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Tomado de "Las Amantes", libro de narrativas inédito de Sergio Simpson
Cuquita
Fue antes de la primera novia. Le acarició los genitales, previo a la pubertad. Ella tenía quince y él ocho años.
Cuquita era hija de casa, hacía cuatro años, donde la abuela de Salvador. Según contaba la anciana: me la traje toda flaquita la pobre, con unas grandes manchas blancas por todo el cuerpo, un vestidito remendado, casi transparente por el uso, en chinela de hule, con los pies curtidos, y el pelo tieso parecía de tuza por duro y rojizo.
Salvador recuerda a la flaca cuando le colocaban como enfermo en la cama, y los dos primos varones de él, similar edad de Cuquita, con ella jugaban al doctor y la enfermera. No se le olvida los tres metidos bajo la sábana, en la cama del lado, después de ordenarle se durmiera, simulando era noche.
Años después, a Salvador le distraía un primo, mientras el otro jugaba con Cuquita encerrados en la habitación del fondo. De ese retozo, en una ocasión salió el primo quejándose con el miembro sangrando en la mano. Todos se asustaron, pero juraron silencio.
Cuando los primos crecieron, llegaban menos a casa de abuela. Salvador a los seis años era quien departía con Cuquita. A veces ella no le dejaba divertirse, le molestaba la obstinación. Era el recreo que Salvador diario deseaba y había aprendido: acostarse encima de ella y moverse, hasta que ella le apartaba sudoroso.
Un día sábado que no había clase, cuando ella salió del baño Salvador por vez primera vio pezones, piernas rollizas y caderas redondas bajo la bata transparente. Deseó subirse, insistió, hasta que ella le dijo: un ratito, que va a venir tu abuela. También, primera vez, tocó carne de piernas a los siete años de edad.
Desde ese día cambiaron las cosas. Salvador aprendió a subir la falda de Cuquita y agarrarla de las piernas, y ella accedió abrirlas. Fueron diferentes los gestos de ella: suspiraba nasalmente y no permanecía inmóvil como antes.
La abuela exigió que Cuquita bañara a Salvador, en el lavadero del patio trasero, para que le restregara duro el paste contra la piel. Cuando le secaba, de pie en el borde de la cama él, y ella de frente, Salvador tenía el palito duro. Ella se agachó y se lo sorbió. El con nueve años.
El regalo de ella para él en su cumpleaños catorce: Cuquita se bajó el calzón, se acostó en la cama con las piernas abiertas y la falda subida. El se le encaramó. Ella agarró el duro miembro y se lo colocó. Salvador comenzó a moverse y sintió ardor caliente, húmedo. Cuquita lo jalaba de las nalgas y gritaba.
A los pocos días jamás la volvió a ver. Ella se fue con su novio.
Sergio Simpson
Centro de comunicaciones y estudios sociales (CESOS)
Managua y Matagalpa, Nicaragua.
http://sergiosimpson.ysublog.com/
lunes, 11 de febrero de 2008
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