lunes, 11 de febrero de 2008

De la 4 x 4 al Hummer


Por César Hazaki
Los símbolos de pertenencia y elitismo siempre permiten establecer señales. Una tendencia que partiendo de los objetos expresa quiénes y por qué van inclinando sus intenciones hacia los mismos, también un indicio para aquellos otros que se verán involucrados (más allá de su voluntad) por las tendencias elitistas El affaire de los Hummer de las embajadas, con los inefables ricos y famosos que compran esos autos de origen ilegítimo, es parte de los indicadores culturales y subjetivos de los consumidores de productos exclusivos y de alto costo. Es decir las clases dominantes.
Si las camionetas clásicas 4x4 van perdiendo parte de su glamour ante estos “carros fortaleza” que han sido derivados de usos y experiencias militares debemos tratar de explicarnos los sentidos de estas modas que aparentemente van en la búsqueda de lo único y exclusivo.


Un poco de 4x4:
.Hace muchos años en Argentina se realizó una publicidad que fue un hito de la publicidad de los vehículos de trabajo. Se trataba de una pick up Ford que era lanzada desde un avión Hércules militar y que cayendo desde el cielo, contenida por paracaídas, se apoyaba en el pavimento y salía andando para “ir a trabajar”. Múltiples cámaras registraban la caída y su posterior llegada a tierra para resaltar su fortaleza y su vinculación con la cultura del trabajo duro y sin respiro.
Las 4x4, cuyo lejano origen es la pick up, han devenido en automóviles “del puro placer” y se muestran en la publicidad alejadas de su origen laboral. Como los bruscos cambios de vida de un nuevo rico arrogante, se la exhibe llegando a lugares absolutamente inaccesibles, la muestra más evidente es ese corto donde aparece en la cima de una montaña. Una manera sencilla de mostrar el arribo al vértice superior de la pirámide social, para ilusionarse con ser el primero y el único. Es una parte del imaginario del consumo: sostener el arribismo social a cualquier precio. El pavonearse en las calles de las 4x4 mantiene ese sentido del narcisismo rechazante de todo contacto que no sea su propio y exclusivo interés. Por eso el polarizado de sus vidrios son refractantes al mundo circundante, demuestran el desinterés del dueño del vehículo. Esa realidad social que es rechazada no es otra que la consecuencia del individualismo a ultranza que la cultura posmoderna a impuesto. Ese desinterés tiene un objetivo coherente con el sentimiento de exclusividad y diferencia entre el conductor y las otras personas del mundo circundante: la inseguridad social. El autosuficiente poseedor de un vehículo 4x4 está acompañado por cursos de distintos tipos de defensa personal: qué hacer ante un robo; cómo reaccionar ante un secuestro express, cómo alejar desconocidos e indeseables, etc. Es decir: el semejante se ha transformado en un otro al que rechazan y que es siempre peligroso: dadas las consecuencias arrasadoras que ha tenido la distribución del ingreso ese no es otro que un pobre. Para los ricos la vivencia de amenaza no puede venir de ningún otro lugar que desde la pobreza.
Por ello la lógica de éste tipo de vida es acentuar la seguridad en todas sus formas, ante la inseguridad que sienten al transitar calles y autopistas: miedo al secuestro, miedo al robo, etc. Es decir que el otro existe pero únicamente como peligroso para la vida de quién maneja una 4x4 costosa y bulímica (parecen que la moda las hace engordar de año a año. Una entidad estética, la gordura, que no es aceptada de ninguna manera en la vida de relación de estas personas)
En Argentina los santuarios de vida protegida van siendo quebrados por hechos delictivos y asesinatos inimaginables hace unos años. Lo que pone a la luz conflictos intensos en las pequeñas comunidades de los country. Por si esto fuera poco las utopías de criar a niños hiperprotegidos no resulta: la droga, la bebida y los desmanes muestran que el modelo hizo agua. Los chicos no salen con una adaptación social que los exima de problemas. Claro que para el imaginario de sus habitantes el peligro central sigue siendo el delincuente, figura que engloba al conjunto de los pobres y necesitados. El mundo de la teoría del derrame económico, muy diferente a las ideas de distribución de la riqueza, que han generado estos sectores está amenazado. Es necesario que nuevos objetos reflejen esta nueva realidad. La presencia del mismo se hace pública desde las noticias policiales, por ellas nos enteramos que el símbolo de automóvil todo terreno es un derivado de la industria bélica: el Hummer.


La guerra avanza:
Es conocido que la paz es siempre una imposición de los que triunfan y será justificada por los tremendos peligros que el vencido puede traer. Si los peligros que los ricos padecen se centran en la inseguridad, ésta parece ir necesitando nuevos reforzamientos que son provistos por derivados de la industria bélica. Ya los cercos, las alarmas, las vigilancias no alcanzan para ofrecer la sensación de tranquilidad a la que aspiran. Por eso el imaginario militar es el nuevo lugar de refugio, es el único que puede ofrecer un vehículo paradigmático a los consumidores de alto nivel (éste no es un Mercedes o un BMW blindado, un auto de uso civil que se hace fortaleza ante el peligro de una bomba o unas balas de alto impacto) luces, entonces, sobre el Hummer. Un vehículo preparado para la guerra que fue presentado como parte de la maquinaria de guerra en la primera invasión a Irak.
Si la 4x4 despreciaba la realidad, al no tenerla en cuenta, el Hummer está en guerra con el exterior. Esta preparado para dar batallar y define un espacio social mucho más amenazante y es necesario paso hacia la admiración de lo que proviene de la industria bélica. Los dueños del poder vuelven a mirar con interés a los productos militares. El dueño del Hummer va indicando que la cultura civil ya no le alcanza o sirve. Empieza a mirar con cariño el mundo militar, guerrero. Primer paso del agresor: es necesario sentirse una víctima. Si ya las cámaras de vigilancias, el coto cerrado de la vivienda súper controlada, las custodias, etc. no alcanza para disminuir el sentimiento de inseguridad que invita a protegerse (encerrarse y crear ejércitos privados de protección y control social, etc.) la vida en sociedad hace una escalda más con la incorporación del Hummer y su lógica invasora y guerrera, un objeto que es derivado de las invasiones yanquis a Afganistán e Irak. Como todo aparato sofisticado militar no mide en gastos: es un enorme consumidor de combustible y está instaurado como vehículo de guerra, es decir que sus entrañas son violentas. Su padrino es, nada más y nada menos, que Arnold Schwarzenegger, el gobernador de derecha de California y conocido por ser un actor de películas violentas y, básicamente, militaristas. Su origen es bien reconocible: Irak, Operación Tormenta del Desierto. Invasión y expansión son sus razones.
Mientras el conjunto de jóvenes trabajadores del casino es violentamente reprimido por las fuerzas de seguridad en la ciudad de Buenos Aires, acción que pone en crisis la defensa de los derechos humanos por este gobierno, los dueños de la Argentina, a través de sus personajes paradigmáticos de la farándula y el deporte, nos indican que van militarizando sus gustos para la vida en sociedad a la conciben como parte de una nueva escalada violenta.

César Hazaki
cesar.hazaki@topia.com.ar
(Enviado por Migual Ángel de Boer)

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