Elegía
Eres los otros, y ya nadie te escucha.
Y sólo eres canción, algunas palabras, elegía.
La tarde es la tarde, y Borges es Whitman.
Ya no estás entre mis páginas
y te escucho solo en los sueños; esa esperanza que no existe.
Allí eras quien conocía,
Allí eres, mientras dormías.
No siento tu ausencia: todo lo fuiste.
Eidos
Eres los otros, y ya nadie te escucha.
Y sólo eres canción, algunas palabras, elegía.
La tarde es la tarde, y Borges es Whitman.
Ya no estás entre mis páginas
y te escucho solo en los sueños; esa esperanza que no existe.
Allí eras quien conocía,
Allí eres, mientras dormías.
No siento tu ausencia: todo lo fuiste.
Eidos
Temí pensar que eras tú y no un lugar, el motivo de mi alegría.
Regresé temblando, como un niño perdido,
Recorriendo los desolados rincones,
Y contemplando la infinita y geométrica parra.
El aire era tan distinto a todo lo demás,
como cuando estabas conmigo.
Las calles, tierra mojada hacia el atardecer,
Me llevaban hacia los mismos y maravillosos lugares:
El tranquilo y solitario cementerio,
el silencio irrepetible del silencio,
El efímero entusiasmo de saber que no nos cruzaremos con nadie.
Yo quería vivir allí, por siempre,
En ese mismo momento, y bajo esas precarias circunstancias.
(Tú preferías volver, hacia el gris y sórdido detalle).
Aquí, las horas desaparecen:
Mientras somos, estamos siendo también el mayor de los enigmas.
Un lugar perdido y desconocido por todos me delata.
San Francisco
El joven viste el desnudo,
Sobre la más fría eventualidad de la naturaleza.
Se encuentra solo y sin destino,
Pero es más valiente aún que los seis demonios juntos.
Olvida su pena, mejor dicho, la desconoce;
Y no pudiendo más que sufrir canta,
en el lenguaje de los trovadores.
Silvestre misionero,
En las calles profesó su doctrina.
Como Cristo, y como el poeta,
Lleva en ese largo camino su cruz a cuestas.
Juan Arabia
Director de la Revista Literaria Megafón
juanarabia@hotmail.com
1 comentario:
1Que lindos poemas!
Me gusto muchísimo "elegía",
saludos,
Nati.
Publicar un comentario