domingo, 31 de agosto de 2008

Hallazgos: Una entrevista a Cortázar de 1973


Entrevista realizada por Hugo Guerrero Marthineitz, en Buenos Aires. Difundida en el programa El show del minuto, en Radio Continental y más tarde publicada en la revista Siete Días, Bs. As., 1973.


-Sé que no concede habitualmente entrevistas. Ahora bien, ¿es cierto lo que se dijo, hace dos años, a raíz de un viaje suyo a Buenos Aires, que usted cobraba sumas elevadas por acceder a una entrevista?

-Su pregunta se divide en dos partes. Yo accedo muy poco a entrevistas; en cuanto a la radio, tengo la impresión de que ésta es la primera, salvo incidentalmente el haber contestado una o dos preguntas frente a algún micrófono que circulaba en el curso de algún acto, una mesa redonda, en Europa sobre todo. En cuanto a que ya haya cobrado por entrevistas o colaboraciones donde se trataba de problemas ideológicos, eso forma parte del sistema de calumnia teleguiada por quienes usted y yo conocemos.

-¿Cuánto tiempo hace que falta del país en calidad de residente?

-De residente con una cierta permanencia. Yo me fui hace 22 años, pero he vuelto cinco veces por períodos de dos o tres meses. El último pasaje por aquí fue muy breve: yo estuve en Chile cuando Salvador Allende tomó la presidencia porque quise solidarizarme con la venida popular, y me pareció que había que estar físicamente presente. No bastaba una solidaridad telegráfica porque, de todas maneras, era la primera vez que, en esto que llaman el Cono Sur, se intentaba una experiencia socialista. De manera que me vine y, luego de esos días que pasé en Chile, bajé aquí a Buenos Aires y me quedé cinco o seis días. Vine solamente a ver a mi madre y a mis amigos, de modo que pienso que eso no cuenta como pasaje.

-¿Cómo se nutre, en París, de todas las vicisitudes latinoamericanas?

-Esa es una buena pregunta, porque contiene quizás un cierto elemento de sorpresa. Usted no es el único que me la ha hecho. Hay gente que se extraña un poco de que yo pueda estar, en la medida de mis posibilidades, bastante bien informado sobre lo que sucede en América latina y en la Argentina. La explicación es bastante simple. En primer lugar, usted sabe la cantidad de latinoamericanos que viven en París; sabe también que estos latinoamericanos que en alguna época iban a divertirse, en general van ahora con fines muy concretos de trabajo. Hay que contar también a los que se radican por razones de exilio y a los que están haciendo cabezas de puente y combatiendo desde allá en esta dirección. Gente de toda América Latina, con un porcentaje bastante considerable de argentinos. Yo tengo una relación muy constante con ellos; por ejemplo, quizá usted sepa que nosotros allá formamos un "Comité para la Defensa de los Prisioneros Políticos en la Argentina", que trabaja mucho y que hace todo lo que puede por colaborar en una lucha que me parece imprescindible. Eso me da, primero, un contacto personal, clínico; y luego, muy buena información. Espero que los argentinos no se ofendan si les digo que, a veces en París, sabemos mucho mejor lo que está pasando aquí, en la Argentina, que en el mismo suelo nacional; por una simple cuestión de calidad de las informaciones.

-Alguna vez me llegó un disco suyo, publicado en Buenos Aires, sobre el Torito (Justo Suárez) que transmití muchas veces en mis espacios de radio. Hubo una gran adhesión por parte de toda la gente. Lo que llamaba la atención es que algunos me telefoneaban enfurecidos por su acento francés, siendo usted argentino...

-Mire, eso es un ingrediente más en un lamentable y tal vez inevitable chauvinismo. Es curioso: mucha gente piensa que este acento yo lo he adquirido en Francia, y eso les resulta molesto. A mí también me molestaría si fuese cierto, porque sería la prueba de que me estoy olvidando del español y que el francés influye incluso en mi paladar y cuerdas vocales. Bueno, yo hablo así desde que empecé a hablar. Por una razón muy sencilla: nací en Bélgica, como usted sabe, en Bruselas, a comienzos de la Primera Guerra Mundial. Durante cuatro años mi familia se vio obligada a quedarse en Europa ya que por razones bélicas, no se podía volver a la Argentina. Y entonces hablé mucho en francés; es decir, el primer idioma que me enseñaron las criadas; no se olvide que las familias burguesas o pequeño burguesas de esa época, se desplazaban siempre con niñeras. Casi todas eran francesas y suizas; de modo que, prácticamente yo hablaba sólo francés. Luego, cuando a los cuatro años vine a la Argentina, como todo pibe me olvidé del francés en una semana y comencé a hablar español. Pero me quedó el acento: en esa época. esa ciencia maravillosa que se llama foniatría existía en un estado un poco larvario. De lo contrario, en quince días de ejercicios, un foniatra me hubiera quitado esta "r" tan incómoda; pero no me la quitaron y luego, bueno, pues yo crecí y fue prácticamente imposible eliminarla. Usted sabe que eso no es afrancesamiento. Además, ¿le parece que un afrancesado hubiera podido escribir "Torito"?

-Me hubiera gustado mucho poderlo invitar a la radio, para que usted, de pronto, atendiera algún llamado telefónico y se comunicara con las personas que deseen hacer preguntas...

-Bueno, sin necesidad de ir a la radio, por el momento basta y sobra con la calle: desde donde estoy en Buenos Aires es difícil que camine 200 metros sin que alguien me detenga. Ya sea para esa tontería de pedirme una firma... Tontería desde luego explicable, emocionante y que yo respeto.

-¿Porqué dijo tontería?

-Bueno, dije tontería porque en el fondo creo que eso forma parte de un sistema de vedetismo o superstición. El hecho de tener la firma de alguien no significa nada, yo prefiero que lean mis libros a que tengan mi firma. Es verdad que una cosa se deriva de la otra, por eso agregué que es emocionante también.

-Le hice esa pregunta porque su referencia podría levantar una ola de animadversión. El público argentino es muy cariñoso; no sé si usted lo habrá podido notar...

-Enormemente cariñoso y tiene, además, algo que me conmueve mucho en relación con el espíritu general de Europa. Es decir, hay una gran llaneza en el argentino, que yo comparto. Yo soy muy llano y me gusta el hombre que se acerca así, sin preliminares, y que directamente me toma del hombro, o la mujer que se acerca y me dice: "¡Cómo me gustó este cuento!", o "Déjeme decirle tal cosa", "¿Porqué no está viviendo aquí?...".

-¿Y porqué no está viviendo aquí?

-Bueno, a esto contesto con algo que mucha gente considera una especie de subterfugio, pero que no lo es para mí: yo estoy viviendo aquí.

-Se lo pregunto yo, que soy peruano y que llevo l7 años viviendo aquí, Julio Cortázar.

-Yo estoy viviendo aquí, Hugo, porque me da la impresión de que los ocho o diez libros que llevo escritos son libros muy argentinos. No hubiera podido escribirlos sin estar, en lo entrañable, viviendo aquí. Esos libros, aunque físicamente hayan sido escritos lejos, son libros argentinos y creo que mis lectores lo saben también. Entonces la presencia física en la Argentina debería responder a otro tipo de actividades, pero por el momento mis actividades siguen siendo las de un novelista, las de un cuentista. Por otra parte, todo lo que sea hipócrita me es profundamente repugnante. Yo me siento muy bien en Francia; desde joven tuve una gran afinidad por un cierto tipo de cultura y de mentalidad francesa. Es decir que puedo estar allá sin dejar de estar aquí.

-¿ Cuál es ese -para no hablar de cultura-tipo de mentalidad francesa que le atrae, Julio?

-Yo creo que en el fondo es una cosa negativa, pero que no lo es tanto para mí. Lo que siempre me gustó de Francia es que, siendo yo un hombre por naturaleza solitario, tímido y muy metido en sí mismo -características argentinas, por lo menos en mi generación-, encontré en Francia un país de gente profundamente respetuosa de la soledad y de la vida privada ajena. Yo no podría vivir en Italia, con todo mi amor por Italia, porque el italiano es un hombre generosamente invasor. Se mete por la puerta, la ventana, con la voz, con el cuerpo, con el deseo de llevarlo a uno a todos lados, con esa hospitalidad desbordante. Es un poco el caso de los españoles, también. Son pueblos que yo amo y países en los que soy feliz durante un mes, cuando me voy de viaje; luego vuelvo a París, donde cada uno vive en lo suyo y yo también empiezo a vivir en lo mío, y me siento muy bien.

-¿Qué es lo suyo al margen de escribir?

-Escuchar música, vivir, salir, caminar, andar por la ciudad, que la ciudad ande por mí. Una vida muy noctámbula, no exactamente bohemia; lo fue quizá en los primeros años y no tanto, tampoco.

-¿Es casado?

-Sí, con una argentina.(Se refiere a Aurora Bernárdez, con quien se casó en 1953)

-¿Cuántos años de casado tiene?

-Algo así como 18, pero nos hemos separado.

-¿Hace poco?

-Tres o cuatro años.

-¿Le gusta el tango?

-¡Oh, sí! ¡Vaya si me gusta! Afortunadamente la música, para mí, son discos, porque no tengo demasiado tiempo para ir a conciertos; además resulta excepcional encontrar en París un lugar donde se toque tango como a mí me gusta. De cuando en cuando suele bajar algún conjunto; por ejemplo, el año pasado estaba Tata Cedrón con su cuarteto. Bueno, yo los seguí como un perrito para tratar de escucharlos lo más posible. Pero me defiendo con los discos; discos que consigo aquí, en Buenos Aires y que incluso se consiguen en París cada vez más.

-¿Es cierto que hay una proliferación de lo latinoamericano en París, en todos sus aspectos: música, danza, teatro, literatura?

-Es muy cierto, y lo que me interesa es que, en este caso, ha sido la coyuntura histórica, las circunstancias históricas y políticas, las que en buena medida han determinado esa proliferación. El francés se interesa mucho por lo latinoamericano desde la revolución cubana; ella significó la toma de conciencia de una realidad latinoamericana que se les escapaba. Usted conoce los viejos chistes del francés que cree que Montevideo es la capital del Brasil; y ese tipo de cosas. Bueno, eso está prácticamente disminuyendo porque los diarios franceses tienen una información latinoamericana cada vez mayor. Entonces, el hombre de la calle empieza a darse cuenta de la diferencia que va de Chile a la Argentina, por ejemplo, o de Cuba a México. Pienso que el plano político tiene una repercusión en el plano artístico y literario... El francés comienza a interesarse por la producción artística, por la música, por la pintura de esa gente que ha hecho una revolución, de esa gente a la que le están pasando cosas en América Latina. Creo que hemos adquirido una especie de identidad, incluso una identidad diferenciada que no teníamos antes. Ahí tiene el caso de su país, por ejemplo. Eso que llaman "experiencia peruana" ha interesado mucho a los franceses, y si usted mira un periódico como Le Monde o los semanarios políticos, va a ver con cuánta frecuencia se publican análisis sobre el problema peruano.

-¿Y cómo ve Cortázar la situación actual de toda América Latina?

-Con optimismo, y no creo que sea un optimismo ingenuo. Yo sigo sosteniendo que a pesar de las dificultades manifiestas en muchos planos, cada día más marcadas, eso que llamo la vía socialista de América Latina, es una fatalidad a largo o a corto plazo. Los plazos son difíciles de precisar para quien no entiende de política. Pero creo que es nuestro camino, nuestro camino legítimo. Y estoy convencido de que cada país latinoamericano a su manera, con su propia modalidad, con su propia idiosincrasia, lo va a transitar. Hubo un tiempo en que se acusaba a Cuba de pretender exportar su revolución e imponerla con los mismos moldes en el resto de América latina. Usted sabe bien que eso es absolutamente falso, en el sentido de que hoy cada país comprende que tiene que aplicar sus propias modalidades, su propia manera de ser para abrirse paso. El ejemplo de Chile (y en una medida muy interesante también el de Perú) me parece aleccionante. Eso no tiene nada que ver con Cuba y, sin embargo, son caminos paralelos y quizá, en última instancia, convergentes.

-¿Cómo intuye usted el futuro de su país?

-Continúo siendo optimista y mi optimismo no va a cambiar a lo largo de esta entrevista, a pesar de que cuando uno llega a la Argentina tiene, naturalmente, el eterno problema de los árboles que no dejan ver el bosque. Porque hay una inevitable confusión, hay una multiplicación de procesos paralelos y contradictorios en el campo ideológico que en mi caso, por lo menos, dificulta muchísimo la síntesis. Además, le vuelvo a decir, yo no entiendo gran cosa de política. Mi optimismo viene del pronunciamiento popular traducido en los porcentajes de las elecciones del 11 de marzo. Yo creo que eso es un movimiento de base, una especie de sacudida desde el fondo hacia lo alto, que puede darnos una posibilidad, que nos está dando una posibilidad extraordinaria para salir del inmovilismo, del estancamiento.

BESTIARIO: 14 PESOS

-Volviendo a la literatura, es común escuchar a lectores y críticos hablando de la promoción que tienen los escritores en nuestros días. Yo, como trabajo en la radio, podría referirme a la maquinaria de promoción montada en torno a los artistas de la música popular. Se ha hablado también de que un mecanismo similar funciona respecto de los pintores y escritores. ¿Es cierto que las grandes editoriales se preocupan de promover al escritor como si fuera una star de cine de los años 30?

-Bueno, eso tendría que preguntárselo a aquellos escritores que, se dice, están promocionados por sus editores. En lo que respecta a mí, empecé a escribir mi obra en la más profunda soledad, sin el menor contacto con los editores. Un buen día, quienes me descubrieron no fueron los editores, fueron los lectores. El hecho de que yo haya llegado a ser un best-seller en varios países se explica porque la mecánica editorial llegó después de esa especie de toma de conciencia por parte de los lectores. En América latina, éstos, de golpe, empezaron a tener confianza en los escritores de sus propios países. Y éste me parece un fenómeno realmente extraordinario porque es un fenómeno revolucionario. Mire, lo he dicho veinte veces y pienso que tal vez no será inútil repetirlo: cuando yo era joven, los editores argentinos hacían su dinero con traducciones de obras del extranjero y, a veces, por una especie de caridad, por una razón de amistad y de prestigio, editaban a autores nacionales con reducidas tiradas. Y eso que usted llama promoción no existía. Yo le podría mostrar los anuncios de mi editor cuando me marché del país, el mismo mes en que salió mi libro Bestiario. Entonces, el anuncio consistía en publicar con grandes letras las últimas novedades de François Mauriac, Graham Greene y Lin Yutang, los autores que estaban de moda por esa época; al final, con una letra muy pequeña decía "Novedades nacionales. Julio Cortázar, Bestiario; y con la misma letra pequeñita Felisberto Hernández, Nadie encendía las lámparas". El resultado era que esos libros caían automáticamente al sótano. Mi editor se reía, el otro día, cuando yo le recordaba que la primera liquidación de derechos que tuve, estando en París, fue de 14 pesos y centavos; o sea que casi costaba más el franqueo para devolver el recibo firmado que el dinero que había resultado de Bestiario. Es decir que no hubo absolutamente ninguna promoción, hubo algo mucho más extraordinario: esos libros, por razones que no soy yo quien debe juzgarlos, sino ustedes, los lectores, comenzaron a abrirse camino en la conciencia latinoamericana. Un día, digamos entre los años 50 y 55, de repente, se empezó a hablar mucho y cada vez más, eso que se llama bola de nieve. Se empezó a hablar de Miguel Ángel Asturias, se empezó a hablar de Carlos Fuentes, se empezó a hablar de Mario Vargas Llosa, se empezó a hablar de mí y de Alejo Carpentier... y es entonces cuando empezaron a venir los editores, no antes, ¡ojo!, esto es muy importante.
El boom, en su plano comercial, empezó después. Los editores son gente que están ahí para ganar dinero, forman parte del sistema capitalista, y de golpe palparon ese interés popular: la gente buscaba libros que no existían en las librerías, la gente se prestaba los libros porque habían sido tiradas muy pequeñas... Los editores se dieron cuenta de que eso era negocio para ellos. Entonces comenzaron las reediciones v comenzó esa política que usted llama de promoción y que era absolutamente inevitable. Pero sostener que el boom es una maniobra editorial es una calumnia tonta, porque se niega el valor revolucionario del boom. Es que todo un continente, de golpe, empezó a tener confianza en sus escritores, los descubrió. Ahora los anuncios de los editores dicen: "Mario Vargas Llosa, Conversación en la Catedral", con letras muy grandes. Luego, probablemente con letras más pequeñas, anuncian la última novela de Francois Sagan. Hace veinte años hubiese sido lo contrario.

-Su primera liquidación fue de 14 pesos y monedas. Ahora sus liquidaciones, ¿le permiten vivir cómodamente como escritor?

-Mis liquidaciones me permiten vivir, sí, como escritor... lo de cómodamente es un adverbio que depende de la persona a quien se aplique. Yo pienso que hay mucha gente que no podría vivir cómodamente con mis derechos de autor: es la gente a quien le gusta un sistema de vida que supone muchos gastos. Yo no he cambiado mi manera de vivir; es decir, que vivo siempre en una casa muy pequeña y tengo un ranchito igualmente muy pequeño en el sur de Francia para pasar el verano; eso que, en algún diario argentino, se calificó de "suntuosa residencia", me encantaría que el periodista que escribió eso se viniera algún día a tomar un trago a mi "suntuosa residencia", para ver...

-¿Ha estado en Londres? ¿Va allí con frecuencia?

-Sí. Me gusta mucho Londres.

-¿Viaja siempre invitado?

-No, por lo general viajo por mi cuenta. Londres es una ciudad en la que también me siento bien. Además, digamos que luego de la literatura francesa, como segunda agrupación cultural después de la nuestra, viene la literatura anglosajona: me marcó mucho en mi juventud. Incluso, creo que yo no sería cuentista si no hubiera leído centenares y millares de cuentos anglosajones, empezando por Edgar Poe y terminando por Henry James. Me gusta ir a Londres para consumir esa literatura en el lugar del hecho.

-¿A qué edad empezó a escribir?

-Bueno, mi madre dice que empecé a los ocho años, con una novela que ella guarda celosamente a pesar de mis desesperadas tentativas por quemarla. Además, parece que le escribía sonetos a mis maestras y a algunas condiscípulas, de las cuales estaba muy enamorado a los diez años; esos maravillosos amores infantiles que lo hacen a uno llorar de noche.

-¿Pero se enamoró normalmente o anormalmente? Se dice que uno se enamora de las maestras y no de las condiscípulas, o de las condiscípulas y no de las maestras.

-No, salvo con una, tuve muy buena relación con todas mis maestras, pero como eran muy mayores creo que no deberían despertar ningún sentimiento demasiado romántico en mí. En cambio, mis compañeras de estudio de la escuela primaria, sí; esas niñas con trencitas... yo me enamoraba con mucha frecuencia de ellas.

-Cambiando de tema. ¿Alguna vez tuvo algún problema para entrar o salir de Argentina, o decir lo que quisiera en el país?

-No, nunca.

-Quiere decir que es el menos indicado para hablar de censura en la Argentina.

-Bueno, un momento, soy el menos indicado para hablar de censura en lo que a mí se refiere, puesto que no he sido censurado. Pero eso no impide tener conocimiento de la censura cuando se aplica a otros.

-¿Va mucho al cine ?

-Sí, en París se ve cine del mundo entero y ahora con una gran libertad. En tiempos de De Gaulle funcionaba una censura que escamoteaba muchas películas o las cortaba. Yo me acuerdo, por ejemplo, que no quise ver una de las películas de Ingmar Bergman -un director al que amo mucho- El Silencio, porque sabía que la censura francesa había cortado una larga escena.

NOVELA VS. CUENTO

-Julio Cortázar, volviendo a la literatura latinoamericana, ¿a qué atribuye usted que un escritor como el mexicano Juan José Arriola no tenga la trascendencia que merece?

-Bueno, por un lado se me ocurre que puede deberse al hecho de que él no ha escrito novelas. Usted sabe que la novela es realmente el gran medio de comunicación y de conocimiento literario, a pesar de que América latina es un continente de cuentistas, para mi gran alegría. En América latina se escriben y se leen muchos cuentos; pero de todas maneras, el lector en general y el editor también, tienen una preferencia intuitiva por la novela, por embarcarse así en un viaje más largo que el pequeño crucero por el Delta que le da un cuento.

-¿Por eso se embarcó usted en una novela larga?

-No, yo me embarqué el día que sentí la necesidad de hacer un viaje largo. Usted sabe que el problema del fondo y la forma es absolutamente falso; simplemente hay ciertos temas que no se pueden tratar como cuentos, sino que exigen un desarrollo novelístico. Cuando se quiere ahondar en ciertos personajes o mostrar sucesivas etapas en una situación dada, el cuento no sirve. El cuento es una esfera, es una cosa que se define rápidamente y cuya perfección está precisamente en su brevedad. Esto es útil para volver a Juan José Arriola: el hecho de que no haya escrito novelas lo ha colocado en una situación que no diré marginal, pero reservada a muy pocos que se interesan por los cuentos; y esto lo ha separado un poco del gran público. Yo usaría la palabra injusticia, porque es una gran injusticia lo que pasa con Arriola. Yo diría, sin ir tan lejos, sin ir a México, que aquí en el Río de la Plata tenemos un ejemplo similar y es el caso del uruguayo Felisberto Hernández. Felisberto es un gran desconocido todavía. Me pregunto si en el Uruguay -salvo los llamado intelectuales-el público conoce a Felisberto, un cuentista genial y, como Arriola, un hombre de una modestia infinita. ¿Sabe que se ganaba la vida tocando el piano en los cafés, y le importaba un bledo el prestigio literario? Escribía sus cuentos (algunos han llegado a nosotros porque se los había pasado a un amigo en manuscrito) y luego quedaban olvidados en un cajón. Bueno, Felisberto tampoco escribió una novela; escribió algunos cuentos largos pero ninguna novela; si la hubiese escrito sería mucho más famoso. Creo que la explicación está en eso.

-¿Y qué piensa de Jorge Luis Borges a nivel mundial?

-Bueno, es de una trascendencia harto merecida. Usted sabe que, en la actualidad, cada vez que se menciona a Borges inmediatamente la gente se divide en bandos perfectamente diferenciados...

-¿Aquí en la Argentina o en otros lugares también?

-En América latina, diría yo. En otros lugares se lo conoce como escritor; y lo que pasa en América latina es que en estos últimos años, además de su trabajo como escritor, hemos conocido los puntos de vista geopolíticos de Borges. Esto ha creado con respecto a él un antagonismo manifiesto de parte de mucha gente que no puede aceptar cierto tipo de declaraciones hechas por alguien cuya palabra tiene tanta repercusión en el interior y en el extranjero. Yo personalmente no puedo aceptar que diga, por ejemplo, que el único defecto de Estados Unidos es haberle dado educación a los negros. Sin embargo, Jorge Luis Borges ha escrito algunos de los mejores cuentos de la historia universal de la literatura. El escribió también una Historia Universal de la Infamia.

-¿Ve a su madre con frecuencia? ¿Viaja su madre a Europa o viene usted? ¿Se cartea con ella?

-Alguna vez ha viajado mi madre a Europa y ha estado cierto tiempo conmigo, pero ahora soy yo quien viene a verla. En cuanto a cartearnos, bueno, ella es como Madame de Sevigné, es decir que me escribe muchísimo y yo le contesto todas sus cartas: tenemos una complicidad epistolar muy hermosa, porque mi madre a pesar de sus años...

-¿Qué edad tiene su madre?

-Tiene 78 años y se conserva admirablemente bien. Tiene un sentido del humor que se sigue manifestando en todas sus reflexiones y sus actos, con lo cual siempre hay posibilidad de diálogo y eso hace de nuestra correspondencia y nuestra relación una amistad que no se ha quebrado nunca. Yo soy muy amigo de mi madre. Y sé que ella no solamente me quiere como hijo, sino que me estima como amigo, como camarada.

-Y con su padre, ¿fue también saludable la relación?

-No, con mi padre no fue nada saludable porque no hubo ninguna relación. Yo dejé de verlo a los seis años; cuando se marchó de mi casa.

-¿Tiene parientes en la Argentina?

-Muy pocos, mi familia es muy pequeña y tengo más amigos que parientes. Pero casi todos mis parientes son también mis amigos.

-Entre las fantasías que circulan por allí, se cuenta la de su juventud, la de su gran vitalidad, la de su rostro impecable. Hace unos días, conversando con una amiga mía que es muy varonista, me dijo: "Es una pena que Julio se haya dejado la barba". Y recurrió al disco suyo que editó aquí Héctor Yánover. Me lo mostró y dijo: "Mirá el rostro que tiene Cortázar; con la barba se afea..."

-Bueno, habría que ver si en el caso que yo me afeitara para complacer a su amiga, el resultado sería la misma cara que ella vio en la tapa del disco; porque esa foto ya tiene unos cuantos años... De todas maneras, me siento muy joven. Incluso, a veces tengo la impresión de estar viviendo hacia atrás; es decir, sentirme cada vez más joven. Cuando yo tenía 25 años me sentía realmente mucho más viejo que hoy. No por razones de tipo físico, sino, probablemente, por razones de contexto local: yo pertenecía a una generación que se ponía cuello y corbata (incluso conocí los famosos cuellos almidonados que son una verdadera tortura), sombrero; una generación que jamás estaba en mangas de camisa en ninguna parte... Había todo un ceremonial de vestimenta que, lógicamente, expresaba otra clase de represiones, de almidonamientos internos. Entonces yo era un joven viejo, un viejo joven en esa época. Yo lo sé muy bien. En ese sentido, la experiencia europea y los años me liberaron fácilmente de todo eso. De una manera natural, un buen día volaron los anteojos (en realidad, yo no necesitaba usar anteojos; había un oculista que había decidido que yo tenía que usar anteojos permanentes), descubrí que realmente no los necesitaba. Ahora los necesito para leer, por cierto. Hace veinte años yo podía pasarme toda una noche leyendo, escuchando música; ahora se me cansa la vista.

-¿Qué artistas de tango son sus preferidos?

-Yo, por razones de edad, sigo identificando al tango con Carlos Gardel. Eso es una preferencia de tipo histórico. Gardel ha muerto hace 37 años, aunque como dicen los muchachos, "cada día canta mejor", lo cual es muy cierto.

-¿Le gusta toda la discografía de Gardel?

-No, toda no. La discografía de un artista es como la bibliografía de un escritor. A mí me gusta mucho Balzac, pero hay libros de Balzac que se me caen de la mano. Y hay grabaciones de Gardel que me parecen de una mediocridad total...

-¿Cuál se le cayó de la mano?

-No me acuerdo, quizá porque se me cayó de la mano. Olvido muy hábil: olvidar lo que no me interesa...

-¿Y qué discos de Gardel son sus preferidos?

-Mire, a mí me gustan, sobre todo, los que él grabó entre el 30 y el 35, más o menos. Cuando se acompañaba exclusivamente con guitarra, cuando tenía el famoso grupo con Barbieri y toda esa gente. Es la época en que grabó Mano a mano y Mi noche triste. Creo que son los dos tangos de Gardel que yo prefiero. Luego llegó el Gardel del éxito, el Gardel de Hollywood, de las películas. Cuando él perfeccionó su técnica de grabación -la grabación eléctrica-Gardel empezó a ser acompañado por orquesta. Eso, desde un punto de vista puramente estético, también son discos muy hermosos: El día que me quieras, Luces de la ciudad... Es decir, los que le dieron importancia latinoamericana y a nivel mundial, pero que no superan, para mí, al Gardel de los años 30.

-¿Qué otros artistas de la época pasada del tango figuran en su preferencia?

-Figura Rosita Quiroga, por ejemplo. A propósito, hace unos meses me conmovió mucho; estando en París, recibí una carta de ella. Me mandó una carta muy simpática, pidiéndome una foto. Y yo, que no le doy fotos a nadie, -fotos autografiadas-, porque me parece un vedetismo tonto...

-¿Una tontería?

-Una tontería, sí. Bueno, busqué desesperado la foto más grande que podía conseguir, se la firmé, se la dediqué con mucho cariño y se la envié.

-Fíjese, Julio, que antes de llegar a conversar como estamos haciéndolo, yo lo ví dos veces a usted en Buenos Aires. Hace unos días salía yo de mi casa y usted, con la misma vestimenta que tiene ahora, estaba parado en la esquina de Córdoba y Leandro Alem. Lo vi a usted, lo vimos, la señorita que dijo que la barba no le quedaba tan bien como el rostro afeitado, y me dije: "Acercarme lo encuentro irrespetuoso; Julio me dijo que lo llamara para concederme una entrevista...". Entonces, me quedé observando cómo mucha gente lo observaba. Cuando usted cruzó, el joven que vende diarios en la esquina dijo: "Ahí va, ¿no?".

-Es algo que me sorprende y me emociona. Yo le puedo contar una anécdota...

-Pero esto viene -perdón que le interrumpa-a raíz de mi recorrida por América latina. Yo no sé si seré chauvinista en cuanto a la Argentina, pero no se da frecuentemente en el resto de América latina. Usted puede llegar a Chile, y dirán "Ahí va Cortázar". Pero ese acercarse, ese querer tocarlo, no por fanatismo sino por agradecimiento por lo que usted da... Ha podido comprobar que la gente argentina agradece lo que le dan, siendo que lo que usted le da es su trabajo, porque si no lo da se muere, y si la gente no la recibe se muere dos veces.

-Eso lo comprendo muy bien y además lo estoy palpando en la calle, diariamente...

-Y su anécdota, ¿cuál es?

-Sí, mi anécdota es muy divertida. No me pasó ahora. Me pasó en ese viaje muy breve de hace dos años. Una noche tomé el subte con un amigo, el poeta Francisco Urondo, que en este momento está detenido en la cárcel de Villa Devoto, como usted sabe...

-Sí, señor.

-Yo estaba con Francisco Urondo, a las once de la noche esperando el subte, creo que en la estación de Pacífico. No había prácticamente nadie en la plataforma. De pronto, de un quiosco de diarios salieron dos personas que se acercaron con unos guardapolvos grises: eran los vendedores del quiosco. Uno de ellos, el más viejo, hizo eso que usted explicaba tan bien hace unos segundos. Me demostró inmediatamente una especie de amistad y ternura, con la discreción del criollo. Me dijo: "¿Le puedo estrechar la mano? Yo vendo sus libros". Entonces, el más joven dijo: "No sólo los vende, sino también los lee". Bueno, eso me pareció extraordinario, porque había una toma de contacto llena de pudor y, al mismo tiempo, había una tal confianza... Ellos estaban seguros de que yo iba a estar contento de eso, ¿y cómo no iba a estarlo?

-Sí, creo que es una gratificación. Y un constante agradecimiento de la gente...

-Yo tengo un amigo diarero en la esquina de Maipú y Viamonte. Somos amigos desde la otra noche, en que yo volvía a mi casa a las dos de la mañana y él estaba todavía allí. Evidentemente hay noctámbulos que compran diarios. Bueno, estaba ahí, me vio y me llamó de una manera que me conmovió porque me dice: "Che, Julio, vení. Che, Julio, vení a charlar". Yo crucé, la calle estaba totalmente vacía. Él estaba con un amigo, y terminamos tomándonos un café en el bar de enfrente. Él dejó a un pibe para que le cuidara los diarios, había muy pocos clientes a esa hora. Y desde la ventanilla del café se podía ver el quiosco. Hablamos como una hora y media, de un montón de cosas. Yo me di cuenta que él no había leído gran cosa; puede haber leído notas sobre mí, pero no ha leído libros, me lo dijo además. Pero tenía una especie de conocimiento, no tenía nada que ver con la literatura, pero era igualmente entrañable. Y discutimos duro sobre ideología y política. No estábamos de acuerdo en muchas cosas. El empezó diciéndome: "Porqué vivís lejos de aquí? ¿No sabés que la Argentina es el mejor país del mundo?". Yo le dije: "Mirá, estás equivocado: que yo viva lejos -puedo tener mis motivos- es un problema, pero en lo que estás equivocado es en afirmar, como lo estás afirmando, engolando la voz, que la Argentina es el mejor país del mundo. La Argentina no es el mejor ni el peor país del mundo. La Argentina es un país como todos los países del mundo. Pensá que en este momento que vos decís esto, hay un mexicano que está diciendo: México es el mejor país del mundo, y hay un peruano que está diciendo: Perú es el mejor país del mundo. ¿Te das cuenta que eso nos está desuniendo en vez de juntarnos?" El muchacho, que es muy, muy inteligente, comprendió inmediatamente. Me dijo: "Sí, es cierto, uno a veces exagera, pero éste es un hermoso país." Claro que es un hermoso país, pero no el mejor del mundo. Y mientras no nos quitemos esa tontería de la cabeza y se la quiten los mexicanos, los peruanos y toda esa escala de chauvinismo latinoamericano, le haremos el juego al enemigo, que busca -es uno de sus caminos-dividirnos por el lado del nacionalismo.

-Y Francia, ¿no es el mejor país del mundo para los franceses?

-Probablemente, sí. Y se equivocan exactamente como mi amigo, el diarero. ¿Usted cree que un país, que cualquier país, es el mejor país del mundo?

-Usted me dijo al principio que no era político y le hacían preguntas como si manejara política, sobre todo, latinoamericana. Yo tampoco soy político, quizá sea un tanto soñador, un tanto más que idealista, fantasioso. Yo creo que en este momento, en su país, en nuestro país, lo que hace falta es realmente esa toma de conciencia para que toda la gente trabaje y saque adelante este país.

-Bueno, algunos elementos de esa toma de conciencia, sin ser político, yo puedo intuirlos. Tengo la impresión de que hay una voluntad deliberada de salir del inmovilismo, de la actitud pasiva de la aceptación, que ha sido muy frecuente, en mis tiempos, por lo menos. La aceptación de lo que sucedía en eso que llaman "las esferas superiores", con la compensación privada de hablar mal del gobierno, pero sin la menor responsabilidad, sin comprometerse, eso lo he vivido yo en la Argentina y tengo la impresión de que es una etapa superada. Es admirable ver cómo la gente da su opinión en la calle, en las librerías, en los cafés, en los lugares donde yo puedo hablar con ellos. Opiniones que a veces podrían ser, incluso peligrosas para la persona que las está diciendo, y sin embargo, las dan. Los jóvenes, sobre todo, las dan sin ningún temor, y eso me parece admirable, eso es lo que usted llama toma de conciencia, y yo también.

-Salgamos de la política, y de los escritores. Con los pintores, ¿cómo andamos? ¿Cuáles son sus preferencias, de acuerdo con los plásticos argentinos que están en el candelero, como suele decirse? Los nombres que suenan, los nombres que repercuten. ¿Tienen trascendencia en París estos pintores?

-Sí, usted sabe bien que hay una serie de pintores argentinos que tienen prestigio, no sólo en el país sino en todos los grandes centros europeos y en Estados Unidos. Supongo que no hay por qué repetirlo: gente como Macció, como Julio Le Parc, como Torres Agüero. Toda esa gente es muy conocida y estimada. Lo que sucede es que la proliferación de pintores latinoamericanos ha confundido un poco a los europeos. No distinguen demasiado bien, me parece a mí, entre un pintor peruano y un argentino o mexicano.

-¿No distinguen tan bien como en el caso político?

-No, por la sencilla razón de que pocas pinturas, relativamente pocas, expresan claramente un contenido ideológico. Cada vez con más frecuencia lo vamos a ir viendo. Es el caso de muchas de las pinturas de Seguí, y muchas de las cosas que ha dicho o hecho Julio Le Parc. Pero el conocimiento es menos definido que en el caso de la literatura. Es cierto que hay signos de cansancio en Europa. No es el cansancio que lleva a decir a algunos que Europa está muerta y liquidada, pero hay una madurez que se traduce a veces en una pintura o en una literatura excesivamente reflexiva o excesivamente hecha de recapitulaciones culturales. En cambio, llegan los latinoamericanos con una pintura fresca, llena a veces de ataques contra todo un sistema de valores, y eso al europeo lo sorprende y lo admira profundamente. Yo me he fijado cómo asisten ellos a las bienales de pintura sudamericana que se organizan de vez en cuando. El francés se interesa mucho por eso. Nota que hay algo que es diferente. Pero no incide demasiado la nacionalidad de los pintores.

-Muchos músicos y grupos fueron a la India y encontraron sonidos nuevos para su expresión musical popular, pude oír también que en los europeos hay una búsqueda de sonidos autóctonos latinoamericanos: se usa la quena, se usa el charango... ¿Usted pudo apreciar algo allá?

-Sí, lo de la quena es algo muy divertido, porque su sonido se escucha cuando uno se pasea por las calles de París. Ya sea que provenga de un altoparlante, de la radio, de un disco o de uno de esos aparatos de los cafés: hay un sonido a quenas por todos lados. Además, en la noche, en las boites, en los cafés, en los lugares donde hay pequeños conjuntos, siempre hay alguien que está tocando quena o charango.

-Y usted, ¿toca la trompeta?

-Sí, para gran desesperación de mis vecinos. Yo la tengo como procedimiento higiénico. Cuando estoy muy cansado, fatigado, por haber escrito o leído mucho, tocar un rato la trompeta es un ejercicio respiratorio formidable. El problema de la trompeta es que es un instrumento implacable porque exige una preparación previa de los labios y eso se consigue tocando bastante seguido unos cuantos días. O sea que, en el momento en que yo empiezo a sentirme un poco satisfecho... o me voy de viaje o no puedo tocar durante un mes; entonces, cuando vuelvo, es una calamidad. Pero me divierto mucho...

-¿Vió la película El Perseguidor que se hizo sobre un cuento suyo?

-Sí, la ví en un festival europeo. En esa película me gustó mucho la banda sonora. Entonces yo no sabía que el que tocaba era el Gato Barbieri, porque el Gato no tenía en aquel momento la justa fama que consiguió después. Yo sabía que había dos hermanos Barbieri, que uno había hecho los temas y el otro, los había tocado, pero no los conocía. Cuando ví la película, la música me impresionó, porque yo me estaba temiendo que se hiciese un simple pastiche de Charlie Parker. Puesto que el personaje, en alguna medida, encarnaba a Charlie Parker, los Barbieri tuvieron la extraordinaria habilidad y la honestidad de hacer una música muy original y que, al mismo tiempo, tenía un estilo. Era un homenaje, pero no un pastiche.

-¿Cuántas películas basadas en sus cuentos se han filmado hasta ahora?

-Yo me olvido fácilmente... Manuel Antín filmó tres películas de las que yo conozco dos. Hay una Circe, que no ví nunca. Bueno, luego los mexicanos filmaron un mediometraje basado en el libro El ídolo de las Cícladas, que ví en París. Creo que la película no tuvo éxito, no se la vió más. Los mediometrajes son de difícil ubicación, sobre todo, cuando es una película sin intenciones comerciales. Luego, usted sabe, está Blow Up.

-¿Qué significa para un escritor como Julio Cortázar, que filmen una película como Blow Up? ¿Tiene repercusión económica satisfactoria, trasciende como promoción para la venta de sus libros?

-En el caso de Blow Up la repercusión de tipo económico yo la advertí únicamente en Estados Unidos, porque la película de Antonioni tuvo un enorme éxito, despertó gran interés e hizo que la gente empezara a leer mis cuentos. Ahora los leen mucho más, allá.

-¿Y económicamente?

-Bueno, eso se traduce, naturalmente, en un aumento del número de ejemplares vendidos. En cuanto a los derechos por la película, le voy a decir una cosa muy divertida que le probará mi incurable ingenuidad. Es feo dar cifras, pero usted me hace la pregunta y yo le contesto. Por Blow Up, ese genio de las finanzas modernas que es Carlo Ponti me ofreció y yo acepté, 4.000 dólares; ellos ganaron 25 millones con la película. Eso no tiene ninguna importancia. El resultado es que Antonioni hizo una admirable película y él se dió el gusto: eso cuenta mucho más que 4.000 dólares.

-Y usted se dio el gusto de verla...

-Sí; claro. Y verla así, como un espectador cualquiera... Estaba en Amsterdam, un día de lluvia; estrenaban Blow Up, pagué mi entrada y la ví. Me gustó mucho.

-¿Cuántos idiomas habla, Cortázar?

-Bueno, aparte del español, hablo el francés y, con dificultades por falta de práctica continua, el inglés. Es un idioma que me gusta mucho, pero como voy poco a Londres, y no voy nunca, por fundados motivos, a Estados Unidos, tengo pocas posibilidades de practicar el inglés en París.

-Pero ha estado en Estados Unidos...

-Estuve una sola vez, en el año 60, trabajando en uno de estos organismos de las Naciones Unidas: me ofrecieron un contrato de revisor de traducciones en Washington, en un congreso de quince días; entonces fui por las Naciones Unidas, estuve en Washington y con el dinero que gané en esos quince días me fui a Nueva York y me los gasté en otros quince días. Fue muy divertido, porque cuando volví a París saqué la cuenta y ese viaje me había salido un dólar. Fue una experiencia muy hermosa para mí, porque Nueva York me exaltó y aplastó al mismo tiempo, me pareció -estos son lugares comunes, porque creo que todos los latinoamericanos sienten más o menos lo mismo-una ciudad absolutamente inhumana pero en la que hay cosas extraordinarias para ver y para conocer. De modo que había una ambivalencia continua de sentimientos. Se puede ser muy desdichado y feliz, al mismo tiempo, en esa ciudad. Lo que sé es que cuando el avión despegó para llevarme de vuelta a Francia, yo pedí cuatro whiskies seguidos. Tenía una sensación de felicidad infinita. Sí, tenía la sensación de escaparme de algo que no era para mí. Yo no podría nunca vivir en Nueva York.

-¿Y se toma whiskies cuando se va de Buenos Aires, en el avión?

-No, jamás. Bueno, tomo los whiskies que me ofrece la aeromoza, que tienen esa manera de ofrecer absolutamente irresistible. Tomo cualquier cosa que me den, pero no tengo ninguna razón para tomar whisky; en cambio; cuando me marché de Nueva York sí necesitaba festejar que volvía a un lugar en el que me siento mejor.

-Cuando se va de Buenos Aires, ¿siente tristeza de dejar su país? ¿Quisiera quedarse? ¿Cómo se siente Cortázar, cuando se va de su ciudad?

-Cuando me voy de Buenos Aires, y no me preocupa en absoluto que alguien pueda pensar que estoy mintiendo, no siento que me voy de Buenos Aires, porque apenas llego a París entro en una órbita de vida en la que Buenos Aires está cotidianamente presente; sobre todo en estos últimos años. Cuando digo Buenos Aires estoy diciendo la Argentina y América latina. Para eso trato, en la medida de lo posible, de identificarme con toda nuestra América latina. En estos últimos años, el trabajo que un grupo de gente intenta realizar en París -entre otras cosas, por ejemplo, la defensa de los prisioneros políticos-hace que aquello siga siendo Buenos Aires en cierta medida. Yo recibo llamadas telefónicas que son de porteños, seguimos hablando nuestro idioma y leyendo los diarios de aquí.

-Cortázar, en este momento se me acaba de ocurrir una pregunta, hablando de los presos políticos. ¿Qué se hace por los presos políticos que puede haber en Cuba?

-Bueno, en primer lugar habría que tener información más precisa sobre los presos políticos que puede haber en Cuba, y por qué siguen presos. La información que yo he tenido siempre es que los presos políticos de la isla están purgando una pena que les fue impuesta por un tribunal. Es decir, que es gente, algunos de los sobrevivientes del ataque de Playa Girón, que puede estar presa por ese motivo y tendrá que purgar una condena de equis años. Yo no conozco casos de presos políticos que no hayan sido juzgados en Cuba.

-En este momento, si hay alguna reacción contra el sistema cubano dentro de Cuba, ¿no se llevan presa a la gente, no se la arresta? ¿Hay libertad de expresión? ¿Podríamos hablar como en la Argentina, en este momento, de Paco Urondo, sin mayores temores que los propios miedos internos?

-Bueno, piense en eso que se llamó el "caso Padilla". Las modalidades que se aplicaron en ese caso a mí me parecen criticables, esa llamada autocrítica que hizo Padilla me pareció una cosa inútilmente espectacular y, además, repetía modelos que no me son simpáticos, como los soviéticos. Pero es evidente que Padilla tuvo el pleno derecho de hacer su autocrítica, de contestar a las preguntas y de responder a cualquier tipo de interpretación que se hiciera en el curso de aquella reunión en la Sociedad de Escritores. Tras lo cual Padilla se reintegró a su vida ordinaria; no sé si sabe qué tiene un puesto de traductor en el ministerio y trabaja como cualquier otro cubano. Por eso es que, cuando en Europa, los firmantes de aquella triste y lamentable segunda carta a Fidel Castro aludían a procesos en Moscú y al stalinismo, se equivocaban tristemente. Porque los procesos en Moscú terminaban habitualmente con una bala en la nuca del acusado, y Padilla termina con un empleo de traductor en el ministerio. Tengo la impresión que hay alguna diferencia.

-¿Ha visto a su amigo Urondo en la cárcel?

-No, porque las visitas no están permitidas. Sólo pueden verlo los familiares más inmediatos.

-¿Y le han hecho llegar sus saludos?

-Por supuesto. Y él a mí.

LOS NUEVOS ESCRITORES

-¿Qué se hace, cuando se es tan importante como usted, en Europa, por la difusión de los escritores que comienzan su tarea literaria?

-Se puede hacer mucho. Hay unos cuantos argentinos, peruanos, gente que vive en París y que hace mucho por los jóvenes. Yo creo en los buenos parricidios. Así como Freud sostiene que el adolescente tiene que, simbólicamente, matar a su padre para convertirse en un auténtico adulto, las generaciones literarias deben proceder de la misma manera. Hay un momento en que hay que matar al padre; es decir, al maestro, al modelo. Pero hay que matarlo en buena ley y no con golpes bajos. Entonces, ese tipo de parricidio me parece necesario. Yo pienso, por ejemplo, que esa generación latinoamericana que se ha llamado del boom, ha completado su obra; muchos de nosotros seguiremos escribiendo porque nos da la gana y porque es nuestro derecho, pero en el terreno de la acción, de la influencia literaria, yo creo que éste es el momento en que la palabra les es dada a los jóvenes, y que ellos deben asumir esa responsabilidad. Entonces, por mi parte, en la medida de mis fuerzas, yo ayudo todo lo que puedo. Yo soy el hombre más odiado por todos los carteros de París, porque tienen que subir cuatro pisos dos veces por día, con varios metros cúbicos de paquetes de libros y cartas que me llegan de América latina. Los jóvenes me mandan sus libros. Y en la medida de mis fuerzas, yo los miro. La lectura de todos es imposible por razones físicas, pero con los años uno tiene un olfato y un cierto instinto, y yo sé muy bien si un libro merece ser leído íntegramente, me doy cuenta casi en seguida. Y entonces, siempre que me es posible, recomiendo ese libro a las editoriales francesas.

-¿Un nombre?

-Néstor Sánchez, por ejemplo. Un novelista que es muy criticado y muy combatido por el carácter experimental, muy audaz, de su obra, pero que a mí me parece un escritor sumamente útil en nuestro medio. Es un hombre que rechaza los moldes ordinarios de la literatura narrativa y busca escribir libros que, siendo novelas, tienen al mismo tiempo un aspecto formal, un aspecto idiomático, que está lleno de belleza porque va en contra de todos los lugares comunes de la adjetivación usual. Néstor Sánchez tiene una imaginación muy extraña y que trabaja a base de síntesis fulgurantes, lo cual dificulta mucho la lectura. Es un problema, yo lo sé, es muy difícil leer a Sánchez, pero yo siempre lo he querido y lo he estimado mucho y estoy contento de pensar que uno de sus libros se va a traducir ahora al francés. Y luego, supongo, seguirán los otros. Ese es un nombre. Estoy muy contento también de saber que Manuel Puig ha sido inmediatamente traducido y conocido en Francia, y estimado. Y pienso que muchos otros seguirán el mismo camino.

-Y de los tangueros contemporáneos, ¿cuáles son los que oye en su discoteca, en su casa de París?

-Bueno, sucede que a mí me gustan tanto los viejos tangueros -en eso soy un perfecto reaccionario, evidentemente-que no he tenido realmente tiempo de estudiar un poco más, conocer un poco más, lo que está sucediendo en este momento. Justamente, en estos días ando buscando discos para llevarme a París. Anoche, por la radio pasaban un tango: me gustó mucho cómo sonaba, un sonido nuevo, moderno, diferente. Me enteré que lo interpretaba un conjunto que se llama algo así como Guardia Nueva. Bueno, no tengo la menor idea de quiénes son, pero me gustó mucho. A lo largo de América latina me han preguntado mucho por la música de Piazzolla; evidentemente hay un gran interés por estos experimentos que se hacen con el tango. Pero, volviendo a mi aspecto reaccionario, cuando es medianoche, estoy cansado y es la hora del último trago antes de dormir, yo sé que casi siempre pongo un disco de Pichuco.

-¿Por qué Pichuco?

-Porque lo quiero mucho. Porque creo que es un gran, gran artista. El bandoneón, en manos de Pichuco, es un instrumento de posibilidades infinitas. Tiene una manera de frasear, de murmurar un tango, que me parece incomparable. Yo sé que, sin duda, debo ser injusto con otros bandoneonistas, que los habrá quizá tan buenos como él. Pero tengo un disco de Pichuco donde Roberto Grela toca la guitarra, que me parece absolutamente admirable. Espero llevarme una buena cantidad de discos de gente joven.

-¿Por qué accedió a conversar con nosotros, Julio Cortázar?

-Porque le tengo confianza. Eso es una cosa que cuenta para mí más que cualquier otro tipo de referencia. Se dice muy frecuentemente que yo desprecio a los críticos, que desprecio a los periodistas. Eso es también una calumnia. Yo no desprecio a nadie en principio. Pero sospecho a veces las intenciones. Sospecho quién manda a un señor. Y entonces no es que lo desprecie, simplemente...

Crespo, Antonio (compilador); Confieso que he vivido y otras entrevistas, Buenos Aires, LC Editor, 1995

Cine: la nueva de Solanas, "La próxima estación"


“Pino” Solanas presentó su última película sobre la tragedia actual de los trenes.

En una función exclusiva para la prensa, Fernando “Pino” Solanas exhibió su último film “ LA PRÓXIMA ESTACIÓN: Historia y Reconstrucción de los Ferrocarriles”. Tras la presentación, en una charla con los periodistas, Solanas afirmó: “La reconstrucción de un Tren Para Todos, que implica un servicio público confortable, eficiente, accesible a todos, pero también la reconstrucción de las industrias ferroviarias, con sus ingenieros y trabajadores, es una urgencia económica y una batalla cultural”.

“Acá se tratan temas importantísimos –sostuvo Solanas- que todavía no se han destapado, como el éxodo a las ciudades de un millón de personas de los pueblos del interior, hoy convertidos en fantasmas. La vida y suerte de estas personas quedó en manos de empresarios que tenían intereses en la destrucción del ferrocarril”.

Solanas también se refirió a la indiferencia de la Justicia ante el saqueo: “Desde Menem hasta hoy, permanecen los mismos concesionarios: Cirigliano, Romero, Roggio, Urquía, Macri, Techint, Unión Ferroviaria y las brasileras Camargo Correa y A.L.L. Ningún gobierno exigió revisar el inventario de los bienes entregados, ningún fiscal se atrevió a investigar. La película es una buena lupa sobre la complicidad vergonzosa de la Justicia argentina.”

“ La Próxima Estación ” es la cuarta realización testimonial sobre el saqueo, la resistencia y las capacidades argentinas. Luego de “Memoria del Saqueo”, “ La Dignidad de los Nadies” y “Argentina Latente”, el nuevo film hace un recorrido histórico desde la construcción de los ferrocarriles hasta su privatización, que desembocó en la actual crisis ferroviaria, con el pésimo servicio público que brindan los concesionarios, la destrucción de las industrias estatales y el saqueo de los 37 grandes talleres ferroviarios, los 80 mil trabajadores despedidos, los 800 pueblos fantasmas creados y la caída de las economías regionales.

La película es enfocada integralmente en el marco de la gran crisis del transporte en el país, que provoca anualmente la muerte por accidentes de más de 8 mil personas y el maltrato de todos los pasajeros. Recogiendo historias y testimonios, entrevistando técnicos, trabajadores, pasajeros, magistrados y funcionarios, el film indaga y construye un fresco problemático que es un espejo del país.


Prensa Pino Solanas
Julieta Boedo
011 156 173 8470

Cristina Villanueva: ¿Podrá ser publicado?


¿Las palabras son inocentes o están avivadas?
Los que van a actos políticos en contra del lock out dicen que lo hacen por plata (no me consta, mis amigos y yo lo hacemos por placer)

¿Los que van a favor del campo lo hacen por ideales o por mucha, mucha, mucha más plata ?
¿Los que matan a mujeres en crímenes pasionales son asesinos o apasionados?

¿Si se homenajea la lucha de las mujeres el 8 de marzo regalando bombones, se debería recordar la lucha de los trabajadores el primero de mayo regalándoles masas finas?

¿Los iraquíes con sus más de 300.000 muertos son todos terroristas o están todos aterrorizados ?

¿Se necesitaba un cuento tan grande para destruir la cuna de los cuentos?


¿El aval para los asesinatos selectivos de líderes violentos incluirá a los que invaden otros países en guerras preventivas?

¿La historia había terminado o fue una eyaculación precoz ?

Cristina Villanueva
libera@arnet.com.ar

Si te discriminan llamanos...


INADI Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo.
Ministerio de Justicia Seguridad y Derechos Humanos.
25 de Mayo 145 8º piso · C1002ABC Ciudad Autónoma de Buenos Aires ·
Tel.: +5411-4346-1734 - Moreno 750 1º piso · C1091AAP Ciudad Autónoma de Buenos Aires · Tel.: +5411-4340-9400 Correo Electrónico: inadi@inadi.gov.ar
Teléfono gratuito de denuncias "INADI con Vos": 0800-999-2345
Las 24 horas todos los días

Gabriela Abeal: 2 Prosas


Acopio

Colecciono en una hoja en blanco las iniciales de cada palabra enmascarada que esperé de tus labios.

Imagino que los bordes filosos que enmarcan tu rostro, disolvieron las letras que trenzadas se convertirían en la cuerda que me rescataría del fracaso.

Pero nada ocurre, todo se mantiene en el más oscuro suspenso, mis vísceras se retuercen, las pupilas arrojan mares y la carne no puede diluir al frío ni lograr dar vuelta al paisaje, y sin más verde entre los dedos me convierto en la imagen borrosa de tu cristal empañado.

14 de Agosto de 2008


Él

Tiene una obsesión con lo dicho y con los hechos, con el acto no ejecutado, con las membranas etéreas que no asumen su rol de simbiosis con la tierra. Es una pesadilla el futuro si lo trenza con el presente y del pasado ni hablar sigue alquilando trasteros donde guardar las valijas.

Tiene una idea fija con la palabra exigencia, la que le marca el camino, la que le muestra una imagen que a veces se le parece. Una ceguera antigua que le impide ver alegría en las jornadas que lleva desde el día que nació hasta la fecha vigente.

Insistencia en descubrir el sentido de la vida o si los huesos poseen un destino marcado para poder combatir en esta revolución que llamamos existencia.

Fascinación por el alma aunque nunca la haya visto y un fanatismo salvaje por llevar como bandera el espíritu en el pecho.

Tiene una inquietud que a veces lo deja inerte, transformándolo en vegetal para poder comprobar que todo proceso lleva la ley del mínimo esfuerzo, desde el surgir de los prados, el porvenir de los ríos y el fulgor que convierte a la dama de la noche en la geisha de los cielos.

17 de Julio de 2008

María gabriela Abeal
mgabi7@hotmail.com

Rescates: Alejandra Pizarnik


A LA ESPERA DE LA OSCURIDAD

Ese instante que no se olvida
Tan vacío devuelto por las sombras
Tan vacío rechazado por los relojes
Ese pobre instante adoptado por mi ternura
Desnudo desnudo de sangre de alas
Sin ojos para recordar angustias de antaño
Sin labios para recoger el zumo de las violencias
perdidas en el canto de los helados campanarios.

Ampáralo niña ciega de alma
Ponle tus cabellos escarchados por el fuego
Abrázalo pequeña estatua de terror.
Señálale el mundo convulsionado a tus pies
A tus pies donde mueren las golondrinas
Tiritantes de pavor frente al futuro
Dile que los suspiros del mar
Humedecen las únicas palabras
Por las que vale vivir.

Pero ese instante sudoroso de nada
Acurrucado en la cueva del destino
Sin manos para decir nunca
Sin manos para regalar mariposas
A los niños muertos.



SOMBRAS DE LOS DÍAS A VENIR

a Ivonne A. Bordelois

Mañana
me vestirán con cenizas al alba,
me llenarán la boca de flores.
Aprenderé a dormir
en la memoria de un muro,
en la respiración de un animal que sueña.

Alejandra Pizarnik

Recopilación de:
Marco Antonio
arkanteos@yahoo.com

Mónica Russomanno: Furia y reposo


Las generalizaciones me provocan horror, pues atentan contra la individualidad, y borran los detalles, que acaso son lo único digno de mención en este mundo que mezcla sus colores y se va reduciendo a un marrón sucio homogéneo.

Pero, y esta es la trampa del lenguaje y del pensamiento, necesitamos crear categorías para referirnos a los individuos. Cuando digo que la Beltza es una perra, le estoy otorgando la posibilidad concreta de tener cuatro patas, orejas, hocico, de rascarse sentada y de orinar agachadita. Si me niego a nombrar su especie, al describirla, de inmediato y aún en contra de mi voluntad particularista, quien me escucha sabrá que es un perro, hembra.

Después vienen las generalizaciones de trazo medio y de trazo grueso, abarcando comportamientos y supuestas idiosincrasias. Caer en eso es peligroso.

Quien visita una tierra extraña, a su vuelta dirá cómo son los españoles, los franceses, los italianos, basándose en escenas vistas desde un autobús o en un hotel, y le dará igual que los Madrileños sean capitalinos y los de Extremadura muy extremeños. Los españoles son así, dirá, como si quien habita el borde del Cantábrico pudiese encajar como una pieza de puzzle con quien nunca ha bajado de las montañas.

Pero soy culpable de haber notado en Euskadi algunas cosas que me impactaron fuertemente por la diferencia con los hábitos y costumbres en mi ciudad, Santa Fe.

Viví cuatro semanas completas dentro de una familia euskalduna, compuesta por veinte personas. También realicé viajes de todo el día con dos señoras, anduve en piragua con una mujer joven, estuve en reuniones con matrimonios del lugar. Pude estar en contacto con gente y verlos moverse en sus vidas cotidianas. No puedo decir que sé cómo son, pero ciertas actitudes me saltaron a la cara.

Cuando algo no funciona, o se cae, o se rompe; cuando no pueden abrir un frasco o no encuentran lugar para estacionar, no exclaman “¡la puta madre!”. Cuando alguien hace algo inapropiado se quejan de la actitud, del comportamiento, de lo que esa persona hizo, no la denigran inmediata y personalmente con “¡qué pelotudo!”. Cuando están con sus parejas, no están haciendo constantes bromas solapadamente hirientes. Cuando están con sus amigos, el diálogo no es un intercambio de bromas ácidas e insultos que no se pueden contestar porque se supone que son eso, bromas. Hablar mal y suponer lo peor de los otros, aún sin conocerlos, no es habitual y constante.

En suma, me golpeó el bajo nivel de agresividad en las relaciones personales, a diferencia de la ferocidad y falta de paciencia que esgrimimos aquí, entre nosotros. Me golpeó porque dentro de la piscina no se puede hacer otra cosa que nadar, pero si uno halla una escalerilla se puede dar cuenta de que el reposo existe.

Y habrá negatividades de por allí y positividades de por aquí. Y excepciones, claro.

Pero anoto la observación de que en algún lugar, la gente, así, en general, la gente vive con menos furia, y me parece que es así, en general, un poco más feliz.

Mónica Russomanno
russomanomonica@hotmail.com


Rolando Revagliatti: La corriente


Publicado en el verano de 1991/1992 por la Revista Clepsidra (Nº 31 - Año 9) rescatamos este texto de Rolando Revagliatti:

LA CORRIENTE


Hace rato que una anciana baja al pavimento y vuelve a subir a la vereda, sosteniéndose de un Ford Falcon bordó estacionado sobre J. A. Pacheco de Melo (y casi avenida Pueyrredón). El semáforo está descompuesto. Muchos taxis ocupados. Otra anciana, aferrada a una mujer con anteojos ahumados, cruza Pacheco de Melo, y recién entonces la primera, la amedrentada, emprende el esfuerzo superior de cruzar, más bien descuajeringándose.

Hoy, en análisis, me quedé en el repaso sustancioso y pormenorizado de mis padecimientos físicos. Y en que ayer conocí al médico de la familia de Su, especialista en huesos. Le llevé las radiografías de espalda y rodilla derecha que me saqué a fines de septiembre por indicación del traumatólogo de la obra social, quien, además, determinara tratamiento kinésico en base a masajes, onda corta, ultrasonido, lámpara y ejercicios. Me preocupa la rodilla: me molesta tanto al subir escaleras. Sobre la espalda estoy resignado, es crónico, hace media vida que me duele en ciertas posiciones y cuando escribo a máquina. El tratamiento kinésico resultó un paliativo, y exclusivamente para la rodilla. Pero desde hace dos semanas está la rodilla como antes de haberlo comenzado. Por otra parte, este médico le otorgó trascendencia a los vestigios de sangre detectados en la orina. En el examen de la rodilla localizó la movilidad excesiva de la rótula, me explicó la función de los ligamentos, confirmó que las radiografías no evidencian lesión, y encomendó placas de ambas rodillas con piernas flexionadas. Me aseguró que no hay nada definitivo que pueda hacerse, ni por la espalda ni por la rodilla. Está al acecho un proceso de artrosis. Y él considera que la rótula podría, alguna vez, fisurarse.

A mi analista le hablé del Genozim. Y de la muestra de semen que el viernes llevé al laboratorio por prescripción del andrólogo, a propósito de la escasa movilidad de mis espermatozoides. Y claro, cuando oí "escasa movilidad de mis espermatozoides", me resonó "excesiva movilidad de la rótula". Me siento raro no tomando el Genozim. Percibía ternura por ese remedio escrupulosamente ingerido durante meses, junto con uno de los tres (Control K, Holomagnesio y Vegestabil) ordenados por el nuevo cardiólogo (extrasistolia ventricular cumpliendo un lustro).

He bebido té de boldo (el cardiólogo me prohibió el café, el té común, el mate), y estoy con hambre. Me rondan ideas e ideítas, algunas sugerentes, ¿en cuál incursionar? ¿En la que se abriría con un introito reflexivo sobre el enturbiamiento de algunos de nuestros mejores recuerdos? ¿El fato de la ingratitud, las bruscas o paulatinas desvinculaciones que nos inferimos irresponsablemente los unos a los otros? El caso de Jorge en el setenta y cinco (¡diez años ya!), o el de Ramón Guldris en el sesenta y tres. Pero también de otros y de otras, más circunstanciales, aunque afines. Y la disolución, la pulverización. Con mujeres con las que salí me quedó un sedimento...

He pedido un sánguche de pan negro de crudo y queso a un mozo zombie de esta Confitería Alabama. Empecé garabateando en verde, pero esa Edding 1700 se quedó sin tinta y la sigo en azul con una Sylvapen. Mi consumición en esta sentada ascenderá a un austral con treinta según los tickets. Se sorteó la lotería de Navidad y no parece que nos hallamos favorecido Su y yo con ninguna de nuestras participaciones. Pasó una muchacha ofreciendo curitas y ahora invaden el local chicos mendigando. Me solazo con el tarjetón de un instituto de investigaciones agropecuarias y bromatológicas recibido por nosotros para la ex-propietaria de nuestra casa. Al lado de un dibujito con personajes aureolados, reza: "¡Paz y Bien! Con la confianza plena en el Amor Providente del Señor y en la intercesión omnipotente de la Santísima Virgen, ruego por Ud. y familia ante el Niño Dios, encareciéndole al Salvador del Mundo los colme de sus mayores Gracias durante 1986. Que Dios les Prodigue sus Prístinas Bendiciones!" Y firma un otro señor cuyo apellido nombra al instituto. Hum..., pergeñar las características probables de alguien capaz de redactar en serio o disponer la impresión con su clisé comercial de eso, supone un tránsito peligrosísimo y por ello fascinante, por los desfiladeros de lo írrito (para expresarlo con intriga).

Redondear, redondear la crónica antes que la corriente me abandone. Pienso en esta materia prima, en estos enunciados. Pienso en la novela que planeo. Y especulo, también, organizando un relato con esta recortada información: En una aldea siciliana, Enzo Gennaro Basunca es agraviado por dos amigos, hermanos entre sí. Jura vendetta. Ofensores y familia desaparecen sin dejar rastros. Dos décadas después, Enzo se entera de que esa familia reside en la capital de una provincia del norte. Llega a esa ciudad, los descubre, y asesina a cinco integrantes. Es condenado a cadena perpetua. Permanece en la cárcel durante cuarenta y seis años, hasta que debido a su excelente conducta y precaria salud, es indultado. Enzo viaja a Buenos Aires para visitar a su único hijo vivo, su nuera, nietos, bisnietos y tataranietos. Y en un hospital de Gerli muere, antes de cumplir los cien. Fin. Desde dónde el planteo, allí hay una historia; seca, brindarla económica; toquecitos para clima, alguna línea de diálogo, y tal vez un título a obtener del remate.

Fin, fin. Dejaré en la mesa una cifra en billetes y monedas que incluirá propina, me levantaré, le haré un gesto al mozo y me iré cantando, remando, sin una mueca de dolor, transportado por mis ensoñaciones, plausible, sagrado, también yo atravesaré J. A. Pacheco de Melo, reafirmando alguna imprescriptible condición, de prisa.

Fuente: Revista Clepsira http://www.geocities.com/revista_clepsidra/base.html


Rolando Revagliatti
http://www.revagliatti.com.ar/
http://www.youtube.com/rolandorevagliatti

Hugo Urquijo y Teatro Abierto x 2


HUGO URQUIJO Y TEATRO ABIERTO X2, SU HOMENAJE A AQUELLA RESISTENCIA DE 1981.´AQUELLO FUE COMO UNA BOCANADA DE AIRE PURO´ AFIRMA
EL DIRECTOR HABLA DE SU PUESTA DE GRIS DE AUSENCIA, DE ROBERTO “TITO” COSSA, Y EL ACOMPAÑAMIENTO, DE CARLOS GOROSTIZA, QUE SE VERÁN EN LA BOCA: “TRATÉ DE QUE CADA ACTOR ABRIERA SU PROPIO CAMINO, PORQUE NO ES CUESTIÓN DE REPRODUCIR”.


En el prólogo a la edición de la totalidad de las obras de Teatro Abierto 1981 se aclara que este movimiento nació, en principio, para mostrar la vitalidad y vigencia del teatro argentino contemporáneo, y recuperar y ejercitar de modo solidario el derecho a la libertad de expresión. Esa pionera afirmación de 21 autores que se unieron para organizar un ciclo de 21 obras breves, dirigidas por otros tantos directores (a excepción de Antes de entrar dejen salir, de Oscar Viale, que no se vio por razones técnicas), encontró rápido apoyo en artistas y técnicos y –tras el atentado con bombas incendiarias del 6 de agosto al Teatro del Picadero– en varios empresarios teatrales. Con el propósito de hacer presente aquella labor comunitaria, mañana se estrenará el espectáculo Teatro Abierto X2, que reúne dos destacadas obras de aquel ciclo inicial: Gris de ausencia, de Roberto “Tito” Cossa, y El acompañamiento, de Carlos Gorostiza. Estas piezas se verán en el Teatro de la Ribera, una a continuación de la otra y sin intervalo, dirigidas por Hugo Urquijo. Para el montaje se dispuso un único espacio escénico, que es tanto la trastienda de una trattoria argentina en Roma (Gris...) como el cuarto de la casa familiar en la que se abroquela Tuco, obrero con berretín de cantor. Para instalar a los espectadores en aquel tiempo se introdujo a una relatora, papel que cumple la actriz Monina Bonelli, nacida, como Teatro Abierto, en 1981. “Su función –apunta Urquijo en diálogo con PáginaI12– es ubicar a los más jóvenes y a los que saben poco o nada de aquella resistencia cultural y cívica.”

–¿Cívica por la adhesión del ciudadano común?

–El público apoyó de entrada. Pensemos que entonces no era fácil. Estábamos bajo la dictadura, y el que se atrevía a levantar la cabeza corría el riesgo de que se la cortaran. Todo era nuevo en aquel ciclo: las obras, el formato... Cuando se produjo el incendio intencional, la gente reaccionó de manera increíble, con gran solidaridad, y Teatro Abierto se trasladó del Pasaje Rauch (hoy Enrique Santos Discépolo), donde estaba el Picadero, a la calle Corrientes, nada menos que al Tabarís, cedido por Carlos Rottemberg.

–¿La indignación le ganó al miedo?

–Era evidente que sí, porque todavía era peligroso permanecer durante dos horas en una cola para retirar las entradas. Tito dice que las cosas no siempre salen como las planean los poderosos, y que el fenómeno Teatro Abierto lo demuestra, porque a los militares argentinos, tan expertos en armas, ahí sí que el tiro les salió por la culata.

–Ese fue además un movimiento que surgió de un sector al que se le negaba valor artístico...

–Lo gestaron los autores ante la prohibición de la cátedra de Teatro Argentino Contemporáneo en la Escuela Nacional de Arte Dramático y, claro, fue la gota que rebasó el vaso. Los autores empezaron a reunirse espontáneamente en distintas casas, rotando y tomando fuerzas.

–¿Cómo fue su participación? Porque entonces dirigió Desconcierto, de Diana Raznovich, con Patricia Gilmour.

–Estaba participando de una mesa redonda en el Teatro del Picadero, donde se encontraba Osvaldo “Chacho” Dragún y, al finalizar, Chacho me contó que preparaba un movimiento. Me preguntó si estaba dispuesto a colaborar, y no dudé. Chacho dejó escritos sobre esa forma suya de buscar secretamente socios para la aventura. Enterados, muchos terminaron autoconvocándose. Por esa época se habían iniciado ya las reuniones en Argentores: era cuestión de animarse. Alguna gente tuvo miedo y era lógico. Para los que se atrevieron, eso que se gestaba era aire puro.

–¿Por qué se tomaron estas dos piezas?

–El director Kive Staiff (del Complejo Teatral Buenos Aires) las propuso por ser emblemáticas de 1981. Estas obras siguieron en cartel después del ciclo, que se extendió por más tiempo de lo previsto (se prolongó por tres meses, desde agosto hasta octubre), y fueron invitadas a festivales internacionales, como los de Caracas y Madrid. A mi juicio, son dos joyas.

–¿Tuvo miedo cuando participó?

–No recuerdo haber sentido miedo. Había estado en Madrid entre 1976 y 1978. Me fui no exiliado forzadamente, sino porque aquí no podía respirar. El medio psicoanalítico fue muy reprimido, y bien encima de producido el golpe militar. Viviendo en España, supe directamente –por los exiliados políticos y los que habían podido escapar de la tortura– de todo lo que estaba pasando. Los informes elaborados en Ginebra circulaban fotocopiados.

–¿Regresó, a pesar de eso?

–Varias veces en esos años, y por cuestiones personales: mi hijo se había quedado en Buenos Aires y la situación me producía un desgarramiento permanente. Como en Gris de ausencia, las despedidas desencadenan asuntos potentes y hacen estallar todas las ansiedades. Conocí el desarraigo y sentí muy intensamente el corte de un vínculo tan fuerte como el que se tiene con un hijo.

–¿Tal vez porque las despedidas forzadas se viven como si fueran las últimas? Sucede en la obra de Cossa...

–Que toca el desarraigo y esa compleja materia de la que está hecha la identidad del argentino. En El acompañamiento, en cambio, se potencian la solidaridad y la rebeldía. Tuco es un rebelde: un obrero que un día decide dejar la rutina de la fábrica, encerrarse en su cuarto y ejercitarse en el canto para realizar su sueño, que es cantar como Carlos Gardel. De nada sirve que la familia le envíe a su mejor amigo, Sebastián, para que lo convenza, salga del cuarto y haga una vida “normal”. Creo que las dos obras, tan distintas, se unen en un punto: el de los sueños por realizar.

–¿O escaparle al fracaso desde una resistencia que parece loca?

–Que parece, nada más, porque no es loca. Tuco y Sebastián tienen algo de chicos jugando. En realidad, uno es siempre un chico cuando sueña.

–¿Cómo encaró el tema de las actuaciones, teniendo en cuenta que varios de los trabajos de 1981 se consideran antológicos?

–En los reestrenos surge siempre aquello de la idealización del recuerdo. Jorge Luis Borges decía que el recuerdo anula o modifica la memoria, y es cierto que uno, al recordar, modifica la memoria que conserva de aquellas interpretaciones, pero los actores y actrices de estas dos puestas –en muchos casos, y por suerte para ellos– no tienen un recuerdo tan presente. Lo que hice fue tratar de que cada uno abriera su propio camino, porque no es cuestión de reproducir. Además, en las dos obras el público verá trabajos que se pueden calificar de antológicos.

DETALLES DE LA PUESTA

Sucesivas migraciones atraviesan a la familia ítalo-argentina en la que el protagonista mayor es un abuelo que añora y confunde y ama cantar aquello de “canzonetta gris de ausencia, cual malón de pena vieja escondida en la sombra de mi alcohol”. Esta historia se cuenta en Gris de ausencia, de Roberto “Tito” Cossa, que en la puesta de Hugo Urquijo interpretan Juan Manuel Tenuta, Marcela Ferradás, Mario Alarcón, Ricardo Díaz Mourelle y Paloma Contreras Manso. El acompañamiento, de Carlos Gorostiza, contempla otra situación, relacionada con el convencimiento de que se ha vivido equivocado. Así, contra toda adversidad, Sebastián termina alentando a su amigo Tuco: “Cantá, Tuco, que matamos”. Los protagonistas son en este estreno Antonio Grimau y Pepe Novoa. Las dos obras llevan asistencia artística de Diego Goethe, arreglos musicales de Mariano Dugatkin, iluminación de Héctor Calmet, y vestuario y escenografía de Marta Albertinazzi. Las funciones se realizan en el Teatro de la Ribera, Av. Pedro de Mendoza 1821, de jueves a sábado a las 20, y los domingos a las 12.30. Entradas a 30 pesos (platea) y 20 pesos (pullman). Jueves populares: 15 pesos. Teléfono, 0-800-333-5254

LOS ELENCOS DE 1981

El hecho de ser un tributo a Teatro Abierto 1981 implica recordar, por lo menos, a quienes entonces hicieron posible el estreno de estas dos obras. Gris de ausencia fue interpretada por Pepe Soriano, Luis Brandoni, Osvaldo de Marco, Adela Gleiger y Elvira Vicario, dirigidos por Carlos Gandolfo. De la asistencia de dirección se ocupó Claudia Weiner y Juan Félix Roldán, de la música. En El acompañamiento actuaron Carlos Carella y Ulises Dumont, dirigidos por Alfredo Zemma.

Por Hilda Cabrera
Fuente: diario "PáginaI12"
Más información: http://www.pagina12.com.ar/

Marita Ragozza: Poema tomado


POEMA TOMADO





Innominados me rodean

en amenazante concavidad

gente escondida atrás de caras impúdicas

asedian

ovillos de palabras insisten

desde el fondo de carcajadas oscuras

rostros con moho firmes en su venganza

en reprobado sonido

vienen a escuchar mis huesos rodar

junto a un músico con alas negras,

entonces . . .

sin adarme de esperanza

desvalida

a las once de la noche desde la alcantarilla

les tiro la llave de mi poema.





Inspirado en el cuento CASA TOMADA de Julio Cortázar



MARITA RAGOZZA DE MANDRINI
maritaragozza@gmail.com


El árbol de la memoria

El árbol de la memoria
Dos “próceres” de la ley de la jungla

Escribir sobre la condena a Bussi y Menéndez, dos prototipos del crimen organizado, la mafia de los uniformados, resulta revulsivo. No agregaré nada a lo que se escribe, resalta, evoca. y condena en estos días. La alegría es hacia afuera, el dolor vive encajado adentro, inamovible, por los torturados, vejados, las violadas, los hijos robados, las familias despedazadas, los millares de desaparecidos. El perdón es un mito, una virtud que en este caso es una vejación a la inteligencia. No quiero volver a todo lo dicho y escrito hasta hoy, e insistir con las mismas campanadas que se han escuchado en los últimos meses.

Han transcurrido 35 años desde los crímenes de Ezeiza, de la actividad criminal de la Triple A (donde actúan fuerzas que “prefieren” mirar hacia otro lado...sabrán por qué!). Con un retardo que dejó a los asesinos en la más jubilosa impunidad. Ahora tenemos los juicios, los gerontos, que disfrutaban y disfrutan de consideraciones inadmisibles, advienen a los juicios cuando son momias del crimen. Ni perdón, ni piedad, ni consideración.

Y allí están las madres y las abuelas, las que consiguieron lo inverosímil, las pequeñas y frágiles mujeres que derrotaron al “proceso”, descubrieron la cara repugnante y falaz de los mostruos, la magnitud del genocidio, los crimenes de lesa humanidad, sus caras perversas. Las “Sísifas” que pretendían subir con sus rocas al olimpo de la verdad, y caían, una vez tras otra, hasta que, ¡por fin! impusieron su coraje. La persistencia de esas heroínas que llevan en su alma el duelo, la pérdida, el sueño con las tumbas inexistentes de los seres queridos, asesinados por las fieras uniformadas, de los que blasfemaron, humillaron y martirizaron a millares de jóvenes y adultos, y negaron la justicia que se les brinda a ellos.

Silvia Loustau, qué sabe muy bien de qué se trata, ha escrito un texto donde la poesía, el dolor y el luto, la pérdida de queridos amigos, y el esplendor de esas mujeres que están logrando lo imposible: sentar a los asesinos frente a los ojos de sus víctimas y compartir la victoria y la justicia.


Andrés Aldao




El árbol de la memoria


A las Madres, a las Abuelas
por la ronda incansable,por
su memoria infinita.


Tucumán, donde flotó - flota - el perfume de los azahares. Tucumán entretejido de Escuelita, Famaillá y alarido. Pueblo dormido, silencioso. Memoria fugaz y miedo frágil. Tucumán hoy acuna a la Justicia en el regazo de las Madres .Ellas buscaron, rodando media vida. Tucumán, hoy se enarbolan en sus calles los rostros arrebatados. Perdidos. No olvidados.Habrá cánticos escanciados en el aire. Cánticos de luna roja surcando los recuerdos. Hoy Tucumán es tierra de las Madres, las Abuelas de tremenda resistencia. Hoy la infamia perderá su partida de ajedrez.

En la sala del Juzgado un hilo invisible corta el aire. De aquel lado un aire negro de toda negritud. Allí están ellos. Los asesinos. Los chacales.Aún se oirán sus voces, princesas del terror, amigas de la muerte. Lustrarán su última batalla. Ya perdida. Hablarán para la oquedad del desierto. Extenderán, una vez más, su garra mellada sobre el país vulnerado. Pero los enfrentará la melodía insistente de la memoria. Se levantará la Palabra desde la hondura mayor y en la provincia de la sangre y los azahares amanecerá la sentencia. Grávida de profunda verdad aplastará el más terrible de los males: la impunidad. Y hoy,28 de agosto, en Tucumán el amor de la justicia y de la libertad / ha producido un fruto maravilloso/ un fruto que no se echa a perder, ha crecido del árbol de la memoria, del camino de la lucha, un nuevo aire – tan moroso – de justicia.

Silvia Loustau
Fuente: http://todoelmundoatravesdelpensamiento.blogspot.com/

Rubén Vedovaldi: Miente Menéndez

Luciano Benjamín Menéndez, hoy en su alegato, atribuye a Lenin la frase: “La política es la guerra por otros medios” cuando cualquiera que haya leído un poco la recuerda como acuñada en el bronce del militarista prusiano por herr Claus Von Clausewitz, en su libro ARTE Y CIENCIA DE LA GUERRA Este fue uno de los ideólogos del golpismo militarista, de Bismark y del expansionismo militar SS hitlerismo, pero no de Lennin ni de Mao ni de Castro, porque Lenin fue elegido por voto mayoritario, ni de Mao porque Mao no hizo la guerra a ningún otra nación constituida sino que luchó en y por su pueblo contra resabios de milenios de dinastías hereditarias y gobiernos títeres del colonialismo.

Por el contrario, Rusia fue invadida militarmente por la Alemania nazi. Al revés de lo que dice Menéndez

Y Cuba, que no había invadido a ninguna otra nación, fue invadida militarmente en Bahía de Cochinos

Y Corea comunista no fue invasora sino invadida militarmente por la U.S.Army.

Y Viet-Nam no fue invasora militar sino invadida por el ejército francés primero y norteamericano después.

Herr Menéndez reivindicó a Mussolini como un camarada de armas que hizo bien en tener preso a Gramsci, cuando Gramsci nunca fue gencida y Mussolini sí.

¿Por qué Mussolini invade militarmente Grecia, y a una nación africana? ¿Sería para restaurar la democracia ateniense???

Se le olvidó decir al mentiroso Menéndez que en el bombardeo al pueblo vasco de Guernica murieron 1.645 civiles –mil seiscientos cuarenta y cinco-. Y con los nazis también participaron aviones italianas de su amigo Mussolini.

Mussolini y Hitler, como Julio A.Roca, Bussi, Stroessner, Fujimori y Uribe también llegan al poder por elecciones, pero eso no legitima sus genocidios. Pinochet también se mantubo por elecciones amañadas.



Fidel Castro no llega al gobierno de Cuba bajo órdenes del Estado Ruso ni de Mao. Fidel pertenecía al muy cubano Partido Socialista Popular. Los primeros compromisos de relación comercial entre Rusia y Cuba se firmaron, forzados por el estrangulamiento de la OTAN, varios años después, y con desacuerdo del Che Guevara, que los denunció publicamente por indignos entre socialistas y opresores del más débil. Y cuando Cuba quiso comprar misiles a Kruchev fue sancionada con bloqueo en Asamblea de Naciones Unidas como nunca lo fue USA que tiene bases misilisticas en su país y en Turquía,apuntando a otras naciones.



Esa "filosofía" militarista de Clausewitz inspira el golpe reaccionario de Uriburu y a ese pensamiento adherían los oficiales del partido militar argentino, G.O.U. que derrocando a Irigoyen, quiebran la institucionalidad civil y desembocan en Farell-Perón.

Pero después Perón llega a presidente en elecciones, y no como Uriburu, en golpe.

Esa filosofía de crear el partido militar mediante un golpe militar fue predicada por Lugones y el Obispo Antonio Caggiano en los Liceos y todos los militares son de esa idea: Somosa, Trujillo, Stroessner, Aramburu, Onganía, Pinochet, Lanusse, etc.

Cuando Alemania es derrotada por el Ejército Rojo de León Trotsky y Hitler se pega un tiro,

todas las fuerzas reaccionarias del capitalismo se pliegan a su nuevo dios OTAN.

Inclusive Perón, que como candidato en elecciones se postulaba al principio como la alternativa frente a la imperialista Embajada norteamericana, ya en 1953 se caga en su cacareada y pseudo neutral "tercera posición" y se declara a favor de Norteamérica en la invasión militar a Korea.



La revolución cubana fue insurrección popular contra una dictadura en un pueblo que había sufrido la enmienda Platt, que fue colonialismo desembozado y después la Ley Torricelli que le impuso más de cuarenta años de bloqueo mundial cuando no se lo impusieron a Franco ni Norteamérica ni el vaticano ni argentina.

Contra la republica de España estuvieron del mismo lado Perón, Rojas, Aramburu y Onganía y Lanusse.

Y todos los Papas y gobiernos ingleses y norteamericanos hasta pasada la muerte de Franco.



Perón en el exilio no quiso reivindicar el levantamiento de algunos militares y policías contra la dictadura de Aramburu para reestablecer la democracia golpeada en l955, pero hay documento filmico hecho en Puerta de Hierro por Pino Solanas donde el clausewiziano coronel Perón, preguntado por la violencia armada de los jóvenes argentinos dice: “La de arriba es violencia, la de abajo es justicia”

Aquí nunca hubo guerrilleros rusos ni chinos ni cubanos invadiendo argentina ni chile ni Uruguay.

Sí hubo atentados terroristas perpetrados por agentes de la CIA como el asesinato del general chileno Prat en Buenos Aires.



Perón exiliado y proscripto dió el guiño a la creación de Montoneros pero una vez llegado Perón al Poder en 1974, no pidió esclarecimiento por la masacre de Ezeiza. Por el contrario, a los jóvenes que habían luchado tantos años como él no luchó les dijo: "Fuera, imberbes, no los queremos, queremos negociar, queríamos a Rucci, a Lorenzo Miguel y a Casildo Herreras y a Lopez Rega."

El general Perón ascendió a Emilio Eduardo Massera, justificó la masacre de Ezeiza y fue el abuelo, si no el padre, de la Triple A.



¿Menéndez menciona a la Triple A como nefasta?, Su único defecto fue ser menos genocida que el Estado Mayor Conjunto aliado a todas las dictaduras latinoamericanas subordinadas al dios OTAN. Se le olvida agregar que los mismos policías – parapolicías de la Triple A, antes fueron mano de obra de Onganía y de Lanusse y luego de actuar en la Triple A, pasaron a hacer lo mismo y peor a las órdenes de sus nuevos superiores, Estado Mayor Conjunto. Y los mismos militares y paramilitares que ejercían el terrorismo en 1974 y 75 para la triple A, lo pasaron a ejercer, elevados de cargo, desde 1976.

La excusa de luchar “contra el comunismo ruso o cubano” fue la misma en Triple A y en el Proceso.

Pero Buzzi fue un miserable soldado de Menéndez y Menéndez y Videla, como Somosa y Pinochet fueron mercenarios a las órdenes del único dios, OTÁN.

¿De qué lado estuvo Menéndez en el genocidio del pueblo chileno desde el 11 de septiembre de 1973?

¿Qué opinan Menéndez, Primatesta o Bussi sobre la masacre de Trelew o la masacre de Ezeiza?

¿De qué lado estuvieron en el golpe militar anglo-norteamericano derrocando a la democracia de Aristide en Haití?



Lo que entendieron Rodolfo Walsh, Galeano, Gelman y otros es que los fusilamientos en José león Suárez, en Trelew, en Ezeiza y toda la lucha triple A y Proceso no fueron lucha contra el peronismo ni contra el marxismo-leninismo, sino la continuación moderna de los genocidios de los pueblos originarios por el militarismo monárquico colonialista español y por el terrorismo clerical de la autodenominada Santa inquisición. La Iglesia doctrinal y las monarquías europeas fueron historicamente asesinas de los propios pueblos europeos e indoamericanos que les dieron de comer.



Desconfío de los tribunales de justicia de Inglaterra y de España y de Italia y la Haya, como de la extradición de barcoraficantes colombianos a cárceles norteamericanas. Todo el narcotráfico en Latinoamérica y en Asia es maniobra encubierta del terrorismo norteamericano, como la Guerra del Opio fue narcotráfico inglés desde India contra el pueblo chino.



Menéndez y su mano ultra-derecha Bussi dicen cobardemente que los que lo juzgaron hoy no son sus jueces naturales sino puestos por el poder político. Olvida decir que llama naturales a los tribunales militares, que son anti-constitucionales.

Las cárceles vip de las corporaciones policiales y militares no son naturales, son aguantaderos y guaridas de genocidas.

Y si las fuerzas armadas no responden a los pueblos y a sus legítimos representantes, ¿a quién responden? Responden a los Anchorena, a los Martínez de Hoz, a los Luciano Míguens, a las corporaciones del poder económico financiero que usurpan o tercerizan con sus presidentes títeres el poder político.



¿Quiénes impusieron a Mc Carty como senador? ¿Quiénes impusieron a Mc Namara como Ministro de defensa? ¿Quiénes impusieron a Kissinger como secretario de Estado norteamericano? ¿Quiénes impusieron a Deck Cheney como Vicepresidente y a Condoleeza Rice como secretaria de Estado? No el pueblo norteamericano sino los clausewiztas que entienden a la política como otro medio desembozado o encubierto para sus saqueos globalizados y genocidios permanentes.



Después del genocidio bosnio de 1995 hay más genocidio. Contra el pueblo de Colombia hace sesenta años que se ejerce el genocidio para-policial y para-militar. (Para no hablar del genocidio de originarios en Guatemala y México, todavía hoy.)



Contra los pieles rojas de América del Norte hubo genocidio y contra los negros esclavos hubo genocidio.



Contra el pueblo vasco hubo guerra sucia y genocidio. Contra el pueblo irlandés hubo guerra sucia y genocidio.Contra el pueblo palestino no hay guerra sino genocidio. Contra el pueblo checheno hay genocidio.

Contra el pueblo de Irak no hay guerra sino genocidio de la más lesa humanidad.

Contra el pueblo más pobre de Bolivia hubo quinientos años de genocidio siendo Evo Morales el primer gobierno

originario de todo este continente explotado, saqueado y genocidado.



Los que quieren violar el tema derechos humanos para rearmarlo en los falsos términos de lucha entre peronismo y gorilismo, son cómplices o encubridores de la verdadera historia del mundo, que es la historia del genocidio de los pueblos y lleva más de cuatro mil años.



Por último, se le olvida a ese infame traidor a la patria que es Menéndez y se le olvidó al Fiscal y al periodismo apátrida, preguntar quiénes fueron, con nombre y apellido, los militares franceses que planificaron y practicaron en Argelia la mal llamada Guerra Contra-revolucionaria o Guerra Anti-subversiva. El más cobarde y sucio genocidio.

Y se le olvidan desde siempre al Vaticano y a los tribunales civiles del primer mundo, ya que cacarean tanta democracia, citar a juicio oral y público a esos militares franceses, instructores contrainsurgentes, que fundaron la enseñanza del terrorismo de Estado y la guerra más sucia a todas las dictaduras militares en la mal llamada Escuela de las Américas. Escuela de democracia necesita el mundo, escuela de verdad, justicia y memoria, pero NUNCA MÁS una Escuela de genocidio.

Rubén Vedovaldi