Pequeños gigantes
Somos la terracota el andamiaje
los pedazos deformes
que buscan su lugar dentro del círculo.
Esa opresión del soplo en la mejilla
que avanza nos sacude nos desierta.
Somos el continente aquella isla
comparsa en extinción balde sin agua
tambor de cuero y grasa
a golpes de silencios.
Inquietud pretenciosa del insomne
la magia en el bisel de un calendario
dominó del destino el infinito.
Personajes en celo que se pierden
bajo arenas del mar o entre telones
esquivando a la pausa que incomoda.
Nuestros son los gigantes
pequeños que nos miran
cuando la brisa mueve su manta
y los despierta
(debajo
el mismo párpado
construye)
La peor de todas
Esa que está en la puerta
que amanece temprano
cuando empieza mi sueño.
La de manos rumiantes
que escribe en su mitad
si el envés la completa.
Esa que mueve al tiempo
delata a mi adversaria.
Acaso ella conozca
lo estático del giro
las certezas que ignoro
la hondura del espejo.
Que siendo la impostora
exiliada del mundo
me condena a vivirlo.
Van a colgarme
Insolente certeza
esto de ser prolija vagabunda
reconocerse
de cara a los designios.
Me colgarán de un clavo
con la sonrisa grande
y el verano en los ojos.
Alguien derrochará sus flores
sobre un mar imperfecto
murmurando
mis versos más temidos.
Podré mirar
con limitada perspectiva
a los curiosos.
Muchos
olvidarán mis manos.
Mientras allí
colgada mi cabeza
se vencerá
bajo el reflejo taciturno
de algún vidrio
que irá a poblar mesetas
de hojalata
de heroicos marginales
de suicidas
bajo un coro de moscas
y miserias.
©Silsh
(Silvia Spinazzola)
Argentina
Somos la terracota el andamiaje
los pedazos deformes
que buscan su lugar dentro del círculo.
Esa opresión del soplo en la mejilla
que avanza nos sacude nos desierta.
Somos el continente aquella isla
comparsa en extinción balde sin agua
tambor de cuero y grasa
a golpes de silencios.
Inquietud pretenciosa del insomne
la magia en el bisel de un calendario
dominó del destino el infinito.
Personajes en celo que se pierden
bajo arenas del mar o entre telones
esquivando a la pausa que incomoda.
Nuestros son los gigantes
pequeños que nos miran
cuando la brisa mueve su manta
y los despierta
(debajo
el mismo párpado
construye)
La peor de todas
Esa que está en la puerta
que amanece temprano
cuando empieza mi sueño.
La de manos rumiantes
que escribe en su mitad
si el envés la completa.
Esa que mueve al tiempo
delata a mi adversaria.
Acaso ella conozca
lo estático del giro
las certezas que ignoro
la hondura del espejo.
Que siendo la impostora
exiliada del mundo
me condena a vivirlo.
Van a colgarme
Insolente certeza
esto de ser prolija vagabunda
reconocerse
de cara a los designios.
Me colgarán de un clavo
con la sonrisa grande
y el verano en los ojos.
Alguien derrochará sus flores
sobre un mar imperfecto
murmurando
mis versos más temidos.
Podré mirar
con limitada perspectiva
a los curiosos.
Muchos
olvidarán mis manos.
Mientras allí
colgada mi cabeza
se vencerá
bajo el reflejo taciturno
de algún vidrio
que irá a poblar mesetas
de hojalata
de heroicos marginales
de suicidas
bajo un coro de moscas
y miserias.
©Silsh
(Silvia Spinazzola)
Argentina
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