las hormigas que cargan su pena. Vuela en el cóndor lejos de la superficie y saborea las minucias sin sentido y los actos ridículos de figuras amorfas. Imita al porcino amodorrado cubriendo a la hembra. Lustra a los ególatras para alborotar sus venas y transformarlas en serpientes.


Construye el día en que protegida del hombre vivirás sana, sin desgarres absurdos ni demagogos abrazos. Descríbeme el aleteo del pelícano que remonta el vuelo cargado su buche y la alegre conversación de las gaviotas cuando saludan la aurora; la foliación de tu jardín un día cualquiera.


Esculpe las piernas rollizas que alteran el pulso o los glúteos redondos que desafían vigores; la sensibilidad gay impotente frente al amante en una sala desierta; una vulva tiritona que se inflama por la fiebre; bujerías en el cuello de adolescente altiva; la venduta de esclavas a opulento marino; rodillas de anciana que resbaló en el pavimento o la silla de ruedas vacía de quien cayó por las gradas; la carne blanda de una gorda que camina socada; la tensión de un principiante que conduce ilegal sobre avenida atestada de misántropos agentes; el alivio del longevo que succiona el puro una tarde cortesana; la temeridad del perro que roe su hueso; la maestría del pájaro que diseña su nido; el vestuario de oficinista recién contratado; lo que implica el sudor de busero en horas de la tarde o el aliento de alcohólico a las cuatro de la mañana; improperios de mercader que defiende a su hombre de libidinosa atacante.


Olvidemos el histerismo continuo de mujer abandonada y las borracheras groseras de hombre destemplado; el olor fecal que emana de la ignorancia y las órdenes bobas de quien no sabe que hacer; la servidumbre solícita que mantiene su peste y a la señora pedestre que embauca santera; la intemperie que no tiene hogar y la cavidad resentida del abdomen vacío; la deleznable enfermedad agonizando al mancebo, con punzadas neurálgicas, que avivan el ascua a la dama senil; el arrepentimiento del ente que asesina por celos y la añoranza del pasado que impregna al cerebro.


Desplacémonos rozando la cálida tierra, alimentándonos de inspiraciones que brotan de nuestro cuerpo desnudo, olvidando la mirada de quienes usurpando la verdad acusan al retiro feraz.

Sergio Simpson
Director
Centro de comunicación y estudios sociales (CESOS)
Nicaragua
periodicosergiosimpson@yahoo.com.mx
http://sergiosimpson.ysublog.com/

2 comentarios:

Gabriela dijo...

Excelentes figuras para los sucesos...


Gabriela Abeal

Anónimo dijo...

Riqueza de imágenes y ennumeraciones que le dan musicalidad al texto. Cordialmente,

Silvia Loustau