Por Silvia Ceres
Anochece sobre Lisboa, un día de abril de 1914. En una mesa escondida entre la pared y la ventana, Fernando Pessoa bebe, fuma y cavila sobre la voz certera que se hizo presente en su vida, hace apenas un mes: Alberto Caeiro. Pessoa —además de poeta, eximio astrólogo— no puede apartarse de una idea que le ronda desde hace días, ¿qué mapa natal sería representativo de una personalidad de características tan distantes de las suyas?
Finalmente, la sensación extraña que lo envuelve encuentra la palabra adecuada para expresarse: sincero, Caeiro es sincero. Su expresión es directa, vital, franca, libre de ataduras y convencionalismos. Fernando piensa en una carta natal con primacía de planetas en el elemento Fuego para dar cuenta de esa expresión extravertida.
El Sol en el individualista y pionero signo de Aries sería una apropiada posición. El Ascendente en Leo denotaría la autoridad del personaje, al que reconoce como su maestro. Parece oportuno para ese tipo físico rubio y de ojos claros, diferente de los demás heterónimos —y de Pessoa mismo— que son morenos, con características físicas de judíos sefaradíes. Mercurio en Aries le otorgaría un pensamiento directo, carente de ambigüedades, confiado y vigoroso. Aborda los enigmas de manera recta, franca, espontánea y enérgica, portando una visión luminosa, sin lugar para contornos imprecisos.
Pero no todo es tan sencillo. Caeiro también es un ser distante, taciturno, decidido a renunciar a la bulliciosa vida intelectual ciudadana, preservando su intimidad en una sencilla aldea campesina. Si ubica el Ascendente en los últimos grados de Leo —conjetura Pessoa—, el Sol quedaría en el noveno sector, otorgándole el sentimiento de un náufrago solitario, extranjero, ignorante por propia decisión de los códigos cotidianos del mundo cercano e inmediato.
La carta va dibujándose en su imaginación. Una Luna en Escorpio señalaría una emocionalidad intensa, pero reservada. Júpiter en Capricornio le otorgaría una fuerte conexión con la realidad, con el pasado y la tradición, de donde podría provenir su respeto por el mundo helénico. Le ofrece, además, un sentido innato de autoridad que despierta confianza entre sus conocidos. Saturno en Leo y en el sector XII —relacionado con situaciones de aislamiento— terminaría de describir la tendencia a la soledad y a la vida ermitaña, así como una necesidad profunda de adquirir seguridad interior expresando su individualidad mediante actividades artísticas.
Ubicar a Júpiter y Saturno —planetas de desplazamiento lento— le permite sospechar un año de nacimiento: 1889. La alegría del hallazgo se ensombrece al recordar que no debe dejar de lado la notable búsqueda de sencillez, de una belleza sin artificios, amante de las formas simples esbozadas en la naturaleza. Venus en Tauro sería una buena posición para explicar una cierta mirada bucólica.
Caeiro defiende su territorio interior intentando que el mundo no lo invada con sus mezquindades. Resistencia firme pero pasiva, propia de Marte en Tauro. Venus y Marte en Tauro lo describen como un paisajista que trabaja con contornos, rastreando la verdad de las formas y de la existencia. Le otorga una mirada hacia las cosas que son en sí, que están ahí; la suya es una ética de la sencillez y la autenticidad.
Es un autor desentendido de la belleza pasajera, un buscador de lo perdurable. Afirmación que remite a la presencia de factores astrológicos en signos fijos (Ascendente, Saturno, Luna, Venus y Marte) y poca presencia planetaria en mutables (Neptuno y Plutón).
Pessoa busca en los bolsillos de su ajado saco un par de billetes para pagar sus copas. Está urgido por retornar a casa y constatar en la tabla de posiciones planetarias si alguna vez los astros estuvieron en la disposición imaginada. Traspone la puerta, camina con pasos rápidos, apremiado por la curiosidad.
De esta manera o de otra, quién sabe, debe haber llegado a la conclusión de que Caeiro debió nacer en Lisboa el 16 de abril de 1889, poco después del mediodía, a las 13.45.
Este fragmento pertenece al libro Fernando Pessoa. Poesía, heterónimos y astrología, distribuido por editorial Dunken.
Fuente: Suplemento "Radar Libros", Diario "Página/12", 09/03/2008
Anochece sobre Lisboa, un día de abril de 1914. En una mesa escondida entre la pared y la ventana, Fernando Pessoa bebe, fuma y cavila sobre la voz certera que se hizo presente en su vida, hace apenas un mes: Alberto Caeiro. Pessoa —además de poeta, eximio astrólogo— no puede apartarse de una idea que le ronda desde hace días, ¿qué mapa natal sería representativo de una personalidad de características tan distantes de las suyas?
Finalmente, la sensación extraña que lo envuelve encuentra la palabra adecuada para expresarse: sincero, Caeiro es sincero. Su expresión es directa, vital, franca, libre de ataduras y convencionalismos. Fernando piensa en una carta natal con primacía de planetas en el elemento Fuego para dar cuenta de esa expresión extravertida.
El Sol en el individualista y pionero signo de Aries sería una apropiada posición. El Ascendente en Leo denotaría la autoridad del personaje, al que reconoce como su maestro. Parece oportuno para ese tipo físico rubio y de ojos claros, diferente de los demás heterónimos —y de Pessoa mismo— que son morenos, con características físicas de judíos sefaradíes. Mercurio en Aries le otorgaría un pensamiento directo, carente de ambigüedades, confiado y vigoroso. Aborda los enigmas de manera recta, franca, espontánea y enérgica, portando una visión luminosa, sin lugar para contornos imprecisos.
Pero no todo es tan sencillo. Caeiro también es un ser distante, taciturno, decidido a renunciar a la bulliciosa vida intelectual ciudadana, preservando su intimidad en una sencilla aldea campesina. Si ubica el Ascendente en los últimos grados de Leo —conjetura Pessoa—, el Sol quedaría en el noveno sector, otorgándole el sentimiento de un náufrago solitario, extranjero, ignorante por propia decisión de los códigos cotidianos del mundo cercano e inmediato.
La carta va dibujándose en su imaginación. Una Luna en Escorpio señalaría una emocionalidad intensa, pero reservada. Júpiter en Capricornio le otorgaría una fuerte conexión con la realidad, con el pasado y la tradición, de donde podría provenir su respeto por el mundo helénico. Le ofrece, además, un sentido innato de autoridad que despierta confianza entre sus conocidos. Saturno en Leo y en el sector XII —relacionado con situaciones de aislamiento— terminaría de describir la tendencia a la soledad y a la vida ermitaña, así como una necesidad profunda de adquirir seguridad interior expresando su individualidad mediante actividades artísticas.
Ubicar a Júpiter y Saturno —planetas de desplazamiento lento— le permite sospechar un año de nacimiento: 1889. La alegría del hallazgo se ensombrece al recordar que no debe dejar de lado la notable búsqueda de sencillez, de una belleza sin artificios, amante de las formas simples esbozadas en la naturaleza. Venus en Tauro sería una buena posición para explicar una cierta mirada bucólica.
Caeiro defiende su territorio interior intentando que el mundo no lo invada con sus mezquindades. Resistencia firme pero pasiva, propia de Marte en Tauro. Venus y Marte en Tauro lo describen como un paisajista que trabaja con contornos, rastreando la verdad de las formas y de la existencia. Le otorga una mirada hacia las cosas que son en sí, que están ahí; la suya es una ética de la sencillez y la autenticidad.
Es un autor desentendido de la belleza pasajera, un buscador de lo perdurable. Afirmación que remite a la presencia de factores astrológicos en signos fijos (Ascendente, Saturno, Luna, Venus y Marte) y poca presencia planetaria en mutables (Neptuno y Plutón).
Pessoa busca en los bolsillos de su ajado saco un par de billetes para pagar sus copas. Está urgido por retornar a casa y constatar en la tabla de posiciones planetarias si alguna vez los astros estuvieron en la disposición imaginada. Traspone la puerta, camina con pasos rápidos, apremiado por la curiosidad.
De esta manera o de otra, quién sabe, debe haber llegado a la conclusión de que Caeiro debió nacer en Lisboa el 16 de abril de 1889, poco después del mediodía, a las 13.45.
Este fragmento pertenece al libro Fernando Pessoa. Poesía, heterónimos y astrología, distribuido por editorial Dunken.
Fuente: Suplemento "Radar Libros", Diario "Página/12", 09/03/2008
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