Reproducimos a continuación una parte de la entrevista que el programa "Hacé deporte, pero en la radio", de RadioEter, le realizara a Osvaldo Bayer:
Cuanto más nos acercamos al comienzo, en agosto, de los Juegos Olímpicos de Beijing (China), más se reactualiza el debate sobre la fuerte relación que existió y todavía persiste entre el deporte y los totalitarismos, como forma de legitimación frente a los pueblos.
Con motivo del 32º aniversario del último golpe militar en Argentina, el periodista, escritor e historiador Osvaldo Bayer visitó Hacé deporte, pero en la radio y no rehuyó a un tema áspero, que tuvo en la Argentina un hito histórico a nivel mundial.
Entrevistado por Claudio Zuth y Federico Siano, el autor de La Patagonia rebelde recordó la última dictadura, el exilio y su oposición, junto con otros intelectuales de la talla de Julio Cortázar y Osvaldo Soriano, al Mundial de fútbol de 1978. Hoy, propone: "Tendríamos que formar un movimiento para pedirle a aquellos que integraron el equipo campeón del '78 y a Menotti, su entrenador, que vayan a la ESMA, hagan su autocrítica y pidan disculpas a los caídos".
¿Por qué los totalitarismos utilizan el deporte cómo medio para legitimarse frente al pueblo?
Es la demagogia. Es decir, se apoderan de lo más popular, de lo más querido, que es el deporte, que son los juegos, donde la gente realmente va a respirar otro clima. De ese movimiento tan hermoso que es el público que va a apoyar a un equipo, el esfuerzo de todos por conseguir un triunfo. Todo esto es aprovechado por las dictaduras demagógicas. Siempre ocurrió, se apuesta al deporte para hacerse popular, para ser popularista. En los Juegos Olímpicos de 1936, Hitler ganó muchísimos puntos, ya que los atletas alemanes ganaron todas las pruebas, estuvo todo muy bien organizado y maravilloso. Entonces, quedó como un país realmente muy organizado, disciplinado y que sabía triunfar. Pero se pasó por alto la cantidad de campos de concentración que ya había, las leyes racistas y la preparación de la guerra. Además, se sumaba el más absoluto totalitarismo y desprecio por las libertades individuales.
Entonces, ¿se cumple justamente el objetivo de construir consenso en la población a través del deporte en estos casos?
Por supuesto. Imagínese un gobierno que logra un triunfo así: la gente piensa que se debe a "él", a esta disciplina y forma de organización. Por eso afirman: "No hay otros gobiernos que hayan sabido organizar tan bien a nuestro pueblo". Esto pasó también con el Mundial de Fútbol de 1978, que fue realmente tristísimo porque a cuatrocientos metros de la cancha de River estaba la ESMA (Escuela Mecánica de la Armada) y se sabía muy bien lo que era. Sin embargo, se calló. Las delegaciones extranjeras se callaron. Yo escribí bastante sobre esto y me pareció muy bien cuando la delegación holandesa decidió un domingo ir a acompañar a las Madres de Plaza de Mayo en su marcha, sabiendo que ellos podían correr peligro de una provocación y sin embargo, lo hicieron igual. Fue el único plantel que acompañó a las Madres de la Plaza de Mayo.
¿Usted se hubiera imaginado que desde el ambiente del deporte, fundamentalmente de los jugadores, ante una situación política de crisis, se dijera: "No, al fútbol no jugamos porque el país está viviendo una situación trágica"?
Hubiera sido hermoso, ¿no? Yo estaba en el exilio en Alemania cuando se realizó el famoso campeonato mundial de la dictadura. Me acuerdo muy bien que hubo jugadores alemanes que se negaron a integrar el seleccionado porque no querían venir a jugar este mundial, en un lugar donde había una dictadura militar con la desaparición de personas. Llega un momento en el que el deporte tiene que decir "no" cuando en un país no están dadas las garantías democráticas, no hay libertades, hay campos de prisioneros, hay gente desaparecida, etcétera. Creo que ahí los deportistas tienen que tener una cuota de honor, de conducta, de coraje civil y saber decir que "no".
Cuando usted habla de que el deporte tiene que decir que "no", ¿cómo puede un periodista o un hincha canalizar esa negativa en un ámbito de totalitarismo y demagogia?
Por ejemplo, no concurriendo a esos hechos, haciendo el vacío. De la misma forma que se sale a la calle con un triunfo legítimo, en este caso se trata de quedarse, no concurrir y no gritar a favor de algo preparado por una dictadura, sabiendo que hay tantos presos, tantos desaparecidos y madres que habían perdido a sus hijos. Además, ya estando esas madres de pañuelo blanco marchando por la Plaza de Mayo. Recuerdo que un intelectual argentino escribió en el diario La Opinión, cuando Argentina ganó el campeonato mundial: "Yo ahora a los exiliados le gritaría gol en la cara". Salió en primera página, al día siguiente del triunfo sobre Holanda. Eso es burlarse de los legítimos derechos que tiene un ser humano, del respeto a la vida y a la solidaridad.
¿Cree que se debería devolver la Copa del Mundial 1978 y desactivar los festejos del aniversario de aquella consagración?
Por supuesto. Eso es lo que se llama autocrítica y tiene que existir en toda buena democracia. Es una muy buena idea. En recuerdo de todos los que sufrían y los que estaban en campos de concentración, de los prisioneros de la ESMA, tendríamos que formar un movimiento para pedirle a aquellos que integraron el equipo campeón del '78 y a Menotti, su entrenador, que vayan a la ESMA, hagan su autocrítica y pidan disculpas a los caídos.
¿Qué información llegaba a Europa de lo que sucedía en los años de la última dictadura?
Sabíamos muy bien de la existencia de los campos de concentración. Era la denominada "muerte argentina", así llamaban en Europa a la desaparición de personas. Hubo otros grandes aparatos que hicieron genocidios, pero aquí estaba la tortura. Es decir, el torturador mirando a la víctima, gozando, sacándole hasta el último aliento. ¿Donde cabe tamaña perversión, en qué sistema ha habido tanta perversión?
¿Cuál fue el desarrollo del ámbito cultural e intelectual frente a la dictadura y el Mundial de 1978?
Hubo distintas formas de pensar y de expresarse. Nosotros éramos el grupo más numeroso que estaba en el exilio, solicitamos que las delegaciones extranjeras no concurrieran al campeonato mundial, que hicieran un boicot. Luchamos por eso, hicimos distintas reuniones, congresos y publicaciones, pero no tuvimos eco. Por ejemplo, los exiliados peronistas apoyaron el movimiento del Mundial para que el pueblo argentino no sufriera. Nosotros no estuvimos de acuerdo con eso. Hubiera sido una gran reacción que no se realizara en Argentina el Mundial de la desaparición de personas. Por eso fuimos muy combatidos. Hubo diarios donde se nos dijo que nosotros pintábamos un cuadro anti-argentino en el exterior y no era cierto. Nosotros hacíamos la diferencia de la verdadera Argentina y de esa Argentina de la dictadura.
¿Qué otros intelectuales participaron de estos eventos y publicaciones?
En Europa, los que más hicieron, sin ninguna duda, fueron el querido Julio Cortázar desde París y el gran amigo Osvaldo Soriano, a quién le gustaba mucho el fútbol y, a pesar de eso, estuvo en el movimiento del boicot al certamen nundial. También estuvo Carlos Gabetta, que hoy es el editor de la revista Le Monde Diplomatique, y otros también cómo Noé Jitrik, por ejemplo, y muchos más.
Se van a realizar los Juegos Olímpicos en Beijing, China, justamente un país acusado de violar los derechos humanos. ¿Podemos pensar que esta es una forma de mejorar la imagen de una nación, cómo se intentó hacer con Argentina en el Mundial '78?
Yo creo que, antes de concurrir, se debería exigir el respeto a los derechos humanos. Es decir, terminar con la pena de muerte en China, con los campos de concentración y la persecución a la gente que no tiene la ideología de ellos. Yo creo que esto hay que hacerlo por un principio de humanidad y dignidad. Si no, ¿qué mundo esperamos?
¿Es demasiado utópica la idea de que surja un grupo, al igual que ustedes en 1978, que denuncie la violación a los derechos humanos en el país organizador de un evento deportivo internacional?
Es utópica y no tanto. Aunque sea utópica, hay que salir a la calle, hay que pedirles a nuestros atletas que no concurran a los Juegos Olímpicos de China, mientras las Naciones Unidas y organismos de derechos humanos señalen que no se cumplen los principios básicos del respeto a los mismos. Sabemos muy bien de las cárceles, de la pena de muerte y de que se condena a la gente que hoy se opone a la ideología dominante en China. Los atletas tienen que ser y sentirse protagonistas y decir "ahí no voy". Hay países donde se respetan los derechos humanos, "vayamos allí entonces". Eso va a ayudar mucho a la sociedad. Nuestra dictadura de la desaparición de personas, si no se hubiera hecho ese Mundial, hubiera caído al poco tiempo, pero eso los fortaleció. Se sintieron muy fuertes y se hicieron tan fuertes que emprendieron la errónea guerra de Malvinas.
Todas las semanas escuchamos sobre incidentes en el fútbol argentino, generalmente entre hinchas. ¿Cómo es que la violencia, necesariamente, tiene que recaer en el fútbol? ¿O se origina a consecuencia del fútbol?
El capitalismo explota y sabe de todo eso. Explota la ignorancia, la brutalidad, y los gobiernos se callan la boca. Porque, ante la muerte de un hincha, el Gobierno debiera haber suspendido todos los partidos por 6 meses y no permitir ninguna banda más de hinchas. No se puede dar este espectáculo terrible. No puede seguir una organización deportiva de esta manera, con las barras organizadas con políticos que apoyan estos grupos, es decir, con los mafiosos que se han apoderado de los clubes y de la AFA. No hablemos de este señor que subió con la dictadura y sigue todavía ahí… ¿Por qué aún sigue? ¿Cómo no lo han sacado a un hombre creado por la dictadura, como es Julio Grondona?
Fue recomendado por el Almirante Lacoste.
Así es, es el que maneja el gran negocio del fútbol. No puede ser que continúe. El principio de la ética tiene que gobernar por sobre todo. Terminemos con esto, comencemos desde el periodismo a levantar las voces. Los que podemos, tenemos que decir: "Basta de este espectáculo, basta de la muerte de los hinchas, de la pelea, de lo absolutamente irracional". Salen a pelearse y a matarse por una camiseta de fútbol, pero no es así. Es para tener el predominio de la tribuna. Es quizá para recibir un poco más de coima o pago de la mafia.
Pero no salen a la calle cuando una sociedad tiene como en Argentina el 15% de los niños bajo el nivel de desnutrición. Siempre dije que donde hay niños con hambre, entonces no hay verdadera democracia. Por esto hay que salir a la calle, por los derechos de los débiles de la sociedad y no por la camiseta amarilla y azul, camiseta a rayas o por un equipo. Una cosa más irracional nunca ha ocurrido en la historia del mundo.
¿Por qué cree usted que se privilegia la violencia por una camiseta de fútbol y no el reclamo o la lucha por cuestiones sociales?
Los jefes de esas hinchadas cobran dinero de ciertos politicos y sectores, que son todos mafiosos. Entonces, se conforman con recibir ese dinero y a los chicos jóvenes se les "enciende" el machismo: "Luchá por tu camiseta, porque vos sos el macho". Todo esto que ya lo debiéramos haber vencido a través de la educación primaria y secundaria. Es decir, tomar como un elemento de honor, por ejemplo, el respeto hacia el otro, el luchar por términos profundos como la solidaridad.
Redacción: Ivana Lanuto y Federico Siano
Descargate la entrevista completa con Osvaldo Bayer de nuestro Archivo.
"Hacé deporte, pero en la radio" se emite por Radioeter los sábados de 15.30 a 18.30
(ver repeticiones en Programación).
Fuente: http://www.eter.com.ar/contenidos/central_bayer.html
Cuanto más nos acercamos al comienzo, en agosto, de los Juegos Olímpicos de Beijing (China), más se reactualiza el debate sobre la fuerte relación que existió y todavía persiste entre el deporte y los totalitarismos, como forma de legitimación frente a los pueblos.
Con motivo del 32º aniversario del último golpe militar en Argentina, el periodista, escritor e historiador Osvaldo Bayer visitó Hacé deporte, pero en la radio y no rehuyó a un tema áspero, que tuvo en la Argentina un hito histórico a nivel mundial.
Entrevistado por Claudio Zuth y Federico Siano, el autor de La Patagonia rebelde recordó la última dictadura, el exilio y su oposición, junto con otros intelectuales de la talla de Julio Cortázar y Osvaldo Soriano, al Mundial de fútbol de 1978. Hoy, propone: "Tendríamos que formar un movimiento para pedirle a aquellos que integraron el equipo campeón del '78 y a Menotti, su entrenador, que vayan a la ESMA, hagan su autocrítica y pidan disculpas a los caídos".
¿Por qué los totalitarismos utilizan el deporte cómo medio para legitimarse frente al pueblo?
Es la demagogia. Es decir, se apoderan de lo más popular, de lo más querido, que es el deporte, que son los juegos, donde la gente realmente va a respirar otro clima. De ese movimiento tan hermoso que es el público que va a apoyar a un equipo, el esfuerzo de todos por conseguir un triunfo. Todo esto es aprovechado por las dictaduras demagógicas. Siempre ocurrió, se apuesta al deporte para hacerse popular, para ser popularista. En los Juegos Olímpicos de 1936, Hitler ganó muchísimos puntos, ya que los atletas alemanes ganaron todas las pruebas, estuvo todo muy bien organizado y maravilloso. Entonces, quedó como un país realmente muy organizado, disciplinado y que sabía triunfar. Pero se pasó por alto la cantidad de campos de concentración que ya había, las leyes racistas y la preparación de la guerra. Además, se sumaba el más absoluto totalitarismo y desprecio por las libertades individuales.
Entonces, ¿se cumple justamente el objetivo de construir consenso en la población a través del deporte en estos casos?
Por supuesto. Imagínese un gobierno que logra un triunfo así: la gente piensa que se debe a "él", a esta disciplina y forma de organización. Por eso afirman: "No hay otros gobiernos que hayan sabido organizar tan bien a nuestro pueblo". Esto pasó también con el Mundial de Fútbol de 1978, que fue realmente tristísimo porque a cuatrocientos metros de la cancha de River estaba la ESMA (Escuela Mecánica de la Armada) y se sabía muy bien lo que era. Sin embargo, se calló. Las delegaciones extranjeras se callaron. Yo escribí bastante sobre esto y me pareció muy bien cuando la delegación holandesa decidió un domingo ir a acompañar a las Madres de Plaza de Mayo en su marcha, sabiendo que ellos podían correr peligro de una provocación y sin embargo, lo hicieron igual. Fue el único plantel que acompañó a las Madres de la Plaza de Mayo.
¿Usted se hubiera imaginado que desde el ambiente del deporte, fundamentalmente de los jugadores, ante una situación política de crisis, se dijera: "No, al fútbol no jugamos porque el país está viviendo una situación trágica"?
Hubiera sido hermoso, ¿no? Yo estaba en el exilio en Alemania cuando se realizó el famoso campeonato mundial de la dictadura. Me acuerdo muy bien que hubo jugadores alemanes que se negaron a integrar el seleccionado porque no querían venir a jugar este mundial, en un lugar donde había una dictadura militar con la desaparición de personas. Llega un momento en el que el deporte tiene que decir "no" cuando en un país no están dadas las garantías democráticas, no hay libertades, hay campos de prisioneros, hay gente desaparecida, etcétera. Creo que ahí los deportistas tienen que tener una cuota de honor, de conducta, de coraje civil y saber decir que "no".
Cuando usted habla de que el deporte tiene que decir que "no", ¿cómo puede un periodista o un hincha canalizar esa negativa en un ámbito de totalitarismo y demagogia?
Por ejemplo, no concurriendo a esos hechos, haciendo el vacío. De la misma forma que se sale a la calle con un triunfo legítimo, en este caso se trata de quedarse, no concurrir y no gritar a favor de algo preparado por una dictadura, sabiendo que hay tantos presos, tantos desaparecidos y madres que habían perdido a sus hijos. Además, ya estando esas madres de pañuelo blanco marchando por la Plaza de Mayo. Recuerdo que un intelectual argentino escribió en el diario La Opinión, cuando Argentina ganó el campeonato mundial: "Yo ahora a los exiliados le gritaría gol en la cara". Salió en primera página, al día siguiente del triunfo sobre Holanda. Eso es burlarse de los legítimos derechos que tiene un ser humano, del respeto a la vida y a la solidaridad.
¿Cree que se debería devolver la Copa del Mundial 1978 y desactivar los festejos del aniversario de aquella consagración?
Por supuesto. Eso es lo que se llama autocrítica y tiene que existir en toda buena democracia. Es una muy buena idea. En recuerdo de todos los que sufrían y los que estaban en campos de concentración, de los prisioneros de la ESMA, tendríamos que formar un movimiento para pedirle a aquellos que integraron el equipo campeón del '78 y a Menotti, su entrenador, que vayan a la ESMA, hagan su autocrítica y pidan disculpas a los caídos.
¿Qué información llegaba a Europa de lo que sucedía en los años de la última dictadura?
Sabíamos muy bien de la existencia de los campos de concentración. Era la denominada "muerte argentina", así llamaban en Europa a la desaparición de personas. Hubo otros grandes aparatos que hicieron genocidios, pero aquí estaba la tortura. Es decir, el torturador mirando a la víctima, gozando, sacándole hasta el último aliento. ¿Donde cabe tamaña perversión, en qué sistema ha habido tanta perversión?
¿Cuál fue el desarrollo del ámbito cultural e intelectual frente a la dictadura y el Mundial de 1978?
Hubo distintas formas de pensar y de expresarse. Nosotros éramos el grupo más numeroso que estaba en el exilio, solicitamos que las delegaciones extranjeras no concurrieran al campeonato mundial, que hicieran un boicot. Luchamos por eso, hicimos distintas reuniones, congresos y publicaciones, pero no tuvimos eco. Por ejemplo, los exiliados peronistas apoyaron el movimiento del Mundial para que el pueblo argentino no sufriera. Nosotros no estuvimos de acuerdo con eso. Hubiera sido una gran reacción que no se realizara en Argentina el Mundial de la desaparición de personas. Por eso fuimos muy combatidos. Hubo diarios donde se nos dijo que nosotros pintábamos un cuadro anti-argentino en el exterior y no era cierto. Nosotros hacíamos la diferencia de la verdadera Argentina y de esa Argentina de la dictadura.
¿Qué otros intelectuales participaron de estos eventos y publicaciones?
En Europa, los que más hicieron, sin ninguna duda, fueron el querido Julio Cortázar desde París y el gran amigo Osvaldo Soriano, a quién le gustaba mucho el fútbol y, a pesar de eso, estuvo en el movimiento del boicot al certamen nundial. También estuvo Carlos Gabetta, que hoy es el editor de la revista Le Monde Diplomatique, y otros también cómo Noé Jitrik, por ejemplo, y muchos más.
Se van a realizar los Juegos Olímpicos en Beijing, China, justamente un país acusado de violar los derechos humanos. ¿Podemos pensar que esta es una forma de mejorar la imagen de una nación, cómo se intentó hacer con Argentina en el Mundial '78?
Yo creo que, antes de concurrir, se debería exigir el respeto a los derechos humanos. Es decir, terminar con la pena de muerte en China, con los campos de concentración y la persecución a la gente que no tiene la ideología de ellos. Yo creo que esto hay que hacerlo por un principio de humanidad y dignidad. Si no, ¿qué mundo esperamos?
¿Es demasiado utópica la idea de que surja un grupo, al igual que ustedes en 1978, que denuncie la violación a los derechos humanos en el país organizador de un evento deportivo internacional?
Es utópica y no tanto. Aunque sea utópica, hay que salir a la calle, hay que pedirles a nuestros atletas que no concurran a los Juegos Olímpicos de China, mientras las Naciones Unidas y organismos de derechos humanos señalen que no se cumplen los principios básicos del respeto a los mismos. Sabemos muy bien de las cárceles, de la pena de muerte y de que se condena a la gente que hoy se opone a la ideología dominante en China. Los atletas tienen que ser y sentirse protagonistas y decir "ahí no voy". Hay países donde se respetan los derechos humanos, "vayamos allí entonces". Eso va a ayudar mucho a la sociedad. Nuestra dictadura de la desaparición de personas, si no se hubiera hecho ese Mundial, hubiera caído al poco tiempo, pero eso los fortaleció. Se sintieron muy fuertes y se hicieron tan fuertes que emprendieron la errónea guerra de Malvinas.
Todas las semanas escuchamos sobre incidentes en el fútbol argentino, generalmente entre hinchas. ¿Cómo es que la violencia, necesariamente, tiene que recaer en el fútbol? ¿O se origina a consecuencia del fútbol?
El capitalismo explota y sabe de todo eso. Explota la ignorancia, la brutalidad, y los gobiernos se callan la boca. Porque, ante la muerte de un hincha, el Gobierno debiera haber suspendido todos los partidos por 6 meses y no permitir ninguna banda más de hinchas. No se puede dar este espectáculo terrible. No puede seguir una organización deportiva de esta manera, con las barras organizadas con políticos que apoyan estos grupos, es decir, con los mafiosos que se han apoderado de los clubes y de la AFA. No hablemos de este señor que subió con la dictadura y sigue todavía ahí… ¿Por qué aún sigue? ¿Cómo no lo han sacado a un hombre creado por la dictadura, como es Julio Grondona?
Fue recomendado por el Almirante Lacoste.
Así es, es el que maneja el gran negocio del fútbol. No puede ser que continúe. El principio de la ética tiene que gobernar por sobre todo. Terminemos con esto, comencemos desde el periodismo a levantar las voces. Los que podemos, tenemos que decir: "Basta de este espectáculo, basta de la muerte de los hinchas, de la pelea, de lo absolutamente irracional". Salen a pelearse y a matarse por una camiseta de fútbol, pero no es así. Es para tener el predominio de la tribuna. Es quizá para recibir un poco más de coima o pago de la mafia.
Pero no salen a la calle cuando una sociedad tiene como en Argentina el 15% de los niños bajo el nivel de desnutrición. Siempre dije que donde hay niños con hambre, entonces no hay verdadera democracia. Por esto hay que salir a la calle, por los derechos de los débiles de la sociedad y no por la camiseta amarilla y azul, camiseta a rayas o por un equipo. Una cosa más irracional nunca ha ocurrido en la historia del mundo.
¿Por qué cree usted que se privilegia la violencia por una camiseta de fútbol y no el reclamo o la lucha por cuestiones sociales?
Los jefes de esas hinchadas cobran dinero de ciertos politicos y sectores, que son todos mafiosos. Entonces, se conforman con recibir ese dinero y a los chicos jóvenes se les "enciende" el machismo: "Luchá por tu camiseta, porque vos sos el macho". Todo esto que ya lo debiéramos haber vencido a través de la educación primaria y secundaria. Es decir, tomar como un elemento de honor, por ejemplo, el respeto hacia el otro, el luchar por términos profundos como la solidaridad.
Redacción: Ivana Lanuto y Federico Siano
Descargate la entrevista completa con Osvaldo Bayer de nuestro Archivo.
"Hacé deporte, pero en la radio" se emite por Radioeter los sábados de 15.30 a 18.30
(ver repeticiones en Programación).
Fuente: http://www.eter.com.ar/contenidos/central_bayer.html
2 comentarios:
Un lujo
acceder a esta entrevista del luchador irrenuciable por los Derechos Humanos , que es Osvaldo Bayer
Silvia Loustau
Lleno de fuerza y convicción...enhorabuena por la inserción...azpeitia
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