domingo, 28 de enero de 2007

Celia, una mujer inolvidable


Celia, a los 69 años, hace más de un año que recorre la Argentina. Viaja sola para estar más acompañada.

La 69.
Por Luciana Peker

“Nubes que pasan. Nubes blancas, algodonosas, separadas entre sí sobre un fondo de cielo azul. Aire libre. Libertad. Movimiento. Ganas de ir tras ellas, con ellas, adonde te lleven. Las nubes que miro son invitadoras de un viaje hacia cualquier lugar.Estoy en mi terraza, en el columpio-mecedora, medio tumbada. La cabeza y los pies en los hierros laterales, la espalda apoyada en los almohadones. Siempre valoré el tener esta apertura al cielo. Las ventanas siempre deberían dar al campo y si no es posible, que se vea el cielo por el que poder escapar”, escribió Celia Sastre en el taller literario de Cristina Villanueva en Buenos Aires. No es raro. Salvo porque esas nubes que veía Celia eran de España, el lugar donde nació y vivió sus 69 años, 32 casada. Su hijo Juan de la Matta Sastre –45 años, es ingeniero agrónomo que vive de enseñar a navegar en velero, con dos hijos– y Javier –el pequeño, dice ella, pero Javier ya es papá de tres pequeños– es ingeniero industrial. Los dos la esperan en España y ven a su mamá por fotos. La abuela que decidió contarles por mail a sus nietos de otros rumbos cuenta: “Decidí viajar porque siempre me gustó y, en este momento, pude ponerme en marcha. Trabajé como asistente social para la Administración y me jubilé a los 65 años. El duelo de mi ultimo hijo que murió en el año 2004 me había dejado varada, pero una vez que me recompuse un poco, deseé estar mejor cada vez y para eso nada como hacer lo que gusta, viajar y conocer sitios y gente nueva. Llevé el billete cuatro meses en mi bolso, esperando al 6 de enero de 2006, fecha de mi salida de Barcelona. Lo necesitaba, el salir, como el respirar”, relata sobre ese regalo de Reyes que se hizo sin jubilarse de ganas de viajar, a ya más de un año de emprender el vuelo.“Lo mejor del viaje siempre creo que es la gente –rescata–. La gente que conoces da vida a cada paisaje. Y, en eso, salir sola tiene muchas ventajas. Haces lo que quieres sin responsabilizar a nadie de tus decisiones ni seguir los deseos que no son los tuyos. Estás mucho más abocada para las relaciones con la gente. Yo he hecho viajes con personas a la que no les gustaba que hablase con otros y eso me amargó el viaje. En cambio, de este viaje es bueno todo.” Todo es una palabra que puede describirse, tomar forma de hielo extendido en paisaje o de arcoiris calcado en piedra. Todo es una palabra que evoca la alegría de la revancha, de haber encontrado el hueco por donde la vida oxigena y viene con yapa. “Me han encantado los Hielos, el Perito Moreno y el viaje en el barco por Ushuaia tan en el fin del mundo y tan maravilloso –detalla Celia sobre la Argentina que también pueden ser muchas–. Las montañas de colores del norte del país, esos pueblitos chicos, esas grandes salinas tan semejantes a un inmenso espacio de nieve. También me gustan mucho los dulces y toda la comida de aquí”, dice como en un diario de viaje con postales de su nuevo mapamundi. Pero no se trata sólo de mapas, sino de la idea de salirse del destino y encontrar el deseo. “Tengo claro que me merezco estas vacaciones. Por tantas cosas... por ser mujer, haber trabajado mucho, por haber sufrido, por haber deseado siempre hacerlo, porque sí.. ¿Si se lo merecen los jóvenes, que ahora no paran quietos, no lo vamos a merecer los menos jóvenes que nos lo hemos ganado con tantas cosas?”, se pregunta. Celia tiene más planes. Pero no boletos. No, de regreso.

Luciana Peker.
Fuente: Suplemento "LAS12", Diario Página/12, viernes 12/01/07

1 comentario:

Dora Beatriz dijo...

Adelante Celia, tu relato me emocionó hasta las lágrimas, gracias!!!