Imagen: Rubén Juárez interpretando Tinta Roja
Tinta roja
Hace un rato escuché por radio al enorme Tata Cedrón. Contó que Cátulo Castillo, apurado por la urgencia que tenía Sebarián Piana en conseguir letra para esa música que había creado, escribió en diez minutos la letra del tango Tinta roja. Pensé entonces en que la eternidad bien puede caber en diez minutos. La anécdota relatada por Cedrón es una prueba en ese sentido.
¿Dónde estará mi arrabal? ¿Quién se robó mi niñez?, escribió Cátulo.
¿No habrá sido un cana?, digo yo.
Fines de octubre, más o menos
En esta época ya se empieza a escuchar la frase, cómo se pasó el año, se fue volando.
Entonces imagino que nuestro tiempo es un pájaro que nunca se detiene, que vuela siempre hacia el futuro, a veces más rápido y otras veces más lento. El viento, pienso, es su amor imposible, que por momentos lo impulsa y por momentos lo frena. Imagino también que el pájaro no conoce su destino, y que en cualquier momento se encontrará con una ventana cerrada.
Desde el fondo
La clase había comenzado un buen rato antes y el hombre seguía parado en el fondo, tratando de escuchar lo que se decía allá lejos, en el frente.
Si había llegado a destiempo, pensaba el hombre, no había sido por su culpa.
Y si sus piernas se aflojaban por el peso de los años, tampoco era su responsabilidad.
–No hay ni una silla para mí –dijo.
Con el tiempo se fue acostumbrando, la clase seguía y él, con sus dolores a cuestas, trataba de escuchar lo que se decía allá lejos, en esa especie de escenario donde pasaban las cosas.
Mario Capasso
http://www.textos-en-escombros.com.ar/
http://www.textos-en-escombros.blogspot.com/
Tinta roja
Hace un rato escuché por radio al enorme Tata Cedrón. Contó que Cátulo Castillo, apurado por la urgencia que tenía Sebarián Piana en conseguir letra para esa música que había creado, escribió en diez minutos la letra del tango Tinta roja. Pensé entonces en que la eternidad bien puede caber en diez minutos. La anécdota relatada por Cedrón es una prueba en ese sentido.
¿Dónde estará mi arrabal? ¿Quién se robó mi niñez?, escribió Cátulo.
¿No habrá sido un cana?, digo yo.
Fines de octubre, más o menos
En esta época ya se empieza a escuchar la frase, cómo se pasó el año, se fue volando.
Entonces imagino que nuestro tiempo es un pájaro que nunca se detiene, que vuela siempre hacia el futuro, a veces más rápido y otras veces más lento. El viento, pienso, es su amor imposible, que por momentos lo impulsa y por momentos lo frena. Imagino también que el pájaro no conoce su destino, y que en cualquier momento se encontrará con una ventana cerrada.
Desde el fondo
La clase había comenzado un buen rato antes y el hombre seguía parado en el fondo, tratando de escuchar lo que se decía allá lejos, en el frente.
Si había llegado a destiempo, pensaba el hombre, no había sido por su culpa.
Y si sus piernas se aflojaban por el peso de los años, tampoco era su responsabilidad.
–No hay ni una silla para mí –dijo.
Con el tiempo se fue acostumbrando, la clase seguía y él, con sus dolores a cuestas, trataba de escuchar lo que se decía allá lejos, en esa especie de escenario donde pasaban las cosas.
Mario Capasso
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1 comentario:
El arte está bellamente adosado a la cotidianeidad...
Me gustó leerte, como siempre.
Adelante!!
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