La golondrina que se mece en la cresta de la ola de una rama mientras la brisa se cuela deshaciéndose en jirones que silban bajito la despedida de la tarde, no sabe que, cuando en unos meses regrese buscando el consuelo cálido de estas tierras, ya no encontrará este mar de ramas donde acunar su cansado viaje. Tampoco lo sabe el sauce que hincha sus raíces haciendo crepitar la tierra bajo su tronco huesudo. Ni lo sé yo, que hoy me uno a la celebración de la vida. Pero el señor con el rostro magullado de numeritos fosforescentes que controla en el monitor de su computadora el precio a futuro de la soja, ya lo ha decidido.
Alicia Perrig
ryaperrig@yahoo.com.ar
Alicia Perrig
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1 comentario:
Dios ha entregado al hombre las llaves de la tierra. Quizás esté arrepentido.Hoy Alicia nos brinda una elegía que es además una defensa a la vida.
¡Bravísimo!
MARITA RAGOZZA
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