viernes, 12 de diciembre de 2008

Homenaje: Dulce María Loynaz



Homenaje a Dulce María Loynaz en su Natalicio (10 de Diciembre del 1902). Entrevista realizada a Estrella Fresnillo-Díaz, escritora y periodista cubana.

Por: Pedro Pablo Pérez Santiesteban.

”Y ES QUE LA VIDA ES DEMASIADO BREVE PARA AMAR, SUFRIR, ODIAR, PERDONAR, OLVIDAR,
TODO EN ELLA. SERAN NECESARIAS MUCHAS VIDAS PARA VIVIR UNA PASION DIGNA DEL ALMA HUMANA.NO SE NOS DA TIEMPO A RECTIFICAR, A COMPRENDER AL MENOS, Y NOS MORIMOS CASI SIN HABER VIVIDO.
EL ERROR FUE MIO AL CREER QUE ME ALCANZABA LA VIDA PARA TODO ESO.”

DULCE MARIA LOYNAZ

Y que razón tenias mi querida Dulce María, que corto se nos hacen nuestros pasos, y que vanidad la nuestra al pensar que la vida nos alcanza para realizar los sueños. Y algunos, que aún en vida sabemos que ya no podremos realizar. Como el mío, de llegar a conocerte personalmente, de sentir en mis manos el ligero perfume de las tuyas, con la esencia guardada de la máxima poesía.

Por eso hoy, he decidido recordarte de nuevo, justo en las proximidades de tu natalicio. Y para ello, he ido en busca de una gran amiga, que pudo realizar el sueño que yo no pude. Seguro estoy que en tu memoria, recordaras a ésta periodista que un día llegó a las puertas de tu casa. Su nombre te será familiar, ahora que estás rodeada de estrellas, y tú sigues brillando entre ellas con luz propia. Y es que tú amiga y mi amiga, lleva el nombre de Estrella Fresnillo, periodista y escritora. De pura sangre cubana, mezclada de historias africanas, españolas y mambisas. Como la tuya y la mía. Pero dejaré que sea la voz de Fresnillo, quien nos cuente sobre el misterio de tu mundo:

“Tuve la suerte de conocer a la Loynaz en su casona del Vedado, en La Habana, a raíz de haber terminado de preparar las Memorias de la Guerra de su padre, General de las Guerras de Independencia, Enrique Loynaz del Castillo . Por la urgencia de dar a conocer tamaña obra de la historia cubana, donde revelaba versiones muy personales de esta epopeya, convocó a la prensa. El libro es una verdadera joya para la historia y ella bien lo sabía. La hija del General pidió ayuda y allí estuve como periodista del Noticiero de Televisión Cubana.

Pude observar con curiosidad, asombro y extrema emoción como vivía esta princesa de la poesía, mirar cuanto objeto primoroso reposaba en las vitrinas de su enorme sala donde ella solía reunirse con los miembros de la Academia de La Lengua, que ella presidia. Tuve en mis manos ejemplares muy antiguos de sus primeras publicaciones, dejadas allí…. Detenidos en el tiempo, y con el olor de tinta fresca de imprenta. Allí leí Últimos días de una casa y mientras ella se preparaba para salir a la entrevista. (Demoró el justo tiempo para leerlo completo y no era breve) y al cabo los muchachos del equipo con la cámara, las luces y el audio me dijeron que ya llegaba. Y así fue, verla entrar a su propio aposento y elegir su butaca habitual (después supe que prefería sentarse a escribir en su inmensa cocina colonial) ella vestía simplemente una bata color uva seria, de tela suave y gastada. La tela cubría sus brazos hasta los puños y en el dedo anular de su delicada mano destellaba un brillante.

Ya de antes admirabas su obra poética.
Admiraba su obra, casi desconocida para mí, y su persona era un misterio pues salvo los catedráticos de la Lengua y algunos íntimos amigos ella no salía fuera de su casona, que era como un palacio cerrado a curiosos, como un rincón olvidado, como el Jardín de su novela. Yo tuve el privilegio de entrevistarla, oír de su voz una buena parte de su vida y que en todo mi país la escuchara a través de mi entrevista para la televisión y disfrutara con atención a la poeta que poco después recibiera el Premio Cervantes.

De sus versos me quedo con Poemas sin nombre.
Y de sus recuerdos guardo en un rincón muy especial, El brillante de su mano, el poema Carta de amor al Rey Tutankamen, la admiración a su padre, su celo por su colección de abanicos, y las azucenas que le llevé de vez en cuando a su cocina, el no poder escribir si era dictado (ya estaba casi sin vista) todos y cada uno de sus poemas, su voz y el mensaje de que no hay tiempo para todo en una sola y breve vida”.

Gracias Estrella, por regalarnos tu intimidad con una de las grandes voces de la poesía. Ya vez, ahora me siento mucho mejor. También los sueños se pueden realizar a través de los amigos.

Gracias Dulce María, por dejar al mundo tu poesía, tu voz en versos, reposando en las almohadas de un poeta.

(Material enviado por María Gabriela Abeal)


ESTÁ BIEN LO QUE ESTÁ...

Está bien lo que está:
Sé que todo está bien.
Sé el Nexo.
Y la Razón.
Y hasta el Designio.
Yo lo sé todo,
lo aprendí en un libro sin páginas,
sin letras y sin nombre ...
Y no soy como el loco
que se quema los dedos trémulos
por separar la llama rosa de la mecha negra ...
Pasó volando y me rozó la frente...
Era buena la Vida:
Había rosas.
Unos minutos antes me había sonreído un niño...
Pasó volando y me rozó la frente.
No sé por dónde vino
ni por dónde se perdió luego pálida y ligera...
No recuerdo la fecha.
No sabría decir de qué color era ni de qué forma;
no sabría, de veras, decir nada.
Pasó volando... -había muchas rosas...-
y era buena la Vida todavía...

Dulce María Loynaz

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Dulce, ay, la última gran simolista: capaz de tastar ls rosas de la Vida y escribirlas...
Siempre valdrá la pena hacer un alto y releerla, a ella, la poeta-isla...
Loynaz nació para que pudiéramos resarcirnos del bebedizo de Odilón Redón...

Anónimo dijo...

Agradecido a la amiga Gabriela Abeal, y a quien dirige el blog, por publicar la entrevisra a Estrella Fresnillo en Homenaje al natalicio de Dulce Maria Loynaz, que con sumo placer publicara en Voces de Hoy.

Un abrazo a ambos.

silvia dijo...

Gracias por publicarla,el simbolismo en poesía dio grandes poetas. La entrevista es una lección de vida . Con afecto,

Silvia Loustau