No hay primavera con Mauricio
Hoy te veo Buenos Aires enferma de amarillo. Muda con una hache como escalera de un solo escalón que no permite alcanzar nada.
Aunque el cielo se pinte celeste y un falso slogan "no hay ciudad sin poesía" esta primavera nos encuentra a los escribas volviendo a derramar tinta con broncas en versos mas tristes como en épocas que recordar no quiero.
Esta realidad nos urge a reclamar lo que nos pertenece, dejando en un rincón que no alcanza, kilos de esperanzas que se reproducen y no son permitidas desatarlas.
Resulta difícil hacerle entender al gerente frío y material que la sensibilidad también existe.
Nuestros justos reclamos son considerados por la gran prensa como "caos en el tránsito". Nuestra defensa a la vida vista como "un acto piquetero".
Y esa hache mayúscula negra que resume la actitud de no opinar, de no decir nada, de silencio total ("el silencio es salud" ¿se acuerdan?), en boca de una mayoritaria clase media robotizada que nos recuerda los años más terribles de nuestra historia, me produce un profundo dolor.
Después de haber podido conseguir con tanto esfuerzo y tiempo un poquitito de nuestros sueños, no podemos permitir que una gran topadora los destruya en un segundo.
No nos quedemos cruzados de brazos, no existe el cansancio para seguir luchando, tal vez esa sea nuestra misión en esta tierra: no dejar que se apaguen nuestras lucecitas para seguir iluminando el futuro.
Aníbal Jorge Sciorra
sciorra52@gmail.com
Hoy te veo Buenos Aires enferma de amarillo. Muda con una hache como escalera de un solo escalón que no permite alcanzar nada.
Aunque el cielo se pinte celeste y un falso slogan "no hay ciudad sin poesía" esta primavera nos encuentra a los escribas volviendo a derramar tinta con broncas en versos mas tristes como en épocas que recordar no quiero.
Esta realidad nos urge a reclamar lo que nos pertenece, dejando en un rincón que no alcanza, kilos de esperanzas que se reproducen y no son permitidas desatarlas.
Resulta difícil hacerle entender al gerente frío y material que la sensibilidad también existe.
Nuestros justos reclamos son considerados por la gran prensa como "caos en el tránsito". Nuestra defensa a la vida vista como "un acto piquetero".
Y esa hache mayúscula negra que resume la actitud de no opinar, de no decir nada, de silencio total ("el silencio es salud" ¿se acuerdan?), en boca de una mayoritaria clase media robotizada que nos recuerda los años más terribles de nuestra historia, me produce un profundo dolor.
Después de haber podido conseguir con tanto esfuerzo y tiempo un poquitito de nuestros sueños, no podemos permitir que una gran topadora los destruya en un segundo.
No nos quedemos cruzados de brazos, no existe el cansancio para seguir luchando, tal vez esa sea nuestra misión en esta tierra: no dejar que se apaguen nuestras lucecitas para seguir iluminando el futuro.
Aníbal Jorge Sciorra
sciorra52@gmail.com
7 comentarios:
Saludo el entusiasmo y dedicación de Aníbal Jorge Sciorra, y el grupo de colaboradores de la Máquina de Escribir, por el buen trabajo que vienen desarrollando en la publicación.
Mi admiración y respeto.
Daniel Montoly
Nunca hay que apagar las lucecitas, por más tenues que se sientan...
Feliz Primavera...
Gabriela Abeal.
Anibal, cuando " el administrador " cree que gobernar una ciudad es como ser presidente de un club de futbol..¿ qué podemos esperar ?.Pero, tenés razón no hay que permitir que se apaguen todas las lucecitas. Un saludo de
Silvia Loustau
Excelente Aníbal.
De una justeza a puro grito.
Muy Sciorra.
Un beso.
Virginia.
Anibal,una extraña mixtura ,su vision porteña y mi foto rosarina ,un mismo sentir,,el que todo esta "patas paraarriba",aunque seguimos apostando a pensar cabeza abajo,,,retoñado saludo siempre Ale
Excelente Aníbal.
De una justeza a puro grito.
Muy Sciorra.
Un beso.
Virginia.
Que bellas y tristes palabras, no estoy de acuerdo en que esta época se parece a : "...los años más terribles de nuestra historia...". Porque en esa época de silencios y muerte es cuando se ha creado más en poesía, canciones y obras de arte. Esta es una época de una mediocridad tal y una ignorancia inmensamente peligrosas, y creo que mucho mas que en los setenta, allí sabíamos quienes eran "los otros", aquí no tenemos idea, y lo peor que pueden estar en nuestro hogar o familia.
Marta Millicay
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