Taller literario
Un ejercicio que a veces fructifica. Escribir una pequeña lista de palabras y
pasársela a un compañero para que las incluya en un texto breve.
Este juego no quiere incitar a hablar o escribir con las palabras de otro,
como si nos pusiéramos un traje o un pensamiento ajeno, es sólo un juego que
amplía los límites de nuestros repertorios. Las palabras amigas se enlazan
con las nuestras y nadan en nuestro torrente imaginativo. Finalmente es lo
que hacemos, enredarnos con las palabras de todos los que leímos o
escuchamos, pasarlas por nuestras vivencias y sacarlas al aire para que
algún otro las tome prestadas.
Cristina Villanueva
El bar esta silencioso. Quietud. Humo. Sombras. Una música melancólica se oye suavemente. Olor a café. Sentado, fumo un cigarrillo, frente a mí un vaso de vino. El dolor está en mis venas, llega hasta mi corazón. En una pared, detrás del humo veo un cuadro futurista, desde él me mira un ojo obtuso encerrado en una espuma. De pronto algo interrumpe mi abstracción, el mozo me trae el café con crema, desde mi angustia me parece letal. ¿Volveré a tener mañanas claras?
Delia Cosentino
Un ejercicio que a veces fructifica. Escribir una pequeña lista de palabras y
pasársela a un compañero para que las incluya en un texto breve.
Este juego no quiere incitar a hablar o escribir con las palabras de otro,
como si nos pusiéramos un traje o un pensamiento ajeno, es sólo un juego que
amplía los límites de nuestros repertorios. Las palabras amigas se enlazan
con las nuestras y nadan en nuestro torrente imaginativo. Finalmente es lo
que hacemos, enredarnos con las palabras de todos los que leímos o
escuchamos, pasarlas por nuestras vivencias y sacarlas al aire para que
algún otro las tome prestadas.
Cristina Villanueva
El bar esta silencioso. Quietud. Humo. Sombras. Una música melancólica se oye suavemente. Olor a café. Sentado, fumo un cigarrillo, frente a mí un vaso de vino. El dolor está en mis venas, llega hasta mi corazón. En una pared, detrás del humo veo un cuadro futurista, desde él me mira un ojo obtuso encerrado en una espuma. De pronto algo interrumpe mi abstracción, el mozo me trae el café con crema, desde mi angustia me parece letal. ¿Volveré a tener mañanas claras?
Delia Cosentino
Tarde con olor a jazmines,
pájaros revoloteando el infinito,
gente elegante,
manos con anillos de sol,
sombreros adornados con hojas de álamos.
Tarde que al pasar lentamente por las veredas,
deja caer un distante barullo a verano abrochado en el ojal del saco de un señor
que silba una canción desconocida.
Tarde en Buenos Aires que acuna en la vereda la noche de estrellas
que sirve de alfombra para vos y para mí.
Mirta Tortorelli
Luna asoma
sobre la tierra
Luz del aire
Cima del mar
El azul vuela
entre gaviotas
Etéreo es este mundo,
no hay nada celestial
más que el verde
de un ojo quieto
y silencioso.
Viviana F. Pelle
Matruska, gira Matruska sobre tus pies pequeños, gira con tu redondo vientre de mujer polípara como esa marioneta tirada por los hilos oscilantes que el minúsculo colibrí maneja con su pico mientras liba las flores del árbol de la felicidad.
Otro giro, Matruska, que baja del viejo tranvía la doncella frígida envuelta en gasas negras.
Gira, Matruska, desliza tu cuerpo sobre el aire en grandes círculos, igual que el mundo lo hace sobre su centro, antes de que el reloj de la mansión se adelante al canto del gallo azul.
Un giro más, Matruska, y vuelve a esconderte en la mágica tetera que los ancestros dejaran olvidada sobre el techo del viejo aparador.
Fanny Garbini Téllez
La muñeca de Chiapas, recuesta su desamparo descalzo y seco, en la seda de
un títere de la costa Caribe. Se oye el silencio de los indios, años de
piedra, ojos duros devuelven la imagen en sombras. De pronto la casa se
levanta en voces. Hay una reververación de idiomas que crecen, una revolución
casi. Títeres y pasamontañas, México y Colombia, Leggere que nos cuenta
acerca de la lectura, en italiano. Un gallo portugués, cantan los pájaros
del árbol de la vida de Guatemala en maya. Calvino, su jardín bifurcado, de
raices borgianas, Cuba, sus banderas todavía sin amos. Mundos en el espacio, todo en
un punto ¿aleph, reunión de amigos, diarios de viajes a través objetos, caos de un
diccionario de derroches visuales? Tranvía de San Francisco,
París, translucida de jardines impresionistas, caballeros medievales
sicilianos. Un rey de Austria con su manto de terciopelo rojo, el títere checo
llamando a la invencible magia blanca de Praga. Los caballeros con
yelmos, corazones de metal que protegen a la muñeca húngara de la sencilla
belleza de sus bordados. Ke west tan cerca y lejos de Cuba y la inocencia de
Bahía con sus mujeres de Blanco, desbordantes de mares y caderas. Una pareja
de novios entre las flores ingenuas de un país que ya no existe. Mezcla de
alegría y sueños, alegría de lo real maravilloso. Qué es verdad o ficción
sobre la alfombra frente al fuego. La imaginaria vida de maracas, ángeles, muñecas
rusas, camioncitos de américa llenos de gente y de animales, la mariposa
angel de Portocarrero, Diego Rivera rompiendo en arte piñatas y
sentidos, queriendo hospedar a la revolución que cae desde el cielo tomado
por asalto. Tu voz leyéndome en ese abrazo que parecía indestructible y las
lámparas de Aladino,amarillosas a las que les pido que junto a las flores del mantel me salven, por un rato al menos, con su lenguaje de papel maché, semillas y
madera del desnudo despejado orden de la muerte.
Cristina Villanueva
Trabajos realizados en el Taller del Jardín de Uriarte (Palermo Viejo)
Coordinadora: Cristina Villanueva
libera@arnet.com.ar
1 comentario:
Suele pasar, que uno entre varios trabajos, dice: me quedo con este. No es en esta circusntancia, aunque se me vaya más la mirada para una "F" que para el otro lado, pero me parecen excelentes todos los trabajos, un ejercicio de resultados elevados.
Gabriela Abeal.
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