Recuerdo que la conocí en el III Encuentro de la Red Latinoamericana de Alternativas a la Psiquiatría que se realizó, si mal no recuerdo, en el 86, lo que fue para mí la primera vez que – desde antes del golpe del 76 – puede participar en un espacio de esas características. Porque fui uno de los no nos pudimos ir del país a tiempo y debimos mantenernos sobreviviendo en el aislamiento de todo aquello que representara un peligro para nuestras vidas (y para los demás) y, también por vivir a la distancia de los grandes centros, de aquellos que se enteraron de lo que verdaderamente había pasado, recién cuando comenzó la democracia y el Juicio a las Juntas.
Inolvidable encuentro, donde me encontré entre otros con Rubén Musicante, quien fuera mi primer terapeuta en Córdoba a comienzos de los 70 y que hubo de exiliarse en México luego de un atentado con una bomba de la Triple A. Donde Maria Langer en las palabras finales y a modo de cierre del evento dijo :” La locura, la psicosis, existe”. Y también donde Tato Pavloski puso en escena su increíble “Potestad”.
Pero en una de las comisiones fue donde estuve con Laura, junto a otras Madres y otros participantes, intentando poner en palabras lo que había acontencido, sus efectos, sus secuelas. Si aún hoy, transcurridos mas de 30 años, todavía estamos intentando dar cuenta de aquello, en aquel entonces resultaba tremendamente dificultoso. Nunca olvidaré el dolor que nos atravesaba, y la, para mí, casi inexplicable entereza, ante el espanto, que transmitían aquellas mujeres que seguian empujando a la historia hacia delante
Y entre ellas: Laura
Después fui enterándome de ella por distintos medios, hasta que en el 2004, gracias a la generosidad de Marta Zabaleta, volvimos a encontrarnos en la Universidad de Leiden, Holanda, con motivo de una Conferencia organizada por la Sociedad de Estudios Latinoamericanos (SLAS), donde compartimos una mesa, relatando nuestras mutuas experiencias durante la dictadura. Al finalizar, Laura, que había hablado de sus hijas y seres queridos desaparecidos, en un momento en que quedamos solos, me tomó de la mano y con lágrimas en los ojos me dijo: “Es increíble, pero todavía me parece mentira todo lo que pasó”. Y su pena y asombro me estremecieron, pues creo que entendía de lo que me estaba hablando.
Pronto volvimos a encontrarnos en la II Feria de la Palabra, organizada por Rubén Gómez, esta vez como mi invitada, pues era mi deseo que conociera Comodoro, y que mi ciudad la conociera a ella, convencido de que valdría la pena.
Vino junto con Patricia Luli y ambas pararon en casa, y eso días, los tengo, y seguramente Laura también, como de los mas bellos de nuestras vidas, tal la intensidad de lo vivido.
Recuerdo su asombro ante la belleza del mar, de las lomas, de las calles. Su emoción cuando estuvimos en la Biblioteca de Barrio San Martín y la recibieron con tanto afecto y admiración que le parecía increíble. Mas, cuando Rosa Pincul, querida lamgem, la honró con canciones mapuches al son del cultrún y con sus atuendos típicos, con todo el amor con que puede dedicar su canto alguien como ella.
En la Feria hizo una exposición brillante de “Desaparecidos: una palabra” con intercambio que los presentes aún recordarán. Tambén fue quien presentó mi libro “Poemas y canciones”, leyendo además, exultante y conmovida el poema “Que no se vayan todos”. “Nunca había leído un poema en público” me comentó después, con una alegría que la desbordaba.
Inolvidable nuestro paseo por las arenas de Rada Tilly y mas aún a Caleta Cordova, donde hube además de invitarla a comer mariscos en lo del Polaco, que fallelció el año pasado. Eran como las cinco de la tarde cuando fui a pedirle por excepción , dada la hora, que nos atendiera, y él, con la gentileza que siempre tuvo, puso manos a la obra. Cuestión que en una tarde soleada, embellecido por el azul del mar, con nuestras almas contentas, degustamos con todo el placer del mundo una de las comidas, según dijo Laura, mas ricas de su vida. Y aún recordamos y recordaremos los que estuvimos presentes, el diálogo increíble que se produjo entre Zbigmiewcz Gaborowski – que así se llamaba el Polaco – y Laura. La historia encarnada en un diálogo. El fue uno de los últimos combatientes que participaron en el Levantamiento del Gueto de Varsovia que aún permanecía vivo . Razón por la cual poco antes de morir fue condecorado por el gobierno de Polonia. Pero con Laura no hablaron de sus luchas sino de la belleza de la vida. Del placer de disfrutar de una comida hecha con amor y respeto. Eran una dama y un caballero de la vida dándole significado a sus existencias en un encuentro fortuito, para solaz de sus existencias.
Inolvidables las charlas que después tuvimos. Y las copas de vino tinto que se escurrían acariciando nuestros cuerpos, brindando por la alegría de sabernos vivos.
Inolvidable la permanente compañía que le brindaba mi perro Boggie, que como he relatado alguna vez, no se acerca a las personas malas.
Inolvidable Laura.
Porque sus palabras, su mirada, su profunda tristeza y su esperanzadora alegría, se fueron desplegando con el correr de las horas y los días.
Porque donde estuvimos compartió su dolor sembrando palabras de aliento.
Porque sus manos brindaron caricias de consuelo y agradecimiento.
Porque su mirada, franca y profunda, encandiló corazones y su voz arrulló oídos y mentes.
Eso y mucho mas nos brindó Laura.
Hable con ella hace unos meses, cuando me enteré por una querida amiga en común (eterna compañera de lucha) que no estaba bien de salud.
Se alegró, como se suele alegrar ella, cuando me identificó. Recordó algunas cosas, entre ellas: “Si me acuerdo del perrito..Como era el nombre?...”. Y yo sentí que se me estrujaba el pecho de emoción.
Hace tiempo que tengo la intención de escribir algo sobre Laura. Y hoy en este sábado que precede al Día Internacional de la Mujer, no pude contenerme.
Es mi homenaje a ella.
Laura mujer.
Laura madre.
Laura colega.
Laura luchadora..
Laura herida.
Laura destrozada.
Laura valiente.
Laura memoria.
Laura compañera.
Laura dulce.
Laura tierna.
Laura vida.
Por siempre Laura.
Laura Bonaparte.
Que de ella estoy hablando.
Miguel Angel de Boer
Comodoro Rivadavia, Marzo 7, 2009
Inolvidable encuentro, donde me encontré entre otros con Rubén Musicante, quien fuera mi primer terapeuta en Córdoba a comienzos de los 70 y que hubo de exiliarse en México luego de un atentado con una bomba de la Triple A. Donde Maria Langer en las palabras finales y a modo de cierre del evento dijo :” La locura, la psicosis, existe”. Y también donde Tato Pavloski puso en escena su increíble “Potestad”.
Pero en una de las comisiones fue donde estuve con Laura, junto a otras Madres y otros participantes, intentando poner en palabras lo que había acontencido, sus efectos, sus secuelas. Si aún hoy, transcurridos mas de 30 años, todavía estamos intentando dar cuenta de aquello, en aquel entonces resultaba tremendamente dificultoso. Nunca olvidaré el dolor que nos atravesaba, y la, para mí, casi inexplicable entereza, ante el espanto, que transmitían aquellas mujeres que seguian empujando a la historia hacia delante
Y entre ellas: Laura
Después fui enterándome de ella por distintos medios, hasta que en el 2004, gracias a la generosidad de Marta Zabaleta, volvimos a encontrarnos en la Universidad de Leiden, Holanda, con motivo de una Conferencia organizada por la Sociedad de Estudios Latinoamericanos (SLAS), donde compartimos una mesa, relatando nuestras mutuas experiencias durante la dictadura. Al finalizar, Laura, que había hablado de sus hijas y seres queridos desaparecidos, en un momento en que quedamos solos, me tomó de la mano y con lágrimas en los ojos me dijo: “Es increíble, pero todavía me parece mentira todo lo que pasó”. Y su pena y asombro me estremecieron, pues creo que entendía de lo que me estaba hablando.
Pronto volvimos a encontrarnos en la II Feria de la Palabra, organizada por Rubén Gómez, esta vez como mi invitada, pues era mi deseo que conociera Comodoro, y que mi ciudad la conociera a ella, convencido de que valdría la pena.
Vino junto con Patricia Luli y ambas pararon en casa, y eso días, los tengo, y seguramente Laura también, como de los mas bellos de nuestras vidas, tal la intensidad de lo vivido.
Recuerdo su asombro ante la belleza del mar, de las lomas, de las calles. Su emoción cuando estuvimos en la Biblioteca de Barrio San Martín y la recibieron con tanto afecto y admiración que le parecía increíble. Mas, cuando Rosa Pincul, querida lamgem, la honró con canciones mapuches al son del cultrún y con sus atuendos típicos, con todo el amor con que puede dedicar su canto alguien como ella.
En la Feria hizo una exposición brillante de “Desaparecidos: una palabra” con intercambio que los presentes aún recordarán. Tambén fue quien presentó mi libro “Poemas y canciones”, leyendo además, exultante y conmovida el poema “Que no se vayan todos”. “Nunca había leído un poema en público” me comentó después, con una alegría que la desbordaba.
Inolvidable nuestro paseo por las arenas de Rada Tilly y mas aún a Caleta Cordova, donde hube además de invitarla a comer mariscos en lo del Polaco, que fallelció el año pasado. Eran como las cinco de la tarde cuando fui a pedirle por excepción , dada la hora, que nos atendiera, y él, con la gentileza que siempre tuvo, puso manos a la obra. Cuestión que en una tarde soleada, embellecido por el azul del mar, con nuestras almas contentas, degustamos con todo el placer del mundo una de las comidas, según dijo Laura, mas ricas de su vida. Y aún recordamos y recordaremos los que estuvimos presentes, el diálogo increíble que se produjo entre Zbigmiewcz Gaborowski – que así se llamaba el Polaco – y Laura. La historia encarnada en un diálogo. El fue uno de los últimos combatientes que participaron en el Levantamiento del Gueto de Varsovia que aún permanecía vivo . Razón por la cual poco antes de morir fue condecorado por el gobierno de Polonia. Pero con Laura no hablaron de sus luchas sino de la belleza de la vida. Del placer de disfrutar de una comida hecha con amor y respeto. Eran una dama y un caballero de la vida dándole significado a sus existencias en un encuentro fortuito, para solaz de sus existencias.
Inolvidables las charlas que después tuvimos. Y las copas de vino tinto que se escurrían acariciando nuestros cuerpos, brindando por la alegría de sabernos vivos.
Inolvidable la permanente compañía que le brindaba mi perro Boggie, que como he relatado alguna vez, no se acerca a las personas malas.
Inolvidable Laura.
Porque sus palabras, su mirada, su profunda tristeza y su esperanzadora alegría, se fueron desplegando con el correr de las horas y los días.
Porque donde estuvimos compartió su dolor sembrando palabras de aliento.
Porque sus manos brindaron caricias de consuelo y agradecimiento.
Porque su mirada, franca y profunda, encandiló corazones y su voz arrulló oídos y mentes.
Eso y mucho mas nos brindó Laura.
Hable con ella hace unos meses, cuando me enteré por una querida amiga en común (eterna compañera de lucha) que no estaba bien de salud.
Se alegró, como se suele alegrar ella, cuando me identificó. Recordó algunas cosas, entre ellas: “Si me acuerdo del perrito..Como era el nombre?...”. Y yo sentí que se me estrujaba el pecho de emoción.
Hace tiempo que tengo la intención de escribir algo sobre Laura. Y hoy en este sábado que precede al Día Internacional de la Mujer, no pude contenerme.
Es mi homenaje a ella.
Laura mujer.
Laura madre.
Laura colega.
Laura luchadora..
Laura herida.
Laura destrozada.
Laura valiente.
Laura memoria.
Laura compañera.
Laura dulce.
Laura tierna.
Laura vida.
Por siempre Laura.
Laura Bonaparte.
Que de ella estoy hablando.
Miguel Angel de Boer
Comodoro Rivadavia, Marzo 7, 2009
1 comentario:
Muy conmovedor Miguel y tremendamente bello. Un abrazo. Mercedes
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