Mucho tiempo giró en el sentido de las agujas del reloj. Ahora comenzó a girar en sentido contrario...
El neoliberalismo económico, el totalitarismo político militar, y el retroceso de la vida social han caracterizado la historia de los últimos años. Pero a partir de la invasión a Irak, por fijar una fecha aproximada (y casi seguro que arbitraria) se ha marcado el fin del imperio americano, el fin del sueño del dominio unipolar del mundo por parte de los oligopolios americanos. Ni infalibles ni imbatibles...
Ya desde los primeros meses el militarismo de Bush−USA se reveló como aventurero, incapaz e inútil de ganar una guerra montada escrupulosamente por el trío siniestro Bush, Chaney y Rumsfeld.
Durante esos primeros meses de la invasión se mostraron implacables, ordenaron asesinatos en masa, mandaron torturar, llevar a campamentos de concentración fuera de irak a los detenidos y humillados. La hermeticidad policial e imperialista comenzo a filtrar información de lo que ocurría en la guerra sucia. Y el imperio comenzó a hacer agua por todas sus rendijas y agujeros, hasta culminar con sucesivas derrotas militares, pérdidas políticas y una tremenda crisis económica y financiera.
En el continente de América Latina, se fueron forjando relaciones de nuevo tipo: Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Venezuela, Ecuador, Paraguay y Bolivia han constituido una entente que considera a los EE.UU. un segmento del cual pueden prescindir en esta etapa. Y tal vez estén en condiciones de extrangular los últimos manotazos del imperio.
En Europa y Asia se han levantado dos potencias que no sólo amenazan sino que han roto el monopolio de USA: Rusia, que ha demostrado, desde el aventuresco juego del satélite americano, Georgia, que ya ha dejado de ser el tigre de papel de la era Yeltsin para convertirse en un poderoso adversario del bloque de provocadores encabezados por los EE.UU. Y China, que exige no solamente ser una potencia productora y exportadora, sino que reclama una posición en el mundo de acuerdo a su potencial político, económico, industrial, financiero y militar.
La rueda del planeta ha comenzado a girar en sentido contrario a las agujas del reloj americano.
De estas antinomias, de estas crisis del mundo capitalista, es muy posible que las fuerzas de los pueblos tengan una presencia activa en este siglo XXI, que se está recalentando en todas las esferas de la vida contemporánea.
Tenían razón los pensadores del siglo XIX cuando hace 160 años atrás anunciaron, sin dudas, que las crisis son la sombra permanente del sistema capitalista. Y si bien la previsión de sus ciclos ha cambiado, lo que permanece y permanecerá, sin cambios, es la crisis como esencia de su composición intrínseca. Ni la historia ha terminado ni el neoliberalismo es una panacea eterna. Más bien lo contrario. (seguirá)
El neoliberalismo económico, el totalitarismo político militar, y el retroceso de la vida social han caracterizado la historia de los últimos años. Pero a partir de la invasión a Irak, por fijar una fecha aproximada (y casi seguro que arbitraria) se ha marcado el fin del imperio americano, el fin del sueño del dominio unipolar del mundo por parte de los oligopolios americanos. Ni infalibles ni imbatibles...
Ya desde los primeros meses el militarismo de Bush−USA se reveló como aventurero, incapaz e inútil de ganar una guerra montada escrupulosamente por el trío siniestro Bush, Chaney y Rumsfeld.
Durante esos primeros meses de la invasión se mostraron implacables, ordenaron asesinatos en masa, mandaron torturar, llevar a campamentos de concentración fuera de irak a los detenidos y humillados. La hermeticidad policial e imperialista comenzo a filtrar información de lo que ocurría en la guerra sucia. Y el imperio comenzó a hacer agua por todas sus rendijas y agujeros, hasta culminar con sucesivas derrotas militares, pérdidas políticas y una tremenda crisis económica y financiera.
En el continente de América Latina, se fueron forjando relaciones de nuevo tipo: Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Venezuela, Ecuador, Paraguay y Bolivia han constituido una entente que considera a los EE.UU. un segmento del cual pueden prescindir en esta etapa. Y tal vez estén en condiciones de extrangular los últimos manotazos del imperio.
En Europa y Asia se han levantado dos potencias que no sólo amenazan sino que han roto el monopolio de USA: Rusia, que ha demostrado, desde el aventuresco juego del satélite americano, Georgia, que ya ha dejado de ser el tigre de papel de la era Yeltsin para convertirse en un poderoso adversario del bloque de provocadores encabezados por los EE.UU. Y China, que exige no solamente ser una potencia productora y exportadora, sino que reclama una posición en el mundo de acuerdo a su potencial político, económico, industrial, financiero y militar.
La rueda del planeta ha comenzado a girar en sentido contrario a las agujas del reloj americano.
De estas antinomias, de estas crisis del mundo capitalista, es muy posible que las fuerzas de los pueblos tengan una presencia activa en este siglo XXI, que se está recalentando en todas las esferas de la vida contemporánea.
Tenían razón los pensadores del siglo XIX cuando hace 160 años atrás anunciaron, sin dudas, que las crisis son la sombra permanente del sistema capitalista. Y si bien la previsión de sus ciclos ha cambiado, lo que permanece y permanecerá, sin cambios, es la crisis como esencia de su composición intrínseca. Ni la historia ha terminado ni el neoliberalismo es una panacea eterna. Más bien lo contrario. (seguirá)
2 comentarios:
Excelente,
claro,
definitivo para seguir pensando en este momento que tendrá probablemente tanto de histórico.
A los postmodernos ya les podemos ir diciendo:
"Los muertos que vos matáis gozan de buena salud".
La historia no tiene fin, y tenemos por escribir.
Excelente tu texto, Andrés.
Virginia.
Excelente,
claro,
definitivo para seguir pensando en este momento que tendrá probablemente tanto de histórico.
A los postmodernos ya les podemos ir diciendo:
"Los muertos que vos matáis gozan de buena salud".
La historia no tiene fin, y tenemos por escribir.
Excelente tu texto, Andrés.
Virginia.
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