¿Qué hacen las mujeres en el baño?
Mujeres en el baño es el éxito del teatro off en lo que va del año: salas llenas, aplausos de pie y la complicidad del público. ¿Con qué? Con seis actrices que, en plan musical, exponen mitos, secretos y verdades del universo existencial que las mujeres despliegan en la soledad del baño.
Por Mercedes Halfon
¿Qué hubiera pasado si en medio de una de las espectaculares coreografías de Moulin Rouge, el pastiche pop de Baz Luhrmann, las preciosas bailarinas de can can hubieran dejado de bailar un momento para narrar directamente al público algún pormenor de sus vidas privadas, para contar por ejemplo, la extrema dificultad con la que una está atravesando la división de bienes luego de su ruptura amorosa, lo preocupada que tiene a otra una manchita que le salió en la espalda o la relación patológica y bizarra que mantiene una tercera con la comida? De algún modo, Mujeres en el baño, la nueva obra de la joven directora Mariela Asencio, plantea esta hipotética situación. En medio de un musical contemporáneo a más no poder, las chicas implicadas van a mostrar un aspecto de su interioridad, pero no con la engañosa lógica de una confesión teatral, ni la intención de rozar el registro documental. Aquí hay show: dejar a la luz un aspecto de “la mujer” significa literalmente dejarlo bajo la enfurecida luz de un seguidor y bañarlo de purpurina.
Mujeres en el baño es el éxito del teatro off en lo que va del año: salas llenas, aplausos de pie y la complicidad del público. ¿Con qué? Con seis actrices que, en plan musical, exponen mitos, secretos y verdades del universo existencial que las mujeres despliegan en la soledad del baño.
Por Mercedes Halfon
¿Qué hubiera pasado si en medio de una de las espectaculares coreografías de Moulin Rouge, el pastiche pop de Baz Luhrmann, las preciosas bailarinas de can can hubieran dejado de bailar un momento para narrar directamente al público algún pormenor de sus vidas privadas, para contar por ejemplo, la extrema dificultad con la que una está atravesando la división de bienes luego de su ruptura amorosa, lo preocupada que tiene a otra una manchita que le salió en la espalda o la relación patológica y bizarra que mantiene una tercera con la comida? De algún modo, Mujeres en el baño, la nueva obra de la joven directora Mariela Asencio, plantea esta hipotética situación. En medio de un musical contemporáneo a más no poder, las chicas implicadas van a mostrar un aspecto de su interioridad, pero no con la engañosa lógica de una confesión teatral, ni la intención de rozar el registro documental. Aquí hay show: dejar a la luz un aspecto de “la mujer” significa literalmente dejarlo bajo la enfurecida luz de un seguidor y bañarlo de purpurina.
El hit del verano
La obra es la primera entrega de una trilogía que Asencio llamó Mujeres en 3 D, y que supone, según la directora, “una visión de género sobre temas universales con el principal interés de correrse de los estereotipos culturales que desdibujan la identidad de la mujer en la sociedad actual”. Las obras seguirán en torno de las mujeres en el mundo laboral, y las mujeres en torno de nuevas formas de esclavitud en el siglo XXI. He ahí el plano conceptual del proyecto desde el que luego se desarrolla el pragmático de forma inesperada. Mujeres en el baño es un éxito de público desde que se estrenó, a principios de enero; hay localidades agotadas, críticas favorables y aplausos de pie al finalizar cada función.
Es cierto que tal vez ésta sea una de las primeras obras que dentro del teatro off abordan una temática femenina desde una perspectiva deliberadamente feminista y esto, con sobrada razón, despierta interés. Por otra parte, el nombre y el punto de partida de la pieza refieren a la tan repetida pregunta, ya casi tópico de una cristalizada retórica masculina: ¿Qué hacen las mujeres en el baño? La posibilidad de que la obra responda a este agudo interrogante o simplemente el hecho de que dispare un lazo hacia ese grandísimo lugar común podría ser otra posible explicación al suceso. Hombres y mujeres implicados en una obra que habla a voz en cuello de temas picantes y con las poderosas armas del espectáculo.
Desde el baño
El baño es el universo poético perfecto para el despliegue pensado por Asencio y que las seis potentes actrices –Carolina Tejeda, Josefina Lamarre, Cecilia Rainero, Leticia Torres, Raquel Ameri y María Eugenia Iturbe– van a explotar con un arsenal de recursos escénicos. Y es que ese espacio del hogar, de por sí, trae una combinación sumamente atractiva: allí conviven lo escatológico con el cuidado de la belleza, ciertas formas de la sexualidad con momentos de insondable soledad. Un aleph femenino que estas seis chicas, apenas iniciada la función, describen así: “Las mujeres en el baño se depilan, se afinan las cejas, se hacen tratamientos capilares, se reconstituyen el cabello dañado, se ponen crema hidratante (...), buscan en el botiquín ibuprofeno forte, recambian las toallas. Se acuerdan de algo que deben hacer, se cambian el paño femenino, limpian el piso, el inodoro, la bañera, la pileta, limpian el bidet, se hacen un test de embarazo, se enteran de que van a ser mamás, dan a luz, sonríen”.
Muchos de estos aspectos aparecen en escena en boca de las actrices que se expresan insufladas por el espíritu que les dan sus vestuarios tan mínimos como kitsch, o bien en monólogos o bien a través de canciones pop, rock, reggaetones, cumbias y baladas. Ellas darán instrucciones para la masturbación, se depilarán furiosamente, reflexionarán sobre el estado de sus vidas sentimentales, arrojarán por el aire sus siliconas, comerán hasta el hartazgo y luego vomitarán.
Musical
Fragmentaria e intensa, la obra avanza con lógica de musical sui generis. Uno de los momentos más turbadores es cuando, guiadas por Carolina Tejeda en charango, cantan “La isla bonita” de Madonna, pero en una versión ralentada y con letra traducida al español. Mujeres... genera empatía en momentos como ése, y es inteligente cuando se ríe de las tendencias femeninas al dramatismo, en cuestiones tan pavas como la devolución de un ventilador. Esas son sus virtudes, llamémoslas, teatrales e ideológicas. Hay algo bello y gozoso en la coreografía de seis mujeres en bombacha enrollándose en los cables de una Epilady. La apuesta musical-feminista era muy alta. Alguno (sobre todo alguna) podrá pedirle que profundice y adquiera densidad. Pero aun así la obra entusiasma, se disfruta y tal vez a más de uno le aclare el panorama acerca de esa mentada incógnita sobre lo que hacen las mujeres en la soledad de un cuarto de cuatro paredes azulejadas, ante un espejo y una luz matadora.
Sábados a las 23 y domingos a las 21, en Espacio Callejón, Humahuaca 3759. Reservas al 4862-1167. Entrada: $ 20.
Fuente: "Radar", Diario "Página/12", 10/02/08
http://www.pagina12.com.ar/
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