El espacio se cruza de agua y de sonidos, y el sabor de lo perdido que vuelve.
La lluvia abrillanta el olor de las flores. Hay un sueño a punto de aparecer y un antiguo color.
El fuego irradia hasta invitar a lo íntimo.
Besos errantes, paseo por el tiempo y una casa en el mar con chimenea.
El fuego inventa imágenes. Sol que se retira, pero antes de hacerlo, despliega una revolución roja en el cielo. La violencia de la belleza.
El crepúsculo es la última batalla ardiente... La firma de un dios que no se rinde en la hoja celeste o será diosa con sus colores cambiantes. Una diosa todavía inocente con los bolsillos que se abren y desparraman sus hogueras brillantes. Una diosa sí, dios es perfecto y se murió por nosotros me dijeron, pero una diosa vive y saltan sus chispas vitales a chorros imperfectos.
Cristina Villanueva
libera@arnet.com.ar
La lluvia abrillanta el olor de las flores. Hay un sueño a punto de aparecer y un antiguo color.
El fuego irradia hasta invitar a lo íntimo.
Besos errantes, paseo por el tiempo y una casa en el mar con chimenea.
El fuego inventa imágenes. Sol que se retira, pero antes de hacerlo, despliega una revolución roja en el cielo. La violencia de la belleza.
El crepúsculo es la última batalla ardiente... La firma de un dios que no se rinde en la hoja celeste o será diosa con sus colores cambiantes. Una diosa todavía inocente con los bolsillos que se abren y desparraman sus hogueras brillantes. Una diosa sí, dios es perfecto y se murió por nosotros me dijeron, pero una diosa vive y saltan sus chispas vitales a chorros imperfectos.
Cristina Villanueva
libera@arnet.com.ar
2 comentarios:
Cris, en esta prosa poética captaste el instante, las llamas rojas del crepusculo, esa soledad que lo acompaña, hata el so¡ilencio, lo puedo escuchar vestido de rojo.Un abrazo,
Este es un CRepusculo de AMOR, que se incendia, en el firmamento, no se cuanto durara, pero esta tanto que el calor llegara a todos lados.
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