Por Jorge Giles
Ayer nomás, el mismo día que Cristina en representación de todos los argentinos, viajaba a Venezuela para celebrar el Bicentenario del hermano país, los diarios Clarín y La Nación fueron nuevamente dos “partes de guerra”, dos comunicados beligerantes contra los intereses nacionales, dos proclamas destituyentes, dos bofetadas a la democracia, dos escupitajos al buen gusto periodístico.
¿Querrán hacer el papel de virreyes colonialistas para la ocasión?
La exaltación mediática que hicieron de Julio Cobos es de una desmesura tan grotesca, que ni a la familia del mendocino se le hubiese ocurrido semejante despropósito.
Sus respectivas tapas y editoriales denotan sólo desesperación.
Un estertor final. Una agonía. Un largo aullido a la luna.
Es una pena que elijan ese destino. Hubiesen pretendido algo más digno, aprendiendo a compartir el espacio que siempre reserva la democracia y un modelo como el que hoy gobierna, donde entran todos los sectores de buena voluntad.
Los obnubila pelearse con la realidad todos los días.
En lugar de reconocerla como es y no como quieren que sea, sólo saben ladrar y morder.
Cobos es, por ahora, el rostro del emblema del grupo. No representa más que una figura que hace sonar el clarín llamando a guerra. ¿Pero contra quién? ¿Contra la Presidenta? No; la guerra es contra una sociedad que sólo quiere más empleo, más educación, más salud, más turismo, más inclusión. Y sabe que lo viene consiguiendo, paso a paso, desde Néstor Kirchner hasta hoy.
Es el drama de una oposición que se quedó sin argumentos desde que la sociedad, o buena parte de ella, sacudió la modorra y empezó a ganar las calles para defender la libertad.
Igual que en 1810.
Ese actor vital de toda democracia que es el pueblo movilizado, es quien descoloca la estrategia y la templanza del monopolio.
Si el Primer Centenario de los gritos de libertad en la América profunda tuvo perfume y textura conservadora, el Segundo Centenario tiene las múltiples y diversas voces de sus pueblos.
Si aquel primero fue celebrado desde arriba, este segundo crece en las calles desde abajo.
Arrancó con el Bicentenario de Bolivia celebrando, el 25 de Mayo del año pasado, la Rebelión de Chuquisaca. Que Evo Morales hoy sea el Presidente de los bolivianos es en sí mismo la expresión más bella y elocuente de los nuevos tiempos.
Hoy es el turno de Venezuela. Y allá está la Presidenta argentina participando de los actos programados por el pueblo y el gobierno del Presidente Hugo Chávez.
Como si Simón Bolívar volviera a galopar por estas tierras americanas, con San Martín y Sucre, con O’Higgins y Mariano Moreno, con Belgrano, Martín Miguel de Güemes y Juana Azurduy, con Bernardo de Monteagudo y Castelli.
No es casualidad que en este Bicentenario se hable más de Monteagudo que de Rivadavia. Al revés del primer centenario.
¿Nos dimos cuenta de tan significativo dato?
Son los nombres rescatados del olvido, en su verdadera esencia.
Un día como hoy, 19 de Abril, pero de 1943, se produjo el principio del fin para los nazis: el levantamiento del ghetto de Varsovia.
Fueron niños, ancianos, mujeres y hombres cubiertos de dignidad que allí en Varsovia, en el mayor de los ghettos urbanos, enfrentaron duramente al ejército de Hitler.
Estremece el relato de los sobrevivientes, no sólo en la desventura de conseguir el pan de cada día para los más indefensos. Estremece ese heroísmo del pan pero también el heroísmo de evitar que decaiga la moral de la población aprisionada.
El heroísmo del papel escrito y pasado de mano en mano.
Esos 50 diarios clandestinos contrarrestaban el arsenal de medios de propaganda del nazismo que desde el aire, lanzaban sus periódicos para desinformar y desmoralizar a los prisioneros.
Eran papeles con poesía clandestina, con testimonios de vida contra la muerte, con información contra la desinformación impuesta.
“No te rindas, ni bajes los brazos, la libertad está cerca, resiste, resiste, resiste…”
En ese ejemplo de rebeldía y dignidad, la humanidad acuna sus mejores causas.
Jorge Giles
Fuente: http://www.elargentino.com/
Ayer nomás, el mismo día que Cristina en representación de todos los argentinos, viajaba a Venezuela para celebrar el Bicentenario del hermano país, los diarios Clarín y La Nación fueron nuevamente dos “partes de guerra”, dos comunicados beligerantes contra los intereses nacionales, dos proclamas destituyentes, dos bofetadas a la democracia, dos escupitajos al buen gusto periodístico.
¿Querrán hacer el papel de virreyes colonialistas para la ocasión?
La exaltación mediática que hicieron de Julio Cobos es de una desmesura tan grotesca, que ni a la familia del mendocino se le hubiese ocurrido semejante despropósito.
Sus respectivas tapas y editoriales denotan sólo desesperación.
Un estertor final. Una agonía. Un largo aullido a la luna.
Es una pena que elijan ese destino. Hubiesen pretendido algo más digno, aprendiendo a compartir el espacio que siempre reserva la democracia y un modelo como el que hoy gobierna, donde entran todos los sectores de buena voluntad.
Los obnubila pelearse con la realidad todos los días.
En lugar de reconocerla como es y no como quieren que sea, sólo saben ladrar y morder.
Cobos es, por ahora, el rostro del emblema del grupo. No representa más que una figura que hace sonar el clarín llamando a guerra. ¿Pero contra quién? ¿Contra la Presidenta? No; la guerra es contra una sociedad que sólo quiere más empleo, más educación, más salud, más turismo, más inclusión. Y sabe que lo viene consiguiendo, paso a paso, desde Néstor Kirchner hasta hoy.
Es el drama de una oposición que se quedó sin argumentos desde que la sociedad, o buena parte de ella, sacudió la modorra y empezó a ganar las calles para defender la libertad.
Igual que en 1810.
Ese actor vital de toda democracia que es el pueblo movilizado, es quien descoloca la estrategia y la templanza del monopolio.
Si el Primer Centenario de los gritos de libertad en la América profunda tuvo perfume y textura conservadora, el Segundo Centenario tiene las múltiples y diversas voces de sus pueblos.
Si aquel primero fue celebrado desde arriba, este segundo crece en las calles desde abajo.
Arrancó con el Bicentenario de Bolivia celebrando, el 25 de Mayo del año pasado, la Rebelión de Chuquisaca. Que Evo Morales hoy sea el Presidente de los bolivianos es en sí mismo la expresión más bella y elocuente de los nuevos tiempos.
Hoy es el turno de Venezuela. Y allá está la Presidenta argentina participando de los actos programados por el pueblo y el gobierno del Presidente Hugo Chávez.
Como si Simón Bolívar volviera a galopar por estas tierras americanas, con San Martín y Sucre, con O’Higgins y Mariano Moreno, con Belgrano, Martín Miguel de Güemes y Juana Azurduy, con Bernardo de Monteagudo y Castelli.
No es casualidad que en este Bicentenario se hable más de Monteagudo que de Rivadavia. Al revés del primer centenario.
¿Nos dimos cuenta de tan significativo dato?
Son los nombres rescatados del olvido, en su verdadera esencia.
Un día como hoy, 19 de Abril, pero de 1943, se produjo el principio del fin para los nazis: el levantamiento del ghetto de Varsovia.
Fueron niños, ancianos, mujeres y hombres cubiertos de dignidad que allí en Varsovia, en el mayor de los ghettos urbanos, enfrentaron duramente al ejército de Hitler.
Estremece el relato de los sobrevivientes, no sólo en la desventura de conseguir el pan de cada día para los más indefensos. Estremece ese heroísmo del pan pero también el heroísmo de evitar que decaiga la moral de la población aprisionada.
El heroísmo del papel escrito y pasado de mano en mano.
Esos 50 diarios clandestinos contrarrestaban el arsenal de medios de propaganda del nazismo que desde el aire, lanzaban sus periódicos para desinformar y desmoralizar a los prisioneros.
Eran papeles con poesía clandestina, con testimonios de vida contra la muerte, con información contra la desinformación impuesta.
“No te rindas, ni bajes los brazos, la libertad está cerca, resiste, resiste, resiste…”
En ese ejemplo de rebeldía y dignidad, la humanidad acuna sus mejores causas.
Jorge Giles
Fuente: http://www.elargentino.com/
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