Apenas
Una gota de piel
un roce en la muñeca
hebras del cuerpo.
Se oye el ir y venir. El tiempo:
una tapicería de dulces jaguares
sobre la seda
del espacio pequeño del contacto
El bello durmiente
Ella, la princesa azul, lo besó para despertarlo. Cuando él se levantó de su largo letargo, se fueron juntos soñando. Otro mundo es posible se decían, amándose las diferencias tan encantadoras. Un mundo en el que no sea necesario adormecer a otros. Un mundo en el que la violencia no imponga sometimientos aletargados. Un mundo en el que se prendan las luces de lo múltiple para iluminar el placer de los descubrimientos.
Googleando
Perdidos los espacios de tiempo en que los misterios, las curiosidades, las dudas deambulaban en nuestro interior.
Todo está allí sin espera.
Esa dirección vaga, esa obra de teatro cuyo nombre casi no recordamos, ese hombre, ese bar, esa mujer, eso apenas esbozado. Eso que nos llevaba a revolver librerías. Eso apenas entrevisto a través del delicado arte de la combinación de miradas, preguntas y silencio.
Como Dios que dicen que está en todas partes pero al revés. Todas las partes están allí.
¿Y el azar y el olor de los azahares y el estremecimiento de la sorpresa, y el vagar sin sentido hasta el encuentro?
Cristina Villanueva
libera@arnet.com.ar
Una gota de piel
un roce en la muñeca
hebras del cuerpo.
Se oye el ir y venir. El tiempo:
una tapicería de dulces jaguares
sobre la seda
del espacio pequeño del contacto
El bello durmiente
Ella, la princesa azul, lo besó para despertarlo. Cuando él se levantó de su largo letargo, se fueron juntos soñando. Otro mundo es posible se decían, amándose las diferencias tan encantadoras. Un mundo en el que no sea necesario adormecer a otros. Un mundo en el que la violencia no imponga sometimientos aletargados. Un mundo en el que se prendan las luces de lo múltiple para iluminar el placer de los descubrimientos.
Googleando
Perdidos los espacios de tiempo en que los misterios, las curiosidades, las dudas deambulaban en nuestro interior.
Todo está allí sin espera.
Esa dirección vaga, esa obra de teatro cuyo nombre casi no recordamos, ese hombre, ese bar, esa mujer, eso apenas esbozado. Eso que nos llevaba a revolver librerías. Eso apenas entrevisto a través del delicado arte de la combinación de miradas, preguntas y silencio.
Como Dios que dicen que está en todas partes pero al revés. Todas las partes están allí.
¿Y el azar y el olor de los azahares y el estremecimiento de la sorpresa, y el vagar sin sentido hasta el encuentro?
Cristina Villanueva
libera@arnet.com.ar
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