SÓLO PREGUNTAS
Perecer
por falta de agua
en un naufragio
en el océano,
extraviarse
y dejar los huesos
en el desierto
por una avería
en la brújula de arena,
el no poseer
ojos en la nuca
me hubiese evitado
el recibir
algunas puñaladas
por la espalda,
vivir rodeado de aire
y asfixiarse
de aburrimiento,
mirar siempre
hacia delante
y no aprender
a tropezarse
con las mismas piedras.
¿Y las llanuras montañosas
y los gatos que llueven
y los tigres invisibles
y los días que retroceden
y los días que avanzan
sin qué pasará?
¿Y los Paraísos Perdidos
y las manzanas
del desconocimiento,
las peras del olmo
y las uvas de la zorra?
¿Y las palabras?
Las palabras por ahora
sólo son buenas
para los interrogantes.
EL ABRAZO IMPOSIBLE
Se quitó las ropas
de las rutinas
de la vida diaria,
un espejo le devolvió
el rostro vencido
y sin ganas.
El domingo sin matices
le aguardaba
sin levantar los brazos
contra las cuerdas
de la tarde,
mientras una sólida
tiniebla
crecía en su cuerpo
sin pausa
como una telaraña.
Y antes que la ducha
le acomodara de nuevo
los horarios
salió al balcón
y se abrazó del aire.
Santiago Bao
santinebao@gesell.com.ar
Perecer
por falta de agua
en un naufragio
en el océano,
extraviarse
y dejar los huesos
en el desierto
por una avería
en la brújula de arena,
el no poseer
ojos en la nuca
me hubiese evitado
el recibir
algunas puñaladas
por la espalda,
vivir rodeado de aire
y asfixiarse
de aburrimiento,
mirar siempre
hacia delante
y no aprender
a tropezarse
con las mismas piedras.
¿Y las llanuras montañosas
y los gatos que llueven
y los tigres invisibles
y los días que retroceden
y los días que avanzan
sin qué pasará?
¿Y los Paraísos Perdidos
y las manzanas
del desconocimiento,
las peras del olmo
y las uvas de la zorra?
¿Y las palabras?
Las palabras por ahora
sólo son buenas
para los interrogantes.
EL ABRAZO IMPOSIBLE
Se quitó las ropas
de las rutinas
de la vida diaria,
un espejo le devolvió
el rostro vencido
y sin ganas.
El domingo sin matices
le aguardaba
sin levantar los brazos
contra las cuerdas
de la tarde,
mientras una sólida
tiniebla
crecía en su cuerpo
sin pausa
como una telaraña.
Y antes que la ducha
le acomodara de nuevo
los horarios
salió al balcón
y se abrazó del aire.
Santiago Bao
santinebao@gesell.com.ar
1 comentario:
Me gustaron, mucho, felicitaciones...
Gabriela Abeal
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