Temprano, afuera la raíz nerviosa de la flor, penetra en la totalidad del terreno, ante el viento que zigzaguea con lo horizontal del aire y sus cabellos coloridos, de epidérmica textura entre lo áspero suavizado, el deslizarse de la yema sobre su faz reversible, sobre su tinte agreste y aromada rareza siniestramente maravillosa; será la tierra la base de sus encantos, el centro su tierra, su tierra la casa… con el vertical atmosférico de la sustancia intangible agujereada de lleno, de lo realizado en siete días… era noche y fue de día… en el universo, desde la tierra, siempre es noche, el día sería engaño sino el sol y ellas no resaltarían sus cromáticos bellos y natural visión, todo es negro… lo trascendental de la aurora y el pensamiento en flor; con la razón al crudo y al ruedo, sueña la suela confundirse en lugar con el espacio, el tiempo con la exactitud y las papas con las cebollas y siempre y más allá van ellas, quizá quietas y en movimiento cíclico, quizá danzando en circulares compases de sangre y barro, alertas al afuera con sus brazos en flor, abiertas al mundo su grandiosidad; las más alegres y lozanas de la redonda, más, agilizan la circulación del organismo mundano, pero entorpecen el transito de Eolo; la pasividad con la que se ocultan detrás de las esquinas no solo las hace perderse bajo la sombras del sol, sino también las guarecen de las lluvias de nubes en descomposición, esas otoñales y frías, esas que del color tan invisible se vuelven gris, esas que son como las putas de Liniers, filosas pero dulces; o como los bares de Corrientes, aquellos, no estos, que huelen bien, malolientes; ahora ellas, la lluvia disipada del cristal almibarado de su adentro, el desierto calcinante, lejos, lejos, la agria alegría, soñar despierto, recostar las quejumbres de un solariego diurno apacible mosquito, formal encuentro, entre el humus fertilizado y los nervios entre encierros aguijones machos.
Suele la soledad acompañar a estas damas de punta en blanco, los domingos al mediodía, la hora más divertida para tocar la trompetilla y salir a balbucear sobre la santa siesta, supra terrena, flores alegran sorben mosquitos, su jugo en esencia, cadena…. Y también los ocasos, acaso el trueno, cayendo firme, ahuecando el suelo, espasmos del cielo, golpes eléctricos. Suena la canción de las verdaderas razones pluralistas en el arco iris e individualistas en la siesta santo semen los carpeles y estambres polinizando, fanerógamo del verso más lírico.
Cuentan cuentos agarradas como enredaderas… campanillas violetas, sacuden la sosegad del momento, bajo el balcón sobre los sueños, han visto pasar al tren en noches de muerte, han visto llorar quien, en noches de filo, han hecho nada ante quien, no las ha visto, han sido creadas para que se suelte la luz y el bañado permita un cuadro perfecto.
Todas ellas, provocadoras de incertidumbres, pedidos o roturas de pétalos nadando en aguas del amor, son de las estrellas y el sol, del sol y las estrellas; todas ellas son del romántico, del freak, del bufón y del mimo, del snob, del onanista, del yuppie, del hippie, del sicótico, del tuerto, del zarpado, del tira tiros, del que vuelve sin irse, y del que se va sin volver, del muerto, del nacido, de la salud, de la belleza; todas ellas, son del centro de la tierra, del apagado, del colorido, del obsecuente y el obsesivo, del palabrero y del poeta, del que se cree que las creencias son parte de la ciencia, del confuso, del arameo, del pantano, del oasis, del ocaso; ellas son parte también de la esencia, de las musas, de la vida y el complemento necesario para sentir algo más que a ellas, ellas son las flores, que se adueñan de corazones, que no quieren que ese nombre las nombre, que no quieren ningún nombre, que son solo las silvestres, ramillos en puños celestes, dardos de fuego al darse prenden, el vuelo de palomas sobre el poniente, la luz, el alma, la palabra siente, que el tiempo, la brisa, la gente, no pertenece, son sonando. Consonante ácida, la efe, la ele, la o, ere la letra e, vanguardia y defensa, de las sensibles efe, ele, ere, la o, suelta en su vuelo de burbuja gorrión. Van así las cuestiones, de las pasadas horas en reposo, cuando como el girasol, cierra, el silencio de la palabra germinal, crece.
Fernando Rosales
7-6-08
elsoldespierta@hotmail.com
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