lunes, 14 de mayo de 2007

Mónica Russomanno: Algo parecido a un corazón

Escucho A Víctor Manuel y a Pablo Milanés cantando “Sólo pienso en ti”, uno con esa voz tan varonil, con estilo camionero, duro y contundente; el otro con la dulzura y la pureza perfectas. Lloro, y sonrío, y canto yo también a los gritos. No lo puedo evitar.
“Sólo pienso en ti, juntos de la mano se les ve por el jardín, no puede haber nadie en este mundo tan feliz. Hey, sólo pienso en ti”.
Nos van contando la historia, veintiséis años ella, treinta y tres él, internados desde niños en una institución mental, enamorados completamente. Ella le regala una flor, él le dibuja en un papel algo parecido a un corazón. Algo parecido a un corazón. Lo que puede, lo que tiene, lo que le alcanza para ofrecer. Algo parecido a un corazón, quizás el dibujo más perfecto, más nítidamente preciso del amor. Un corazón mal dibujado en un trozo de papel.
No es envidiable la falta de raciocinio, no se añora en la canción un dudosamente idílico estado de inconsciencia. Lo que aparece delineado es el amor completo y la felicidad de pasear de la mano, de regalar una tontería por el placer de dar, de que la amada mano tome la flor o reciba el papel garabateado.
Sólo pienso en ti; decir esto, cantar esto, soñarlo, es decir que pensar en ti es mi salvaguarda, mi bastión contra los ataques de los mares, del cielo, del mundo crudo y de la hostilidad de los contemporáneos. Pensar en ti, pensar sólo en ti, implica que tu presencia me complete la jornada y la jornada merezca habitar en ella.
No puede haber nadie en este mundo tan feliz. Es cierto, no dudo de la felicidad entrañable de amar y de ser amado. La felicidad de la compañía necesaria y milagrosa; “si se miran bien, les corren mil hormigas por los pies”.
Claro que no puede haber nadie en este mundo tan feliz. Cómo dudarlo. Y esa felicidad florece pese a todo, porque el amor no es pertenencia exclusiva de los bellos ni de los jóvenes ni de los que todo lo tienen. El amor es un don que nace hasta en los profundos huecos de la exclusión. Y redime, y crea belleza. Y nos proporciona un poco de luz para iluminar este mundo de tinieblas. No me atemoriza la sensiblería. Me atemorizan los que tienen miedo del vértigo de darse a la necesidad del amor, y perder la fortuna de reconocer la maravilla en un corazón mal dibujado. Sigo cantando mientras la noche va dibujando sombras de luna en la terraza.

Mónica Russomanno
monicarussomanno@yahoo.com.ar

2 comentarios:

Anónimo dijo...

preciosa cancion solo pienso en ti... ami tmb me hace llorar

Anónimo dijo...

muy buena rola no sabia como se llamaba gracias

tolo_007@hotmail.com