Empecé a escribir en la pubertad para mí mismo. encerrado en mi pequeña torre de marfil, una miserable pensión de una ciudad nefasta.
Un día abrí la puerta y salí al mundo y descubrí que nadie me conocía, que el mundo era inmenso y ajeno, entonces regresé a mi buhardilla y me puse a escribir para el mundo. Salía a caminar, hablaba con desconocidos y escribía sus historias de fracasos y deseos irrealizables.
Hasta que un día, el mundo entró en mi habitación y me empujó afuera, entonces ya no era el mismo mundo, tuve que ganarme el pan y encontré hombres y mujeres que no tenían pan en su mesa.
En esa época, golpeado y pisoteado por las patas salvajes del mundo, empecé a escribir para cambiar ese mundo, empuñé un arma cargada de futuro y salí a luchar por maravillosas e inalcanzables utopías.
Hasta que el mundo con sus golpes me laceró el cuerpo, me encerró en una cueva oscura y me gritó: “perdiste estúpido idealista, nosotros ganamos”, entonces, en ese oscuro hueco me puse a escribir para salvar mi propio culo.
Después los años sucedieron a los días y cuando me detuve a mirar para atrás, vi el camino lleno de pozos y sucios charcos, el camino que ya no se puede volver a pisar.
Hoy, con más derrotas que amores, escribo únicamente para el verdulero de la esquina, mi amigo Andrés.
Cada vez que edito un libro, al primero que se lo llevo es a Andrés.
Él no lee poesía, ni literatura ni nada que no sea el diario cada mañana, dice que allí está todo: novelas policiales, dramáticas, amorosas, históricas, política y religión, humor y fantasía, belleza y obscenidad, vida y muerte y que no necesita más, y tiene razón.
Pero yo igual le llevo mi precario librito.
Él lo abre y lee el primer poema, si lo entiende y le gusta lee el segundo, en cuanto encuentra uno que no le gusta, cierra el libro y lo coloca en el único estante de la verdulería que oficia de biblioteca.
Nunca más lo abre.
No se bien cuanto ha leído de mis libros. Una noche de asado y truco, abarrotados de bestias y ahítos de vino, me confesó secretamente que un libro lo leyó completamente, otro lo puso en el estante después del primer poema.
No se cuales son, y nuca lo sabré seguramente, pero yo me siento bien con este pacto entre escritor y lector que hemos desarrollado.
Además como él dice, su biblioteca de un solo estante, tiene únicamente mis libros, y agrega socarronamente, los libros del mejor poeta que conoce, del único que conoce.
Es para mí, un orgullo personal que ningún otro escritor puede darse.
Todos mis fracasos están allí, y ese es mi gran éxito, único, imbatible, frente a todos los escritores y poetas del mundo!.
Por lo tanto amigos y poetas, les comunico en este instante que seguiré escribiendo hasta que me muera, para mi amigo Andrés, el verdulero de la esquina.
//aldo luis novelli /poeta sudaca y laburante.-
www.otros-fluidos-virtuales.blogspot.com/
Un día abrí la puerta y salí al mundo y descubrí que nadie me conocía, que el mundo era inmenso y ajeno, entonces regresé a mi buhardilla y me puse a escribir para el mundo. Salía a caminar, hablaba con desconocidos y escribía sus historias de fracasos y deseos irrealizables.
Hasta que un día, el mundo entró en mi habitación y me empujó afuera, entonces ya no era el mismo mundo, tuve que ganarme el pan y encontré hombres y mujeres que no tenían pan en su mesa.
En esa época, golpeado y pisoteado por las patas salvajes del mundo, empecé a escribir para cambiar ese mundo, empuñé un arma cargada de futuro y salí a luchar por maravillosas e inalcanzables utopías.
Hasta que el mundo con sus golpes me laceró el cuerpo, me encerró en una cueva oscura y me gritó: “perdiste estúpido idealista, nosotros ganamos”, entonces, en ese oscuro hueco me puse a escribir para salvar mi propio culo.
Después los años sucedieron a los días y cuando me detuve a mirar para atrás, vi el camino lleno de pozos y sucios charcos, el camino que ya no se puede volver a pisar.
Hoy, con más derrotas que amores, escribo únicamente para el verdulero de la esquina, mi amigo Andrés.
Cada vez que edito un libro, al primero que se lo llevo es a Andrés.
Él no lee poesía, ni literatura ni nada que no sea el diario cada mañana, dice que allí está todo: novelas policiales, dramáticas, amorosas, históricas, política y religión, humor y fantasía, belleza y obscenidad, vida y muerte y que no necesita más, y tiene razón.
Pero yo igual le llevo mi precario librito.
Él lo abre y lee el primer poema, si lo entiende y le gusta lee el segundo, en cuanto encuentra uno que no le gusta, cierra el libro y lo coloca en el único estante de la verdulería que oficia de biblioteca.
Nunca más lo abre.
No se bien cuanto ha leído de mis libros. Una noche de asado y truco, abarrotados de bestias y ahítos de vino, me confesó secretamente que un libro lo leyó completamente, otro lo puso en el estante después del primer poema.
No se cuales son, y nuca lo sabré seguramente, pero yo me siento bien con este pacto entre escritor y lector que hemos desarrollado.
Además como él dice, su biblioteca de un solo estante, tiene únicamente mis libros, y agrega socarronamente, los libros del mejor poeta que conoce, del único que conoce.
Es para mí, un orgullo personal que ningún otro escritor puede darse.
Todos mis fracasos están allí, y ese es mi gran éxito, único, imbatible, frente a todos los escritores y poetas del mundo!.
Por lo tanto amigos y poetas, les comunico en este instante que seguiré escribiendo hasta que me muera, para mi amigo Andrés, el verdulero de la esquina.
//aldo luis novelli /poeta sudaca y laburante.-
www.otros-fluidos-virtuales.blogspot.com/
3 comentarios:
y yo que pensaba que escribías para mi
Querido Cumpa, me gustaría que tambien siguieras escribiendo para mi.
Un abrazo por la Memoria,
Silvia Loustau
Gracias Aníbal por la sorpresa de encontrarme con este texto en tu magnífica revista virtual.
Mi abrazo compañero.
aldo.-
Publicar un comentario