miércoles, 1 de julio de 2009

A 100 años del nacimiento de Juan Carlos Onetti



Entrevista de Entrevistas

¿Qué función desempeña el intelectual en nuestra sociedad y cuáles son las actividades que según Ud. le corresponden?
No desempeña ninguna tarea de importancia social. Le corresponde tener talento.
¿Qué medidas concretas estima necesarias para mantener viva la comunicación escritor-público?
Placer de reiterar: que el escritor tenga talento.
............................................................................................... (Marcha, Montevideo 27.5.1960)

¿Cómo debe a su juicio expresarse el llamado "compromiso de los escritores"?
Se trata de responder una encuesta organizada por un diario comunista. Me divierte pensar que tal vez no hayan encontrado mejor ejemplo que el suscrito para presentar las lacras morbosas de un escritor pequeño burgués y decadente. Alguien inventó el término y el destino del escritor comprometido. Soy inocente. El único compromiso que acepto es la persistencia en tratar de escribir bien y mejor y encontrar con sinceridad cómo es la vida que me tocó conocer y cómo es la gente condenada a convertirse en personajes de mis libros.

¿Es vigente la soledad del escritor o habría que modificar el concepto en la actualidad?
Si la soledad significa lo que yo entiendo, contesto "vigentísima". Para todo ser humano, escriba o no. En caso contrario me adhiero espiritualmente a las peñas, las mesas redondas y los torneos con flores naturales.

.......................................................(El Popular / Suplemento Cultural, Montevideo 26.1.1962)

Si usted estuviera en mi lugar reporteando a Onetti, ¿qué le preguntaría sobre la literatura uruguaya?
Una monstruosidad.

¿Y usted que contestaría?
Que no es elegante hablar de los colegas.

No me imagino al protagonista de una leyenda negra contestando eso.
Ahí esta el error, no tengo nada que ver con esa leyenda.

¿Cómo? ¿Entonces usted no es el laboratorista que toma la gente como conejillo de Indias? ¿Una especie de experimentador sin escrúpulos, un retorcido a quien imputan las peores maldades?
No, no soy. Ni siquiera soy el alcoholista mujeriego de que habla el capítulo segundo de la leyenda.

Sin embargo, se casó cuatro veces y desde que llegué se tomó sus buenos tres vasos de vino.
Solo con vino puedo aguantar los reportajes.

Gracias.
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En cuanto a mi pasión por experimentar no pasa de la cuota normal. Usted misma me ha querido enfrentar o otro autor nacional para divertirse.

¿Le parece comparable? Yo lo he visto reunir ex amantes cada uno con sus nuevos amores para observar sus reacciones. Todo con la expresión más inocente.
¿Tengo yo la culpa de ser un maestro? Sé armar bien las cosas, no tengo la culpa de que otros la armen mal. La única diferencia es esa. No soy culpable, señora, no soy. Dios me ha hecho así, sólo me resta cumplir. La leyenda, en lo fundamental: calumnias. Ignorancia, desconocimiento de los hechos. Yo sigo viviendo y la leyenda crece. Cada día soy más malo.

¿Usted no cree que la leyenda tiene buen pie en su literatura?
No, mi literatura es una literatura de bondad. El que no lo ve es un burro.

¿Por qué escribe?
Escribo para mí. Para mi placer. Para mi vicio. Para mi dulce condenación.

¿Cómo escribe?
Estupendamente.

Conteste con seriedad.
Sí, señora. No entendí la pregunta.

Bueno, quiero decir si escribe con un plan que elabora previamente. Si sabe exactamente adónde va a llegar.
Sé qué va a pasar. No sé cómo va pasar. Si supiera cómo va a pasar no lo escribiría.

¿Quiere decir que verdaderamente escribe para usted? ¿Que en una isla desierta escribiría?
Escribiría.
.....(María Esther Gilio, "Un monstruo sagrado y su cara de bondad", La Mañana, Montevideo 20.8.1965)


¿Considera que sus críticos no interpretan correctamente?
Si por "interpretación correcta" usted entiende "interpretación total" le digo que eso no puede suceder nunca. Ni siquiera en el amor. Además los críticos que me importan saben mucho más de literatura que yo.

Había pensado preguntarle algo tan poco íntimo como su posición frente a la literatura comprometida.
Eso acaba de inventarlo.

Aun así vale la pena que me conteste.
Creo que no hay más compromiso que el que uno acepta tácitamente cuando se pone a trabajar o jugar. Es un compromiso con uno mismo. Se trata siempre de escribir lo mejor que nos sea posible; con total sinceridad, sin pensar nunca en los hipotéticos fulanos que van a leernos.

Si es así, ¿por qué en el prólogo a la primera edición de "Para esta noche" usted habla de "participar", "participar en dolores y angustias", como si en ese libro en particular, no en los otros, usted estuviera tomando posición frente a un conflicto exterior, como si estuviera aceptando un compromiso, buscando deliberadamente una participación?
El hecho de que hable expresamente de compromiso en ese prólogo no modifica las cosas. En todo lo que escribí he participado. Sólo los malos escritores creen que tal compromiso debe ser expresamente político.

¿Sartre, por ejemplo...?
¿Cuál es el compromiso político de Sartre en la mejor de sus novelas, "La náusea"?

Bueno, yo creo que usted se niega al mundo. Y su literatura es un reflejo muy claro de su forma de vida... sus personajes desconectados de la realidad, moviéndose en un mundo distorsionado...
Primero tendría que preguntarlo por qué cree que "su realidad" es "la realidad". Mis personajes están desconectados con la realidad de usted, no con la realidad de ellos. En cuanto al mundo distorsionado, concedo. Pero... o uno distorsiona el mundo para poder expresarse o hace periodismo, reportajes... malas novelas fotográficas.

¿Se identifica con el protagonista de "El pozo" cuando éste decía: "Soy un hombre solitario que fuma en un sitio cualquiera de la ciudad"?
Sí, con éste y con muchos otros protagonistas. ¿Tampoco le contaron que el arte es una eterna confesión?

¿Sigue siendo ese solitario?
Como todo el mundo. La diferencia está en que algunos se dan cuenta y otros se distraen.

¿Tiene alguna idea acerca de por qué sus actos son tan poco comprendidos o aceptados por la gente?
La clave puede estar en que siempre digo lo que pienso y trato de hacer lo que quiero... No hablemos del resto. Conozco personas que me aceptan y me comprenden. Con ellas vivo.

Estos tarados que en su literatura tienen razón frente al los cuerdos ("Jacob y el otro", "Historia del caballero de la rosa...") ¿son un símbolo de lo que pasa en el mundo?
De ningún modo. Tienen razón, éxito muy pocas veces. Pero conviene aclarar que los tarados son, para mí, los cuerdos, la aplastante inmensa mayoría occidental, cristiana, demócrata, correcta e hipócrita. Et viceversa.

...............................(María Esther Gilio: "Onetti y sus demonios interiores", Marcha, Montevideo 1.7.1966


Sus novelas son siempre impecables, laboriosas crónicas del fracaso. ¿Quiere aventurar una explicación?
En mí, creo que se trata de un pesimismo natural; natural y radical. En el fondo, creo que soy una de las pocas personas que cree en la mortalidad. Eso influye mucho. Sé que todo va a acabar en fracaso. Yo mismo. Vos también. De todos los escritores del boom se ha dicho que son pesimistas, que en ellos los personajes siempre se frustran. Quizá. Pero en García Márquez o en Vargas Llosa, yo noto una gran alegría de vivir. Sinceramente, no creo que vean la muerte como un problema. Y no se trata de que ahora yo tenga 64 años y que pueda morirme esta noche. No. Es algo que he sentido desde la adolescencia. Así como se descubre que yo soy yo, así se descubre la muerte, se marcan sus linderos. Uno de los descubrimientos más terribles, el más terrible, que tuve de muchacho, fue que todas las personas que yo quería se iban a morir algún día. Eso me pareció absurdo, y de esa impresión no me he repuesto todavía. No me repondré nunca.

¿Y el suicidio, Onetti?
En todas mis novelas está subyacente la idea del suicidio. Una vez me preguntaron esto que vos me acabas de preguntar, por qué había abandonado la idea del suicidio. Yo le dije que hiciera él primero la prueba, y después me contara. Quiero saber antes si es mejor que todo esto.

¿Nunca se perdió en Santa María? ¿Nunca hizo planos ni genealogías?
Una vez hice un plano de Santa María con un amigo, pero era sólo para mover mejor a los personajes. Lo perdí cuando me vine de Buenos Aires. A mí se me ocurre escribir una novela, y ya tiene su lugar en Santa María. Pero nunca me propuse desarrollar un plano. O sea: nunca quise escribir una saga. Ese es ya un propósito, y yo no podría escribir con propósitos.

¿Y por qué escribe?
Porque sí, porque me gusta contar.

¿Cuándo se origina esa vocación ?
No sé. Quizá en la infancia o en la adolescencia, seguramente como reacción al mundo de los mayores. Por ejemplo, aquí escucho hablar varias horas diarias sobre fútbol. Entonces escribiendo me desquito de esa realidad. Más que sufrirla yo, la realidad la sufren los personajes.

La sufren por usted.
Quizá.

Usted fue revalorado por el surgimiento del «boom», al que se le incorporó un poco retrospectivamente, pues su primer libro es de 1939. Durante ese tiempo, sin lectores casi, ¿para quién escribió? Dicho de otra manera: ¿necesita lectores? ¿Para quién escribe?
Le contesto lo que una vez Joyce le contestó a alguien que lo entrevistaba. Me siento en un extremo del escritorio, decía, y le escribo a la persona que está en el otro extremo. En el otro extremo está James Joyce.

¿Viviría en Santa María si pudiera?
Santa María no existe más allá de mis libros. Si existiera realmente, si pudiera vivir o viviera allá, inventaría una ciudad que se llamara Montevideo.


Fuente: Alfredo Barnechea. Entrevista a Juan Carlos Onetti. El Mundo, 10 de agosto de 2001.
Entrevista realizada en Montevideo, en 1973, y publicada en el libro "Peregrinos de la lengua", (Alfaguara).


Extraído de: http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/onetti/exabruptos.htm

2 comentarios:

mario capasso dijo...

algo escribió el tipo éste, así que no está de más recordarlo, cada tanto, leyendo El astillero, por ejemplo, que en su momento se me abrió en la cabeza y creo que se quedó por ahí y, cada tanto, vuelve, como Brausen.

Silvia Loustau dijo...

Cada una de las respuestas deOnetti desnudad su personalida, sus oscuridades, su sufrimiento existencial. Como dice Mari C., no estaá nada mal recordarlo.

Silvia Loustau