PRIMER ENCUENTRO DEL PROGRAMA LIBROS Y CASAS
En el hotel Bauen se desarrollan jornadas de debate y reflexión sobre las experiencias comunitarias de lectura que propicia la Secretaría de Cultura de la Nación. La iniciativa apunta a democratizar el acceso a los libros entre los sectores socialmente más desfavorecidos.
Por Silvina Friera
En el hotel Bauen, empresa recuperada manejada colectivamente por sus trabajadores a través de una cooperativa, más de cien mediadores de lectura de todo el país están debatiendo acerca de las experiencias comunitarias de lectura en el primer Encuentro del Programa Libros y Casas. En una de las conferencias inaugurales, el escritor Ricardo Mariño, atento al ámbito en el que hablaba, comenzó planteando que frente a la lectura “se puede ser turista, transitar por zonas seguras, buscar confirmaciones de lo que ya se sabe y evitar sorpresas, o se puede ser viajero y experimentar cómo es uno cuando no es uno mismo”.
En el marco de estas jornadas de debate y reflexión sobre Libros y Casas –programa de la Secretaría de Cultura de la Nación que desde el año pasado se propone democratizar el acceso a los libros y fomentar la lectura entre los sectores socialmente más desfavorecidos, con la entrega de una biblioteca con 18 volúmenes en cada una de las viviendas edificadas por el Plan Federal de Viviendas– se conoció el resultado de una encuesta nacional realizada a 621 familias en trece provincias. El 58 por ciento de los consultados contestó que antes de recibir la biblioteca tenía menos de 10 libros en su casa (el 21 por ciento no tenía ninguno); el 75 por ciento de los encuestados afirmó que ahora lee más que antes y para el 87 por ciento al menos uno de los libros le resultó de utilidad inmediata para su vida cotidiana.
Libros y Casas –adoptado también en otros países como Chile, Cuba, Estados Unidos y México– lleva entregadas unas 50 mil bibliotecas (900 mil libros) en más de 250 localidades de todo el país, que han beneficiado aproximadamente a 300.000 personas. Cada biblioteca incluye libros de ficción, cancioneros y antologías literarias para grandes y chicos (con textos breves de Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Angélica Gorodischer, Horacio Quiroga, Osvaldo Soriano, Edgar Allan Poe, Mark Twain, Saki y poemas de Almafuerte, Leopoldo Lugones, Oliverio Girondo, Alfonsina Storni, César Fernández Moreno, Norah Lange, Alberto Girri, Olga Orozco, Néstor Perlongher, Roberto Juarroz, Alejandra Pizarnik, Leónidas Lamborghini y Juan Gelman, entre otros), obras de referencia, como diccionarios generales y enciclopédicos; una adaptación de Nunca más, la Constitución nacional, guías prácticas para la mujer, la alimentación, el cuidado del hogar y la búsqueda de empleo y material sobre primeros auxilios médicos y legales. Entre los libros preferidos, se estableció un ranking por categoría y no por libro individual, ya que al ser consultados muchos encuestados dieron respuestas generales del tipo “me gustaron los manuales”, o bien “los diccionarios”. El 28 por ciento manifestó su preferencia por los manuales, el 19 por ciento por los libros históricos e institucionales, el 16 por los diccionarios, el 11 por ciento por literatura para adultos y el 11 por ciento por la literatura para chicos.
A pesar de que las encuestas son anónimas, para un análisis cualitativo se relevaron testimonios por sexo y edad. “Mi hijo de 5 años, al ver tantos y tan coloridos libros, agarró una tijera y quiso recortar las figuras pero no lo dejé. De ahí en más pregunta ‘si sirve’ y pide que se lo leamos”, dijo una mujer de 34 años de San Salvador de Jujuy. “Sentí que los libros de historia reflejaban mi propia historia”, señaló un hombre de 68 años de Racedo (Entre Ríos). “Leer sobre los temas de violencia doméstica me ayudó a abrir los ojos, ya que mi madre y mi suegra la sufrieron en carne propia”, confesó una mujer de 24 años de Posadas (Misiones). “A mis hijos les gusta llevarse los libros de cuentos a la cama y se duermen abrazados a ellos”, comentó una mujer de 39 años de Finca Valdivia (Salta). “Mi nena tiene problemas de respiración y el Libro de Primeros Auxilios me ayudó a saber cómo actuar en caso de que se ahogue o se accidente jugando”, explicó una mujer de 33 años de Moreno (Buenos Aires). “Se creó en la familia un espacio para la lectura”, aseguró una mujer de 31 años de General Alvear (Mendoza). “Con el Libro de Primeros Auxilios Legales aprendí sobre las condiciones de la mujer concubina. Reafirmó mi personalidad”, subrayó una mujer de 47 años de San Martín de los Andes (Neuquén).
En la encuesta también se preguntó por los momentos del día dedicados a la lectura, lugares elegidos, voluntad de acceder a otros libros y motivación para emprender acciones que incrementen la práctica de la lectura. El 46 por ciento de los consultados lee de noche, el 28 a la tarde, el 12 cuando tiene tiempo libre, el 3 por la mañana. El 86 por ciento señaló que lee en su casa o en alguna parte del hogar (el 55 por ciento lo hace en el dormitorio), mientras que el 2 por ciento dijo que leía fuera de la casa (colectivo, oficina, biblioteca o escuela). El 12 por ciento restante no especificó algún lugar en particular, o bien señaló que no tenía un lugar fijo para la lectura o que leía “en cualquier lado”. Consultados sobre si les gustaría leer otros libros, la respuesta fue contundente: el 91 por ciento afirmó que sí, mientras que sólo el 3 por ciento se manifestó en forma negativa. Finalmente, frente a la pregunta ¿Qué acciones estaría dispuesto a hacer si quisiera leer más?, el 35 por ciento aseguró que pediría libros prestados a un conocido o familiar, el 32 por ciento señaló que compraría más libros, el 26 por ciento, entretanto, iría a la Biblioteca, mientras que el 5 por ciento estaría dispuesto a realizar otras acciones, entre las que se mencionaron comprar libros usados, bajar de Internet, pedir a la maestra, pedir que le regalen libros, sacar fotocopias, canjear y sacar de la escuela.
Además de los cien mediadores que intervienen en las actividades y talleres que se realizan con las familias beneficiarias del programa Libros y Casas, participaron del encuentro el secretario de Cultura de la Nación, José Nun; la coordinadora general del Programa Libros y Casas, Daniela Allerbon; la directora nacional de Políticas Habitacionales, Mabel Giménez; la coordinadora de Programas y Proyectos del Plan Nacional de Lectura del Ministerio de Educación, Mercedes Pérez Sabbi, y las escritoras Ana María Shua y Laura Devetach.
“Igual que el ciruja que busca en la calle la madera que completará una pared de su vivienda o el pedazo de caño que servirá como eje para el carro que está fabricando, el lector ciruja, hábil, buscón, curioso, necesitado, lee buscando acá y allá, en diarios, revistas, internet, libros, ensayos, novelas, textos legales, confesiones, biografías”, subrayó Mariño durante su conferencia. “Todo puede servir para la tesis que debe entregar, la nota periodística que debe terminar, la carta de amor que le urge inventar, el par de versos que lo ayudará a remontar la noche Interminable, el dato que le permitirá entender qué hace y qué otra cosa podría hacer en este mundo. Aquí y allá hay pedazos de cosas que se necesitan para vivir, restos de lenguajes, cachos indescifrables de materia viviente puestos en palabras para ser extraí- dos del embrollo general de la vida para el lector que sepa reconocerlos.”
Silvina Friera
Fuente: Diario "PáginaI12"
http://www.pagina12.com.ar/
En el hotel Bauen se desarrollan jornadas de debate y reflexión sobre las experiencias comunitarias de lectura que propicia la Secretaría de Cultura de la Nación. La iniciativa apunta a democratizar el acceso a los libros entre los sectores socialmente más desfavorecidos.
Por Silvina Friera
En el hotel Bauen, empresa recuperada manejada colectivamente por sus trabajadores a través de una cooperativa, más de cien mediadores de lectura de todo el país están debatiendo acerca de las experiencias comunitarias de lectura en el primer Encuentro del Programa Libros y Casas. En una de las conferencias inaugurales, el escritor Ricardo Mariño, atento al ámbito en el que hablaba, comenzó planteando que frente a la lectura “se puede ser turista, transitar por zonas seguras, buscar confirmaciones de lo que ya se sabe y evitar sorpresas, o se puede ser viajero y experimentar cómo es uno cuando no es uno mismo”.
En el marco de estas jornadas de debate y reflexión sobre Libros y Casas –programa de la Secretaría de Cultura de la Nación que desde el año pasado se propone democratizar el acceso a los libros y fomentar la lectura entre los sectores socialmente más desfavorecidos, con la entrega de una biblioteca con 18 volúmenes en cada una de las viviendas edificadas por el Plan Federal de Viviendas– se conoció el resultado de una encuesta nacional realizada a 621 familias en trece provincias. El 58 por ciento de los consultados contestó que antes de recibir la biblioteca tenía menos de 10 libros en su casa (el 21 por ciento no tenía ninguno); el 75 por ciento de los encuestados afirmó que ahora lee más que antes y para el 87 por ciento al menos uno de los libros le resultó de utilidad inmediata para su vida cotidiana.
Libros y Casas –adoptado también en otros países como Chile, Cuba, Estados Unidos y México– lleva entregadas unas 50 mil bibliotecas (900 mil libros) en más de 250 localidades de todo el país, que han beneficiado aproximadamente a 300.000 personas. Cada biblioteca incluye libros de ficción, cancioneros y antologías literarias para grandes y chicos (con textos breves de Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Angélica Gorodischer, Horacio Quiroga, Osvaldo Soriano, Edgar Allan Poe, Mark Twain, Saki y poemas de Almafuerte, Leopoldo Lugones, Oliverio Girondo, Alfonsina Storni, César Fernández Moreno, Norah Lange, Alberto Girri, Olga Orozco, Néstor Perlongher, Roberto Juarroz, Alejandra Pizarnik, Leónidas Lamborghini y Juan Gelman, entre otros), obras de referencia, como diccionarios generales y enciclopédicos; una adaptación de Nunca más, la Constitución nacional, guías prácticas para la mujer, la alimentación, el cuidado del hogar y la búsqueda de empleo y material sobre primeros auxilios médicos y legales. Entre los libros preferidos, se estableció un ranking por categoría y no por libro individual, ya que al ser consultados muchos encuestados dieron respuestas generales del tipo “me gustaron los manuales”, o bien “los diccionarios”. El 28 por ciento manifestó su preferencia por los manuales, el 19 por ciento por los libros históricos e institucionales, el 16 por los diccionarios, el 11 por ciento por literatura para adultos y el 11 por ciento por la literatura para chicos.
A pesar de que las encuestas son anónimas, para un análisis cualitativo se relevaron testimonios por sexo y edad. “Mi hijo de 5 años, al ver tantos y tan coloridos libros, agarró una tijera y quiso recortar las figuras pero no lo dejé. De ahí en más pregunta ‘si sirve’ y pide que se lo leamos”, dijo una mujer de 34 años de San Salvador de Jujuy. “Sentí que los libros de historia reflejaban mi propia historia”, señaló un hombre de 68 años de Racedo (Entre Ríos). “Leer sobre los temas de violencia doméstica me ayudó a abrir los ojos, ya que mi madre y mi suegra la sufrieron en carne propia”, confesó una mujer de 24 años de Posadas (Misiones). “A mis hijos les gusta llevarse los libros de cuentos a la cama y se duermen abrazados a ellos”, comentó una mujer de 39 años de Finca Valdivia (Salta). “Mi nena tiene problemas de respiración y el Libro de Primeros Auxilios me ayudó a saber cómo actuar en caso de que se ahogue o se accidente jugando”, explicó una mujer de 33 años de Moreno (Buenos Aires). “Se creó en la familia un espacio para la lectura”, aseguró una mujer de 31 años de General Alvear (Mendoza). “Con el Libro de Primeros Auxilios Legales aprendí sobre las condiciones de la mujer concubina. Reafirmó mi personalidad”, subrayó una mujer de 47 años de San Martín de los Andes (Neuquén).
En la encuesta también se preguntó por los momentos del día dedicados a la lectura, lugares elegidos, voluntad de acceder a otros libros y motivación para emprender acciones que incrementen la práctica de la lectura. El 46 por ciento de los consultados lee de noche, el 28 a la tarde, el 12 cuando tiene tiempo libre, el 3 por la mañana. El 86 por ciento señaló que lee en su casa o en alguna parte del hogar (el 55 por ciento lo hace en el dormitorio), mientras que el 2 por ciento dijo que leía fuera de la casa (colectivo, oficina, biblioteca o escuela). El 12 por ciento restante no especificó algún lugar en particular, o bien señaló que no tenía un lugar fijo para la lectura o que leía “en cualquier lado”. Consultados sobre si les gustaría leer otros libros, la respuesta fue contundente: el 91 por ciento afirmó que sí, mientras que sólo el 3 por ciento se manifestó en forma negativa. Finalmente, frente a la pregunta ¿Qué acciones estaría dispuesto a hacer si quisiera leer más?, el 35 por ciento aseguró que pediría libros prestados a un conocido o familiar, el 32 por ciento señaló que compraría más libros, el 26 por ciento, entretanto, iría a la Biblioteca, mientras que el 5 por ciento estaría dispuesto a realizar otras acciones, entre las que se mencionaron comprar libros usados, bajar de Internet, pedir a la maestra, pedir que le regalen libros, sacar fotocopias, canjear y sacar de la escuela.
Además de los cien mediadores que intervienen en las actividades y talleres que se realizan con las familias beneficiarias del programa Libros y Casas, participaron del encuentro el secretario de Cultura de la Nación, José Nun; la coordinadora general del Programa Libros y Casas, Daniela Allerbon; la directora nacional de Políticas Habitacionales, Mabel Giménez; la coordinadora de Programas y Proyectos del Plan Nacional de Lectura del Ministerio de Educación, Mercedes Pérez Sabbi, y las escritoras Ana María Shua y Laura Devetach.
“Igual que el ciruja que busca en la calle la madera que completará una pared de su vivienda o el pedazo de caño que servirá como eje para el carro que está fabricando, el lector ciruja, hábil, buscón, curioso, necesitado, lee buscando acá y allá, en diarios, revistas, internet, libros, ensayos, novelas, textos legales, confesiones, biografías”, subrayó Mariño durante su conferencia. “Todo puede servir para la tesis que debe entregar, la nota periodística que debe terminar, la carta de amor que le urge inventar, el par de versos que lo ayudará a remontar la noche Interminable, el dato que le permitirá entender qué hace y qué otra cosa podría hacer en este mundo. Aquí y allá hay pedazos de cosas que se necesitan para vivir, restos de lenguajes, cachos indescifrables de materia viviente puestos en palabras para ser extraí- dos del embrollo general de la vida para el lector que sepa reconocerlos.”
Silvina Friera
Fuente: Diario "PáginaI12"
http://www.pagina12.com.ar/
No hay comentarios:
Publicar un comentario