jueves, 1 de noviembre de 2007

Miguel Angel de Boer: “Octubre: Tras las huellas del poeta”

Acabo de llegar de Chile, con el corazón aún henchido, luego de recorrer las huellas del querido Pablo Neruda junto a los amigos de Poetas del Mundo. Si el viaje hubiera sido “nada mas” que para eso, se hubiera justificado totalmente. Pero no fue así. Y les agradeceré toda mi vida a Luis Arias Manzo y Poetas, por haberme invitado con generosa insistencia.

No estoy en condiciones de hacer una descripción pormenorizada del viaje. No solo por razones de tiempo (traje mas de 200 fotos y unas 6 horas de filmación), sino porque la riqueza de la experiencia vivida excede mi posibilidad de expresarla en pocas palabras.

De todos modos quiero compartir algunas de las vivencias que seguramente con el tiempo habré de ampliar.



Santiago
Llegué a Santiago en un día luminoso, lo que me permitió disfrutar del majestuoso (que otro término utilizar!) espectáculo de las nieves andinas. Tal vez el preludio, supuse, de lo que estaba por venir. También me sorprendí al transitar por la ciudad. No me la imaginaba tan bella, ordenada, colorida. Pero cuando pasamos frente a La Moneda no pude refrenar mi tristeza al verla tan pequeña. ¡Como pudieron! Me dije.Y sentí que la historia comenzaba a hacerse presente. Paramos en el Hotel Londres. En Londres 36, entre Paris y O’ Higgins, en pleno centro, que con su calle empedrada y apacible me hizo sentir en algún lugar de Europa.


La Chascona (La despeinada)
Es la casa de Neruda que queda en Santiago. Una belleza. Nos recibieron con una calidez increible. La recorrimos con curiosidad y fascinación mientras de fondo se escuchaba el Concierto de Aranjuez. Nada menos. Entre tantas cosas nos enteramos que muchas de sus pertenencias habian sido saqueadas por la dictadura, entre ellas casi todos sus libros. Luego inauguramos nuestro Encuentro. Luis y Mario (Vargas, un tipazo increiblemente tierno, atento y ocurrente) nos dieron la bienvenida. Varios poetas leimos algunos de nuestros textos. Yo aproveché de homenajear a dos Pablos: a Neruda, por supuesto, y también a Kusselman, con el poema: “Pablo y la música”. Me dí un gusto de aquellos. Festejamos en el restoran Off de Record, en plena Bella Vista. Después fuimos caminando hasta el hotel aprovechando para conocer calles y plazas. Y algunas esculturas como la que representa las muertes por hambre y peste de la población, durante la crisis del 30. Cruzamos por un puente el rio Mapocho, el que dejé de ver tan hermoso cuando me dijeron que alli tiraban personas durante la dictadura de Pinochet. Pero esa noche la cosa (la Historia) no terminó alli. Pasamos por el lugar donde Luis había tenido su librería Apostrophes. Y nos contó que con anterioridad (se enteró de esto mucho después de haberse instalado) habia sido refugio clandestino del bioquímico Eugenio Berríos, el que desarrolló el gas sarín y las bombas que mataron a Letelier entre otras y que terminó secuestrado y asesinado en Uruguay. Sigo. La noche era bella, un poco fresca. Lo adecuado para caminar. Llegamos al hotel y observamos que enfrente habían pegado unos afiches y fotos denunciando que alli habia funcionado un campo clandestino de concentración: el 38 (por la numeración de la calle). Si, en Londres 38, justo frente al Hotel donde parábamos. Yo no lo podía creer. Impactado por todo me fui a dormir. Casi imposible. Al otro día, al salir del hotel, estaba todo cubierto con papel y pintura. Aquí también desaparecen a los desaparecidos, pensé. No obstante, la noche anterior yo había rescatado algunos de sus nombres: María Inés Alvarado Börgel, Víctor Manuel Villareal Ganga, Santiago de la Jara Goyeneche, David Rubén Arroyo Padilla, Cecilia Castro Salvadores, Carmen Cecilia Buero Cifuentes. Presentes! Hasta la victoria siempre!



Isla Negra
Qué decir de Isla Negra! Qué poeta del mundo no ha deseado conocerla! Nos recibió el director del Museo a nombre de Pablo. “Pablo les da la bienvenida a su casa”, nos dijo.Y nos estremecimos todos. Y después a conocer la casa y a Pablo (y Matilde) un poco más. Su arquitectura, sus objetos, sus gustos, su artístico hedonismo, la vista hacia el Pacífico. Nos reimos. Nos emocionamos. Sus últimos días de tremenda pena cercado por las tropas de la dictadura. Su tumba ( y la de Matilde) con vista al mar. A los que estábamos allí por primera vez nos parecía mentira. Hubo mas de una lágrima. Luego le hicimos un homenaje leyendo poemas. El día nos acompañaba. La vida también. Aunque no puedo dejar de mencionar algo: a partir de este viaje apareció una guitarra de la cual se “apoderó” Antonio (Carlos Goncalves), poeta y músico brasilero, que es lo mismo que haberle dado un bombo a un santiagueño. Por suerte Antonio no ha logrado tocar y cantar mientras come o duerme, es decir, que tuvimos momentos de sosiego musical. En verdad lo hace muy bien y tiene una bella voz, y gracias a su entusiasmo cantamos y nos divertimos en mas de una oportunidad. Pero creo que por un tiempo no voy a escuchar música brasilera. Un abrazo Antonio.



Cartagena
Recostada sobre cerros bordeada con límpidas playas de arena. Habia bajamar y caminamos hasta la orilla. Almorzamos al son del canto de un músico popular. Escuchamos “Fogata de amor”, “La muralla”, “Gracias a la vida” y “Yolanda”. Me sentí feliz. Casi no comí. Luego fuimos a conocer la tumba del inmenso Vicente Huidobro. Casi no llegamos puesto que el acceso es difícil. El camino es de tierra y teníamos que levantar los cables que cruzaban las calles para que pasara el bus. Qué decir de la tumba de Huidobro (aquí me sale decir el apellido). Es el extremo opuesto de las casas de Pablo. Austero. Ascético. Con un cerco de alambre y madera. Apenas un cartel indicador. No hay artesanos. No hay museos. No hay souvenirs. No hay marketing. Solo estaba el cuidador. Un personaje. Que por todo lo que nos contó (la historia no solo literaria y política, sino tambien personal, amores e hijos varios incluidos, o anécdotas increibles como la de que Huidobro había entrado al bunker de Hitler y se había apoderado del teléfono rojo que ahora, actualmente, esta en manos de......Nicanor Parra!!) y siendo que es un fortuito empleado del municipio y que todo lo que sabe del poeta es lo que fue recopilando de los relatos de los visitantes del lugar, supusimos no solo que es un enviado (como él mismo cree) para custodiar su memoria, sino que tal vez sea Huidobro mismo. También hicimos un homenaje y yo leí “Contramaestre, mar y tierra”. Otro supergustazo. Mi viejo presente.



Valparaiso - La Sebastiana
Es la otra casa de Neruda, que en eso de vivir cómodo y en una ubicación con buena vista no andaba con vueltas. El paisaje es magnífico. Desde lo alto se ve toda la ciudad, con sus techos multicolores trepando los cerros y el mar azul extendiendo su belleza hasta el horizonte. Tambien aquí funciona un museo de la Fundación. Tambien con sus objetos, su arte, sus ocurrencias arquitectónicas y decorativas. También con guias que explicaban su vida y obra. Una maravilla. No podíamos dejar de compararlo con lo de Huidobro. En el auditorio, donde no recibieron con afectuoso respeto con palabras de la directora Srta. Figueroa, hicimos lectura de poemas juntos a poetas locales, entre ellos el colega psiquiatra Dr. Carlos de los Ríos Möller. Aproveché para hacer un homenaje a las Madres de Plaza de Mayo (“Catorce destellos...y uno mas”). Gracias Madres! Fuimos a almorzar (yo una cazuela), cantamos, bailamos. Conocimos a los pelícanos, que posan serenos mientras comen, acostumbrados a que les saquen fotos. Aunque cuando yo me acerqué, uno de ellos salió volando.



Viña del Mar
Encantadora. Reluciente. Rebosa de buen gusto, de verde, de arte. Quedé impresionado. Fuimos al Palacio Carrasco. Antes, toqué el moai que trajeron de Rapa Nui (que posibilita, según la leyenda, ir a conocer la Isla de Pascua) ubicado en una plazoleta. El Palacio, municipal, es de una belleza increible. En el primer piso había una exposición de flores. Acotación importante: ese día jugaban Argentina y Chile y yo venía bastan estresado y preocupado tanto por si podia o no verlo como por el resultado. Cuando llegamos, en la planta baja había un televisor y estaban por pasar el partido. Paralelamente hacíamos una lectura junto a poetas locales, todos con una calidez que nos hizo sentir como en casa. Entre ellos los anfitriones del Circulo de Escritores: Lucía Lezaetta y Sergio Meza. Me “escapé” dos veces del auditorio. En la primera, cuando voy a ver, ya habíamos hecho un gol. Las caras de los empleados (municipales) que estaban mirando el partido, cuando les pregunté como íbamos, indescriptibles. Ahogué un alarido y me fui. La segunda, faltaban minutos para que terminara y Riqueleme había concretado el segundo. Salí antes de que me pegaran. Ese y el día siguiente Chile era un bajón. Como cuando nosotros perdemos con los brasileros. Pero, debo reconocer su hidalguía.Yo llevaba, como todos, una credencial de identificación donde figuraba que era argentino. Cuando la veian, las cargadas eran simpáticas y con buen humor. Nobleza obliga. Sigo.Allí leí “Comodoro en el otoño”. Mas que feliz. Después nos brindaron un café con unas masas exquisitas y luego fuimos a cenar. Otro día pleno. Literaria y deportivamente.



Rancagua
No me queda sino sintetizar lo que fue nuestra visita a Rancagua. Poético por donde se mire. Ni bien llegamos partimos para Sewell, la mina de cobre mas grande el mundo, acompañados de un guia cuya vida transcurrió en el lugar. Un experto, orgulloso de su pertenencia. El ascenso fue una aventura. La historia de la mina, fantástica. Al promediar el viaje la bella Mariana (hija de la poeta Irem Toal) nos conmovió con la canción de Oscar Castro (Zuñiga) y Ariel Arancibia “Para que no me olvides” ( Yo me pondré a vivir en cada rosa / y en cada lirio que tus ojos miren / y en todo trino cantaré tu nombre / para que no me olvides), mientras íbamos contemplando la inmensidad de las montañas. A mi me crujió el corazón de ternura al descubrir que ese tema era de Castro y al escuchar esa voz prodigiosa en un lugar colmado de magia. Luego recorrimos las instalaciones de la base, el museo, el “bowling” que tenían los “gringos” cuando la explotaban. La mina ahora está nacionalizada. Y como cierre en un acto casi ceremonial, hicimos una ronda de poemas, alli, a 2000 metros de altura en el medio de los Andes chilenos. Que más. Eso era lo que pensaba, porque luego fuimos a almorzar a un lugar encantador. Paseamos por Rancagua que es una ciudad muy peculiar, por su mixtura entre rural y urbana. Era domingo y las peatonales parecían estar solo para nosotros. Por la tarde le hicimos un homenaje en su tumba a Oscar Castro. Leí, canté y cantamos “Soñé que soñaba”. Me sentí dichoso. Menciono al pasar que tambien conocimos el mausoleo del vampiro Tito Lastarria. Llena de inscripciones con pedidos y promesas, que dicen se van a cumplir cuando caiga la última cruz de la cripta. Y ya quedan menos. Pero aún faltaba para completar el día. Primero no sé cómo, nos desprendimos del grupo con Mario Noel Rodríguez (exquisito poeta salvadoreño, de un humor excelente y una especial habilidad para “perderse”, lo que motivaba pacientes esperas hasta que aparecía o lo encontrábamos; aunque de esto yo había aprendido bastante en mi viaje al Cuzco) en compañía del simpático joven poeta rancagüino Rafael Henriquez. Un poco más tarde nos encontramos, en la casa de la Fundación Oscar Castro, nada menos que con su viuda, también escritora, Isolda Pradel (Ernestina) que tiene noventa años y una lucidez y una frescura envidiables. Es, precisamente, a quien Oscar le dedicó esa hermosa canción, y muchos de sus poemas. Asi, tuvimos la dicha de que nos contara aspectos de su vida junto al poeta, de cómo se conocieron, de cómo no quedó trunco y algunas cosas mas, con la espontaneidad que logran quienes no solo tienen una larga vida sino que tambien han has sabido adquirir sabiduría. Quedamos extasiados y todos deseábamos que no pasara el tiempo. Un privilegio. De paso, me parece que estan por realizar una película para la tv chilena sobre la historia de Isolda y Oscar. Por la noche nos homenajearon con una copiosa cena en “La vieja pared”, cuyo dueño es un clon de Pablo Neruda (muy buen anfitrión y con una voz que ni les cuento), donde ademas hubo música (Mariana nos deleitó con su violín y su voz) y baile. Yo me dí el placer inolvidable de hacerlo con la tierna Isolda!. Esa noche me dormí sintiendo que era afortunado. Gracias a la vida.



Pomaire y Melipilla
Saliendo de Melipilla / corriendo por Talagante / cruzando por San Fernando / amaneciendo en Pomaire, dice la “Tonadas de Manuel Rodriguez”, aludiendo a los lugares donde dejó su impronta el guerrillero (que antes fue abogado). Pomaire es un pintoresco lugar que se caracteriza por su producción artesanal. Y no es broma. En las dos o tres calles principales solo se encuentran, uno al lado del otro, negocios de ceramicas y alfareria y tambien algunos restoranes. Apenas se puede transitar, pues parece que van de todo Chile a comprar a Pomaire. Alli almorzamos bajo el fresco de un parral y luego de caminar por la ciudad, nos dirigimos a Melipilla que, me enteré entonces, es el lugar donde nació Luis (Arias Manzo). Nos recibieron familiares y amigos de Víctor Marín Calquín, en el Espacio Social-Cultural “Los guajiros”, con el objeto de hacerle un homenaje al fallecido poeta chileno. El acto se realizó en un frondoso y acogedor patio, que me recordó la Córdoba de los 70, mucho más porque pasaban música de los Quilapayún y de Violeta Parra, lo cual me trajo no pocos recuerdos. Nos trataron con una cordialidad suprema. Compartirmos la pintoresca y comprometida historia de Víctor, sus emprendimientos literarios, su ingeniosa lucha de resistencia contra la dictadura, sus pasiones, sus esperanzas.Tomamos un navegado (vino caliente) e hicimos una ronda de poemas. Yo leí fragmentos de “Rimemberes”, lo cual no me resultó tan sencillo. Sentí que algo recorría mi organismo por todos sus insterticios, dejándome exhausto. Sentí, otra vez, la historia en mi cuerpo. Como cierre, la viuda de Víctor leyó algunos de sus poemas y nos volvimos a Santiago comiendo unas empanadas que nos obsequiaron para el camino.

La Moneda
Aún no sé si fue por las empanadas, por el frío o por todas las emociones vividas, lo cierto es que esa noche tuve una descompostura. Sabía que al otro día íbamos a ir a la Casa de Gobierno con el objetivo de realizar un homenaje al Presidente Salvador Allende. Yo tenía la gran ilusión de poder leer un poema en el sitio donde había muerto y se lo había comentado a Luis y a algunos compañeros de Poetas. La noche no fue fácil. Pero a las 10 de la mañana, como estaba previsto fuimos al Palacio. Antes de entrar presenciamos el cambio de Guardia en un dia primaveral. Aún estoy impresionado por la calidez y el respeto con que nos recibieron. En nombre de la Presidenta Michelle Bachelet, circunstancialmente de visita en Italia, recorrimos gran parte de la casa de gobierno y recibimos el saludo del Jefe de Gabinete del Ministro del Interior, Nicolás Torrealba, a la vez que nos explicaban e informaban sobre aspectos arquitectónicos, artísticos e históricos de la Casda. A mi se sorprendió la naturalidad y sencillez del trato. No es que esté muy habituado a ser recibido en casas de gobierno, pero me senti mucho mas que cómodo, dada la cordialidad casi informal que nos brindaron. Si. A nosotros. Poetas y escritores. El momento crucial se produjo al llegar al lugar donde murió el Presidente Allende, donde dejaron al descubierto ladrillos originales, residuales del ignominioso bombardeo cuando su derrocamiento. Ni que decirles cuando Luis propuso que leyera un poema. Como transmitir lo que sentí al leer “Me dejaron tu pulover verde”. La vida volvió a transcurrir en un segundo. Los sueños, las luchas, las alegrías y tristezas. Recordé nuestra reacción ante el golpe y la bronca y pena al enterarnos de su muerte y la intención de muchos de venir a pelear contra la dictadura. Y lo que me costó convencer Mary (mi primera esposa, a quien le dediqué el poema) para que no lo hiciera, temiendo por su vida. En fin, sentí que era un homenaje para y también en nombre de todos aquellos que lucharon por hacer de este un mundo distinto. Por los compañeros. Me parecía mentira, y aún estoy impactado, hacerlo en ese sitio. Después de tanto tiempo, tantas ilusiones, tantas pérdidas, de tantos amaneceres y tinieblas, brindando mi testimonio precisamente alli. Como no maravillarme de estos imprevisibles milagros que nos depara la existencia. Un rato mas tarde se realizaba el Acto de clausura de nuestro Encuentro en la la Biblioteca Nacional. Ya había pasado el mediodía. Yo decidí ir a descansar tremedamente agotado y con un alivio que me hacía sentir feliz. Después me fui recuperando con el apoyo y ayuda de las amigas y amigos de Poetas (destaco la que me brindó el colega boliviano Dr. Edmundo Torrejón Jurado, que supo atender al Papa Juan Pablo II nada menos!) hasta que llegó el momento de partir. No sin antes me hicieran llegar el diploma, el cual me colmó de alegría, de manos de la querida Emilce Zorzut. Regresé sin inconvenientes a la Argentina y, casi sin darme cuenta, a Comodoro. Mientras el avión iba descendiendo y miraba la costa patagónica, tan bella como siempre, sentí un profundo regocijo y una casi orgullosa satisfacción.

Y un inconmesurable agradecimiento. A todos.A todos. A todos.





Miguel Angel de Boer
sigmundm@uolsinectis.com.ar
www.poetasdelmundo.com
Comodoro Rivadavia, Octubre, 2007
Chubut, Argentina

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