Isla a la deriva
Lo único cierto es esta casa
fragmentos vivos
somos uno en dos en cada objeto
ahora dividida
ya no recibo cartas en la piel de la alfombra.
lo único mío es
esta casa tuya que habla
atraviesa ciudades
fiesta de los caminos
en el mantel de flores hechizadas.
Me muevo o me sujeto con el cuerpo memoria
y la casa me narra
en el silencio
la escucho,
envuelta con migajas de tu luz
La noche de los caballos como seda
A la mujer a veces se le encabritaba la mirada.
Era como si un río de caballos negros y sedosos la traspasara en la búsqueda del mar.
Un día se dejó ir desnuda, con pequeños adornos de corales rojos y negros.
Llegó hasta la orilla.
No sabía si seguir o volver a la blandura del sueño.
El cazador de gestos sabe el final.
Sea como sea que termine la historia, a la mujer nadie le quitará de los ojos el brillo de los caballos galopando su noche.
Esa calle
Lo único cierto es esta casa
fragmentos vivos
somos uno en dos en cada objeto
ahora dividida
ya no recibo cartas en la piel de la alfombra.
lo único mío es
esta casa tuya que habla
atraviesa ciudades
fiesta de los caminos
en el mantel de flores hechizadas.
Me muevo o me sujeto con el cuerpo memoria
y la casa me narra
en el silencio
la escucho,
envuelta con migajas de tu luz
La noche de los caballos como seda
A la mujer a veces se le encabritaba la mirada.
Era como si un río de caballos negros y sedosos la traspasara en la búsqueda del mar.
Un día se dejó ir desnuda, con pequeños adornos de corales rojos y negros.
Llegó hasta la orilla.
No sabía si seguir o volver a la blandura del sueño.
El cazador de gestos sabe el final.
Sea como sea que termine la historia, a la mujer nadie le quitará de los ojos el brillo de los caballos galopando su noche.
Esa calle
Yo conocí una calle que está en cualquier lugar
Una calle que da al mar,
a la caída del sol, al incendio
una calle que termina en jardín
un jardín que se abre
una calle que se pierde en la selva
una calle que linda con el grito
con animales de seda innumerables
con barcos que se mueven en la luz
y ceremonias que matan el desierto
Decir yo he conocido
Es decir la presiento.
Esa calle me espera
Desnuda de carteles
alguna vez
Voy a reconocerla
Furia de lo vivo
La carne de las flores cae en racimos
Resbala en el aire
Agujeritos de luz en la mancha verde
Por donde los espías del cielo
Nos dan señales..
La belleza está en lo inesperado.
Una hoja se suelta casi con dolor
Emisario que trae la noticia.
“Los ángeles no existen:
son ustedes”
Cristina Villanueva
1 comentario:
**La belleza está en lo inesperado**. Cristina afortunada. Le llegan las preseas sin elocuencia extrema. Algo de su corazón palpita en el galope de sus caballos de seda.
Mujer al fin.
Sugiero ser leída en tardes lentas y sorbo a sorbo.
Se paladea el vino y allí llega la euforia.
Tras tanta tersitud hay fuego oculto.
Confieso me ha costado este pasar por sus colinas verdes. Tropecé con su calle, hablé con ella, me salpiqué de envidia y la proclamo Reina en su fortuna.
La de saber zurcir prosa y poema, sin eludir escotes y claveles.
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