Cuando el otoño
se acerca (lo veo en ese vestido violeta tan suave que atrapa miradas)
era de media estación
La muchacha hacía la cola del Lorraine
Seguro que con un joven pero no lo recuerda
La Fuente siempre a punto de aparecer y quedaban doncellas
No se había muerto nadie ,ni siquiera los abuelos,
Aunque había oído de ella la muerte no le constaba
Ahora no está el cine, no hay doncellas, las estaciones
cambian día a día, el muchacho se acomoda en el olvido
La muerte la ha tocado a la muchacha tanto
Ella prefería el tacto casi terciopelo del vestido aquel o los ojos que se tiraban
por su cuerpo como por un tobogán
Es lo que hay se dice y recuerda tantas religiones inventadas sólo para pensar
que algo quedara después, una almita o una reencarnación o que se yo
Para mi, lo único que explica la muerte es la falta de espacio
Imagínense chocando con Ema cuando baja del carruaje
Elegí mal, ella no era de verdad, pero quien lo dice
Todo eso porque murió el director de la película que está por empezar
Y la muchacha con su enorme cartera colgada y su libro se siente aún. a salvo
Cristina Villanueva
pluma@velocom.com.ar
sábado, 25 de agosto de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Muy hermso tu poema, Cristina.
Gracias por ser.Y estar alli.
Marta Zabaleta
Aquellos días del Lorraine, del Losuar, del Loire, del Losuar, del Lorca... Corrientes toda nuestra desde Callao hasta Cerrito, La Paz, La Giralda, El Foro, El Vesubio, las librerías, las bateas de las disquerías con los vinilos... ¡cuántos recuerdos! ¡cuánta nostalgia!... todo esto hiciste que reviviera con tu relato, Cris. Gracias por tanto sentimiento.
Aníbal
Publicar un comentario