Uno veía su estatura...
Uno veía su estatura
y en los brazos crecían sus nidos.
En las anginas llamaba a Dios
porque no eran hombres.
( llamábamos milagro)
No quedan muchas cosas
en la memoria.
O tal vez queda todo.
Uno que llamaba a la fe
llamó a la paciencia de Dios.
Uno que aún en la derrota
cantaba,
que hoy de brazos mide el cuerpo grande
pequeño.
Uno quisiera morir lejano de lunas
entre sus brazos
y soñar posible entre sus ojos
arrullando futuro.
Por eso pronuncio
no apostarle a la vida
y que jueguen otros al luto
quienes lleven esclavos
en sus memorias.
A ellos, los míos,
les pertenece la continuada página del libro
que uno escribe bajo el sol fecundo.
O el destierro.
************************************************************************************
Había una vez un pueblo...
Había una vez un pueblo
que no sentía del verano
la primicia del infierno,
ni invierno con aroma a sepulcro.
Sembraban para bocas
de otros
y mordían para inviernos de todos.
No prosperaban clandestinos agravios,
tampoco falsos turismos.
El viento andaba en la sutil manera
de entender y lamer la comarca.
Los edificios no eran peores,
la codicia carecía
hasta en pensares de victorias.
Uno a uno vivía la tierra
en la tierra.
uno en cientos y miles
en uno
y las leyendas cruzaban bibliotecas
bajo estrellas.
Hasta que un día:
Galeones,
hombres de fierro
caballo y pólvora,
Impulsó exterminio
para sus bocas.
Impuso la fe
en las muchachas vírgenes.
Dividieron comarcas con mojones
desde invierno a primavera.
El fuego ardió
y enseñó que debe
y cómo debía
arder el mundo
y los tambores entregaron sus parches
a otros dioses paganos
con sus fiebres de siempre.
*************************************************************************
ni hay duendes de colores en mi boca
serrucho algo de nostalgias
por si o por sino
por la boca muerde
hago un paréntesis de vez en tanto
obligando pajarear bajo fuego bandadas
mientras las raíces levantan el suelo
y los taparrabos en el horizonte pintan de amizcle
el fin del día
se enfria la noche con el pan
paciende de tanto revuelo
antes tierra
semilla
cosecha
molino
boca
no vendo ni un poquito así de mi hábitat
pues el aire sin alambrados no le escapa al destino
**********************************************************************************
“Patria, amor mío . . .”
Con un par de versos de poemas de Armando Tejada Gómez
Mal digo la palabra,
bien digo;
digo basta!
Porque; “hay niños en las calles . . .”
Porque falsos síndicos, delegados del mal,
legados del bien en sillones sin perdón
ya son muchos.
El plato preferido es aun grande . . .
(Inútil escuchar un pueblo silencioso
cuando no grita)
Mal digo mis males,
Bien digo,
“Patria, amor mío . . .”
Porqué vistes triste?
Esperanza
Amada,
amada mía,
escuchas mi canto
en la sombra del silencio?
Grillos de la noche cenaron sobre el rocío
y tú,
vestías luciérnagas de país,
“patria, amor mío . . .”
Un camino dejó mis huesos
hermanos
por humanos en la mitad del viento
y una pupila en las venas a parir mi canto.
Los sueños compartían la buena palabra
cuando gritos quebraban la noche
bajo heridas de tambor y temblor
por costumbre.
“Patria, amor mío . . .”
amor,
aún existe aquella tormenta inacabable
cuando la palabra es tinta en la lágrima.
Ricardo D. Mastrizzo
ricardomastrizzo@yahoo.com.ar
Uno veía su estatura
y en los brazos crecían sus nidos.
En las anginas llamaba a Dios
porque no eran hombres.
( llamábamos milagro)
No quedan muchas cosas
en la memoria.
O tal vez queda todo.
Uno que llamaba a la fe
llamó a la paciencia de Dios.
Uno que aún en la derrota
cantaba,
que hoy de brazos mide el cuerpo grande
pequeño.
Uno quisiera morir lejano de lunas
entre sus brazos
y soñar posible entre sus ojos
arrullando futuro.
Por eso pronuncio
no apostarle a la vida
y que jueguen otros al luto
quienes lleven esclavos
en sus memorias.
A ellos, los míos,
les pertenece la continuada página del libro
que uno escribe bajo el sol fecundo.
O el destierro.
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Había una vez un pueblo...
Había una vez un pueblo
que no sentía del verano
la primicia del infierno,
ni invierno con aroma a sepulcro.
Sembraban para bocas
de otros
y mordían para inviernos de todos.
No prosperaban clandestinos agravios,
tampoco falsos turismos.
El viento andaba en la sutil manera
de entender y lamer la comarca.
Los edificios no eran peores,
la codicia carecía
hasta en pensares de victorias.
Uno a uno vivía la tierra
en la tierra.
uno en cientos y miles
en uno
y las leyendas cruzaban bibliotecas
bajo estrellas.
Hasta que un día:
Galeones,
hombres de fierro
caballo y pólvora,
Impulsó exterminio
para sus bocas.
Impuso la fe
en las muchachas vírgenes.
Dividieron comarcas con mojones
desde invierno a primavera.
El fuego ardió
y enseñó que debe
y cómo debía
arder el mundo
y los tambores entregaron sus parches
a otros dioses paganos
con sus fiebres de siempre.
*************************************************************************
ni hay duendes de colores en mi boca
serrucho algo de nostalgias
por si o por sino
por la boca muerde
hago un paréntesis de vez en tanto
obligando pajarear bajo fuego bandadas
mientras las raíces levantan el suelo
y los taparrabos en el horizonte pintan de amizcle
el fin del día
se enfria la noche con el pan
paciende de tanto revuelo
antes tierra
semilla
cosecha
molino
boca
no vendo ni un poquito así de mi hábitat
pues el aire sin alambrados no le escapa al destino
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“Patria, amor mío . . .”
Con un par de versos de poemas de Armando Tejada Gómez
Mal digo la palabra,
bien digo;
digo basta!
Porque; “hay niños en las calles . . .”
Porque falsos síndicos, delegados del mal,
legados del bien en sillones sin perdón
ya son muchos.
El plato preferido es aun grande . . .
(Inútil escuchar un pueblo silencioso
cuando no grita)
Mal digo mis males,
Bien digo,
“Patria, amor mío . . .”
Porqué vistes triste?
Esperanza
Amada,
amada mía,
escuchas mi canto
en la sombra del silencio?
Grillos de la noche cenaron sobre el rocío
y tú,
vestías luciérnagas de país,
“patria, amor mío . . .”
Un camino dejó mis huesos
hermanos
por humanos en la mitad del viento
y una pupila en las venas a parir mi canto.
Los sueños compartían la buena palabra
cuando gritos quebraban la noche
bajo heridas de tambor y temblor
por costumbre.
“Patria, amor mío . . .”
amor,
aún existe aquella tormenta inacabable
cuando la palabra es tinta en la lágrima.
Ricardo D. Mastrizzo
ricardomastrizzo@yahoo.com.ar
3 comentarios:
Un gran poeta puede pintar con palabras el marco social que lo contiene y la serenidad de su paisaje.
Siento sentir sus decires...
Brillantes imágenes nos trasladan al entorno que nos rodea, sin olvidarse de " los duendes ".
Poesía maravillosa.
MARITA RAGOZZA
Una poesía comprometida con el tiempo social pero que no olvida la belleza de la palabra..Cordialmente,
Silvia Loustau
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