La bruma cubre las olas
que llegan hasta la orilla
agitándose con locura
sobre la arena dorada.
El viento las abraza
con sus brazos gigantescos,
la noche feliz celebra,
el solitario cielo sonríe.
El susurro del agua
distrae a los pescadores,
no encuentran sus anzuelos,
buscan entre la espuma.
El misterio se cruza
con el mágico encanto,
el mar es un paraíso,
sueñan los amantes.
La música de los besos
hace bailar las rocas,
el paisaje tiene brillo,
el amor lo perfuma.
María Griselda García Cuerva
mg_cuerva@yahoo.com.ar
lunes, 14 de mayo de 2007
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