viernes, 12 de septiembre de 2008

Cristina Villanueva: La isla del sol rebelde


Asomarse para ver el mar como el borde de un sueño.
País, nombre, sueño prohibido.
Eras un gusto entre los labios,
una fruta de azúcares huracanados.
En mi país, a veces, la gente moría por ese sueño,
Otras, a las radiantes muchedumbres que lo cantábamos,
nos venían
hombres montados en caballos con máquinas de fabricar lágrimas
para hacernos callar el nombre de la isla
o del sueño
o del deseo
de un mundo por llegar.
Ahora que dicen que la historia terminó.
Desde el balcón veo la ciudad
de las columnas en el espejo de su propia voz.
Isla con puentes sobre el mar.
Viva
de son, de ron,
de calles que crujen, de tambores,
y un aire apenas imaginado,
sin ráfagas para levantar las polleras de Marilyn,
aunque si puede, no el aire, sino las voces, los deseos de un pueblo,
caminar hacia el centro,
deslizar al menos la punta de la ropa de la historia.
Para espiar, no claro, no el Paraíso.
Si, un malecón a la vuelta del que se cree amo.
Que rodea como un amor,
como una cintura cómplice que baila,
el cuerpo de los últimos sueños.
Entre los hilos verdes, vegetales
y
la deriva de un sol que no se rinde.



Cristina Villanueva
libera@arnet.com.ar

1 comentario:

mercedes saenz dijo...

Bellísimo Cristina. Un abrazo. Mercedes Sáenz